Domingo, 22 de marzo de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › ES UNA SEDE DEL INSTITUTO UNIVERSITARIO DEL ARTE EN PALERMO
En el Día Mundial del Agua, una experiencia de arquitectura sustentable en medio de la ciudad. La sede recicla agua de lluvia para sus cisternas y para un tanque de emergencia de 42.000 litros en caso de incendios.
Por Carlos Rodríguez
Hoy es el Día Mundial del Agua, que coincide con la apertura, en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas, de una conferencia internacional donde se analiza la aprobación de un protocolo mundial para la protección y uso responsable del agua a escala global. Con modestia y menos repercusión, en el barrio porteño de Palermo, un edificio del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA) cuenta con un sistema que permite la utilización del agua de lluvia, no para consumo humano pero sí para recargar los depósitos de los inodoros, para mantener las reservas en un tanque subterráneo de 42 mil litros listo para ser usado en caso de incendio y para usos secundarios como el lavado de veredas, autos y para el riego. El creador del sistema es el arquitecto Fernando Couto, quien en diálogo con Página/12 sostuvo que la utilización del agua de lluvia hace posible, en el edificio del IUNA de French 3641, el ahorro de 2300 litros diarios del líquido elemento, a la vez que abre la posibilidad, de multiplicarse los proyectos de este tipo, “de tener un arma importante para evitar que buena parte del agua de lluvia, en una tormenta, llegue a los desagües y provoque las inundaciones que todos conocemos”.
El edificio del IUNA, único en el país donde se utiliza el sistema, fue inaugurado el 9 de febrero pasado. “El agua de lluvia que cae sobre el techo va descendiendo por un conjunto de canaletas hasta llegar al depósito, que tiene una capacidad total de almacenamiento de 42 mil litros.” El depósito se encuentra en el sótano del edificio, de manera tal que el peso del agua acumulada no afecta en modo alguno a la estructura de hormigón. Todos los baños del nuevo edificio, lindero a la histórica sede del IUNA de Palermo, se abastecen con agua de lluvia almacenada. “Son aguas grises, como se les llama, que no son usadas para consumo humano, pero que sirven para los tanques de los inodoros y para otros usos.”
El agua de lluvia “es más limpia que la que llega de los ríos y que después de un tratamiento sirve como agua potable”, afirma Couto. En las canillas del edificio del IUNA hay agua potable de red, que una vez usada para lavarse las manos, por ejemplo, regresa también al depósito subterráneo. “Es agua que cuando mucho tiene un poco de jabón. El agua es usada también para los depósitos de los inodoros, para baldear las veredas y para otros usos, nunca para consumo humano. Para eso está el agua de la red, como en cualquier casa de Buenos Aires.”
Según Couto, además de ahorrar 2300 litros de agua diarios, el sistema permite disminuir “en 1800 litros diarios el efluente de agua hacia las cloacas, porque el agua que se usa en los lavatorios es retenida en el depósito que está en el subsuelo y no llega a la calle” la primera vez que es usada. El arquitecto recuerda que en la ciudad de Buenos Aires “la mitad de la superficie está ocupada por predios privados, calles, parques y espacios públicos. Si fueran muchos los edificios que funcionaran con el mismo sistema, lograríamos reducir a la mitad el total de agua de lluvia que, en cada tormenta, llega a los desagües e inunda la ciudad”.
Explica que se podrían absorber “unos 100 milímetros de agua de lluvia, que es una cifra muy importante. Las lluvias del año 2000, que inundaron buena parte de la ciudad, llegaron a los 180 milímetros. Si pudiéramos retener 100 milímetros, podríamos evitar muchas de las inundaciones, porque el sistema de desagüe no llegaría al grado de saturación que se produce ahora con cada tormenta”. Couto fue asesor del gobierno porteño en el período 2000-2002. “Propuse el sistema, pero hubo una indiferencia absoluta. En el IUNA aprobaron el proyecto en 2006 y está funcionando”.
Couto aclara que el sistema de-sarrollado por él “no tiene ningún secreto y es utilizado, desde hace mucho tiempo, por los pueblos originarios de Formosa, que usan el agua de lluvia para consumo, mediante su almacenamiento a través de la utilización de una sencilla ingeniería doméstica espontánea. Hay que tener en cuenta, insisto, que el agua de lluvia es más limpia que la de los ríos y los pueblos originarios la utilizan mediante sencillos procesos de regeneración”.
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