Viernes, 4 de abril de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › TRIBULACIONES Y QUEJAS DE PASAJEROS VARADOS EN EL AEROPUERTO DE EZEIZA
Los trofeos que el grupo de adolescentes venezolanos obtuvo en la competencia internacional de artes marciales, que se llevó a cabo en Ituzaingó, están acomodados en fila en la zona del check in de la terminal de Aerolíneas, en Ezeiza. Los chicos se acomodan en fila detrás de centenares de pasajeros que se convirtieron en fumadores compulsivos, en tomadores compulsivos de café, en compulsivos lavadores de sus rostros, a la espera del viaje postergado por una medida que no alcanzan a comprender.
Gladys, una de las competidoras más experimentadas, sentencia: “Prometido que nunca más tomaremos esta aerolínea”, asegura, refiriéndose a la empresa en conflicto. Carlos López, argentino, coordinador del gimnasio de Chai Do Kuaw, la oye de cerca y se siente “avergonzado” de que la empresa de su país sea tan “irrespetuosa” e “irresponsable”.
Su vuelo –destino Caracas, escala Bogotá– debió salir ayer a las 15.20 de Ezeiza. A las 18, los trofeos y los luchadores seguían esperando. Lo mismo que Fernando e Ismael, quienes esperan porque la fila no avanza.
Cambia de fila y casi chocan con Johann, que mira la pantalla de “Departures”: Varig, sin problemas; Tam, sin problemas; Gol, sin problemas. Johann sigue leyendo. Busca su vuelo. El de Aerolíneas, destino Madrid. Y resopla: la pantalla se actualiza y ahora parecería que sale a las 19. “Estoy en el aeropuerto desde las diez, y mi vuelo debía salir a las 14.50. Llevo casi diez horas aquí y nadie me ha explicado a qué hora voy a partir”, se queja el catalán.
Martín y Fernanda tomarán el mismo vuelo, el 1134, “cuando se digne a salir”, dicen. Llegarán a Madrid con ocho horas de atraso, si el vuelo no se reprograma nuevamente. “Lo bueno es que teníamos que esperar nueve horas en Barajas para combinar hacia Barcelona, y no esperaremos tanto ahí”, dice él. Una respuesta optimista. “Es la única que nos queda”, dice ella. Y se propone conseguir el tercer café de la tarde.
La mayoría regresa sin urgencias. Algunos, como Aníbal, porque saben que Aerolíneas “siempre tiene demoras”. Al menos, siempre le tocan a él. Otros, porque se quedaron sin plata, como Axel y Rosario, neohippies madrileños que reposan en un carrito de equipaje, después del almuerzo que les brindó Aerolíneas por “las molestias ocasionadas”.
El mismo almuerzo comió Raúl: “Pollo con arroz y verduras, una gaseosa y un flan con dulce de leche”, describe. Pero si lo compara con el agasajo que lo esperaba en Bogotá, le parece menos rico. Raúl llegó “a firmar un contrato con una discográfica local de música tropical” y su banda y amigos le tenían preparada una cena con maíz, porotos y champagne.
El ágil Leonardo se abre paso entre la multitud al trote. Tropieza, casi cae, bosteza. El rosarino se quedó dormido porque tuvo “una noche muy larga” el miércoles y ni se enteró de que hubo reprogramaciones, demoras y cancelaciones de vuelos. “¡Uh!, tanto que me apuré. Pero bueno, me tiro un ratito más en los sillones”, piensa.
En esos asientos de enrejado, el adormecimiento de Leonardo se expresa en una canción. Alexia, una jovencita de Vigo, España, morena y de ojos verdes, la conoce. Es de Andrés Calamaro, de su etapa ibérica. Leonardo canta: “Porque quiero dormir y soñar con ella, mientras por afuera pasan los aviones”. Casi todos. Menos el de ellos dos, que cantan pegados.
Informe: Luis Paz.
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