Domingo, 2 de enero de 2011 | Hoy
Por Soledad Vallejos
Al finalizar el año en que su rostro se volvió reconocible para ciudadanas y ciudadanos de a pie, a Rachid no parece inquietarle demasiado la atención pública. “Me encanta que la gente se acerque, me salude, me diga cosas lindas”, explica, aunque en ocasiones pueda resultar tensionante “sentir que te están mirando, aunque no se acerquen a decir nada”. Ha tenido suerte, reconoce, porque no ha dado con detractores o personas poco simpáticas por ahí. Lo mejor son las cartitas.
–El otro día en un shopping, no digamos cuál para no comprometer a nadie, estaba hablando con alguien y se acerca un señor de seguridad, me agarra la mano, me pone un papel y se va. Un señor grande. Cuando volví a mirar se había ido. El papel decía “gracias por la ley, me cambió la vida”. O una señora, en un bar de la otra cuadra, que se me sentó a la mesa de repente, yo estaba sola, se sentó y me dijo: “Yo no estaba de acuerdo con el matrimonio. Pero los escuché tanto, tanto. Escuché tanta información... ahora los felicito”. ¡Y se fue!
–¿La relación con su padre se modificó a partir de todo esto?
–No. A mi papá, que es con quien no me hablo, le deben estar pasando cosas. El reconocimiento público que tengo ahora es, precisamente, el mismo motivo que llevó a que tengamos ya diez años sin hablarnos. Es una contradicción fuerte. Creo que hace 10, 15 años, en el ámbito de la política al que pertenecía él entonces, éste era un tema lleno de prejuicios.
–Era otro país en relación con la diversidad y la opinión pública.
–Sí. El otro día me pasó algo muy gracioso: me encontré con Jorge Rachid. A mí siempre mucha gente me decía “¿vos sos hija de Jorge Rachid?”. Y yo siempre pensé “bueno, debe haber dos almas en pena por mi activismo: una es mi papá de verdad –que no es Jorge Rachid–, que me consta que es un alma en pena por ese tema, y otra este Jorge Rachid, con el que no tengo vínculo de parentesco. Hace 10, 15 años yo te digo que la mayoría de los políticos hubiera sufrido el posible vínculo. Pero ese día Rachid me dijo: “siempre me preguntan si sos mi hija, y te quiero decir que para mí, para mi señora y para mis hijos es un orgullo tener el mismo apellido que vos”.
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