SOCIEDAD › MARIA RACHID, DE LA MILITANCIA A FUNCIONARIA NACIONAL

“No siento que haya límites”

Fue la artífice del matrimonio igualitario. Ahora es la vice del Inadi. Aquí explica cómo replicar la estrategia que llevó a esa ley para combatir otras situaciones de discriminación.

 Por Soledad Vallejos

“Espero no llorar, como siempre”, dijo la activista María Rachid hace unos días, cuando asumió como vicepresidenta del Inadi. Ante ella estaban, como otras veces, los rostros de las distintas militancias sociales: la diversidad, pero también de migrantes, personas que viven con VIH, pueblos indígenas, veteranos de Malvinas, afrodescendientes. La diferencia era el contexto, un salón del Ministerio de Justicia en el que asumió su nuevo cargo, al filo del año en que su rostro se volvió familiar en los medios de la mano del debate por el matrimonio igualitario.

Horas antes de asumir, contaba que sentía como “una responsabilidad muy grande” llegar al Estado desde el lugar de la militancia social. Que lo que estaba por pasar implicaría otra exigencia. El mismo año en que se amplió el concepto de matrimonio civil a fuerza de debates inéditos, quien dejó la presidencia de la Federación Argentina LGBT pasó a convertirse en funcionaria. El salto es grande, aceptó Rachid, mientras, en diálogo con esta cronista, hacía un balance de lo que significó el 2010. “Cuando pertenecés al Estado, no hay lugar para el ‘no puedo’, o ‘no pude hacer’. El Estado tiene que resolver los problemas de la gente. Y vos tenés una responsabilidad.”

–Pero tengo la tranquilidad de contar con el respaldo, por un lado, de la sociedad civil. La Federación es la organización más representativa de la diversidad sexual porque tiene más de 40, 50 casi organizaciones en todo el país, es realmente federal. Y respalda absolutamente este lugar que voy a ocupar. Y en el Inadi, en este tiempo, he venido trabajando con distintos movimientos sociales, y siento también su respaldo. Compartimos, además de algunas formas de ver y hacer las cosas, un proyecto de Inadi.

–¿Qué quiere decir?

–Creo mucho en la militancia y creo que las organizaciones sociales de la militancia social son las que deben marcar el rumbo de las políticas públicas del Estado. Quizá no todo el mundo piensa de esa manera. Yo estoy convencida de que quienes saben cómo deben ser las políticas públicas para revertir una situación de discriminación son las organizaciones que hace años están trabajando desde la sociedad civil. No hay técnicos que sepan más.

–¿No sólo por la primera persona sino también por la reflexión que hacen sobre esa experiencia?

–Por la experiencia y por la construcción colectiva acerca de un problema y los modos de resolverlo. Eso es lo que tiene la sociedad civil. Por supuesto que los técnicos pueden colaborar, ayudar, contribuir, pero si la militancia de la sociedad civil no tiene una construcción colectiva acerca de cuál es el problema y cómo revertirlo, no hay forma. Por eso me parece importante ese respaldo, siento que las organizaciones están acompañando esa designación. Espero que la tomen como propia y utilicen este espacio para activar en conjunto. Después de lo que pasó con el matrimonio igualitario, no siento que haya límites.

–¿Y si hubiera?

–¡No lo soportaría! (Risas.) Pero no creo que haya. Recién tuve una reunión en el Ministerio de Educación. Fuimos con Esteban Paulón (el actual presidente de la Falgbt), porque están trabajando contenidos de educación sexual para escuelas, docentes y padres. Los contenidos incluyen la diversidad sexual, por supuesto. Ese fue uno de los objetivos que nosotros, como organización nacional, nos habíamos puesto. Y hoy me mostraban los materiales y se me ponía la piel de gallina. Me emocionó verlo. Eso también es porque adentro de ese ministerio están los militantes que durante muchos años reclamaron estar ahí. Y no es casual. En este momento, las reivindicaciones históricas de los movimientos están siendo políticas públicas.

–En el último año, a raíz del debate sobre matrimonio, también emergieron otras figuras nuevas y empezaron a proyectarse a la política.

–Es que en la política empiezan a circular otros temas. La diversidad sexual antes no era un tema en política... en realidad, ninguno de los temas de la diversidad. Y ahora habla de matrimonio igualitario la mayoría de los referentes políticos. Incluyen matrimonio igualitario entre las conquistas del año, incluso en diferentes sectores.

–Usted en particular fue elegida una de las cien personalidades del 2010 por el diario español El País, junto con el juez Ricardo Lorenzetti y el escritor Ricardo Piglia.

–... y me enteré cuando ya estaba publicado. Un activista de la Federación, de San Juan, me llamó el mismo domingo para avisarme. Leí la nota en una web de San Juan, no encontraba el link para verlo en el diario ni conseguía la revista... Pero que pasara eso ni se me hubiera cruzado por la cabeza. Claro que un diario argentino que dio la noticia mencionó sólo a Lorenzetti y Piglia, y se olvidó de mencionarme a mí.

–A nivel de opinión pública, los debates sobre derechos civiles de este año permitieron una sensibilización sobre los prejuicios y la necesidad de reflexionar. ¿Cree posible capitalizarla y llevarla al ejercicio en otros debates?

–Desde ya. Creo que hubo algo de la fórmula en que planteamos el tema que podemos usar para todos los temas de discriminación. No digo que sea automático: no toda la gente sensibilizada por discriminación sexual quedó sensibilizada en cuanto a la discriminación en general. Fue muy claro cuando se debatió el tema de la xenofobia. Los mismos que, desde la Mesa Nacional por la Igualdad, habíamos hablado de lo otro, planteamos la xenofobia y encontramos mucha resistencia.

–¿Con qué argumentos se toparon?

–El argumento de la xenofobia, directamente: que se vuelvan a su país, que un país no puede proveer todos los recursos para todas las personas, nos sacan lo nuestro, son de tal o cual manera. Incluso diciendo “te sigo a muerte pero con este tema no sé si pienso lo mismo que vos”.

–¿Cómo se puede operar sobre eso?

–Creo que haciendo lo que hicimos en matrimonio: pensando que el que reproduce ese discurso xenofóbico lo hace porque es lo que aprendió. Y no necesariamente es el enemigo. Entre quienes estaban en contra del matrimonio igualitario había dos sectores: la mayoría de los que estaban en contra lo estaban por prejuicio. Por desinformación, por desconocimiento: sólo prejuicios. Y otro sector, más chiquito, que tenía un motivo ideológico: esto quiere decir que estaban defendiendo sus privilegios. Clarísimo. En el discurso defendían sus privilegios: matrimonio es, para nosotros, papá y mamá. Cuando uno entiende los derechos como privilegios, eso es ideológico y no hay mucho para debatir. Es importante que en los debates podamos hacer esta diferenciación. Si no, tratamos como enemigo al que en realidad está desinformado, por su educación, su historia, su contexto. Muchas veces es alguien que sólo accedió a un discurso cargado de estigmas, de mentiras. Entonces toda aparición debía ser oportunidad para acercar información a esa gente. Hay que explicar. Si vos reaccionás mal, generás una resistencia que hace que seguramente esa persona ya no vaya a cambiar de opinión. Hay que informar, convencer, acercar información. Esa es la forma.

–La xenofobia quedó en el aire.

–Por eso hay que trabajarlo mucho, muchísimo ese tema. Hay que hacer mucho trabajo cultural y de educación, hay mucho prejuicio naturalizado que hay que ir desarmando.

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Imagen: Sandra Cartasso
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