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Una de las claves que explican la situación de las elecciones presidenciales es el cuadro de fidelidad: qué candidato retiene los votos que consiguió en las PASO, cuál pierde apoyos y adónde van esos apoyos. En ese aspecto, Daniel Scioli exhibe algo así como un núcleo duro, que en términos de la calle podría traducirse en que “al que está con el FpV es muy difícil convencerlo de que cambie su postura”. Está muy emparentado con la fidelidad al kirchnerismo o a la figura de la Presidenta y, en esa línea, Scioli retiene casi todos los votos que consiguió en agosto.

“Si se tiene en cuenta la Matriz de Fidelidad –explica Bacman–, Daniel Scioli logra su actual caudal en base a obtener el mayor índice de fidelidad. Nueve de cada diez que lo votaron en las primarias repite su sufragio y sus ganancias más significativas provienen de los que votaron a José Manuel de la Sota y especialmente de los que sufragaron en blanco o directamente no participaron de dichos comicios”.

“Mauricio Macri y Sergio Massa poseen una fidelidad parecida entre ellos –continúa el titular del CEOP–: a ambos los vuelven a votar ocho de cada diez ciudadanos que los apoyaron en las PASO. Pero recordemos que los dos estaban en frentes electorales. Macri con Carrio y Sanz y Massa con De la Sota. ¿Por qué, entonces, uno pierde un par de puntos y el otro los gana? El candidato presidencial de Cambiemos posee dificultades para retener aquellos electores que en agosto optaron por los otros socios de Cambiemos, Sanz o Carrió. Apenas logra que lo elijan alrededor de la mitad de ellos; el resto se distribuye entre Massa y Stolbizer. Sergio Massa, en cambio, retiene a la mitad de los que en agosto votaron por De la Sota, pero logra ganancias de casi todos los restantes. Se queda con votos de Sanz, de Stolbizer y, sobre todo, de los que votaron en blanco o no fueron a votar en las PASO”.

Casi todos los consultores apostaban a que no habría mucha fidelidad en el voto a Massa, sobre todo por el peso del llamado voto útil. Y que además, perdería los votos de De la Sota, una parte hacia Scioli y otra hacia Macri. Sin embargo, el tigrense logró pilotear la situación y llega a la última semana con un leve aumento en su intención de voto y no con la baja que se preveía. También se pensó que los apoyos a Margarita Stolbizer tenderían a diluirse, justamente por el voto útil. La candidata de Progresistas pierde la mitad de sus apoyos de las PASO, pero los reemplaza con los votos que le llegan de ex votantes de Ernesto Sanz y Elisa Carrió. Con pérdidas y ganancias, la estructura de voto que se percibió todo el año –40 por ciento Scioli, 30 por ciento Macri y 20 por ciento Massa– se mantiene. No hubo cambios dramáticos hasta ahora, no apareció la polarización que suele aparecer en todas las elecciones presidenciales.

Todo este cuadro de fidelidades pesa más porque los porcentajes que podrían cambiar la situación actual son chicos. Scioli necesita muy poco para ganar en primera vuelta, Macri necesita algo más, pero también poco para entrar a un ballottage y Massa requiere de una porción mayor para acceder al segundo puesto y a una eventual segunda vuelta.

En ese marco, las jugadas en la semana que falta apuntarán a conseguir esos dos o tres puntos que cambiarían la situación en uno u otro sentido. Scioli seguramente insistirá en la gobernabilidad que garantiza el FpV, las dificultades que han tenido las otras fuerzas para gobernar, sobre todo teniendo en cuenta que el oficialismo tiene mayorías en el Congreso y entre los gobernadores. Cambiemos apostará al llamado al voto útil, tratando de restarle sobre todo a Massa. Y el tigrense tratará de convencer a los votantes de Macri que sólo él podría ganar un ballottage y derrotar al oficialismo. De eso justamente se trata, de romper las fidelidades que existen hasta ahora.

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Matriz de fidelidad, rotación y cambio