Viernes, 17 de agosto de 2012 | Hoy
La noche del 31 de enero de 2009, policías de la comisaría 8ª de Lomas del Mirador subieron a Luciano Arruga a un patrullero y lo llevaron al destacamento donde se lo vio por última vez. Ya había sido detenido en el mismo lugar el 22 de septiembre de 2008. La primera detención formaba parte de las tareas de ablande para el reclutamiento. Los bonaerenses pretendían que Luciano robara para ellos y Luciano estaba empecinado en negarse. La segunda detención fue el castigo por la negativa. Varias veces fueron vistos los policías parando a Luciano en la calle. Lo habían detenido por averiguación de antecedentes (como si no lo conocieran) tres meses antes. Tras la desaparición, se realizaron peritajes con perros que detectaron rastros de Arruga en el patrullero y en el fondo del destacamento. La fiscal del caso, Julia Cejas, mantuvo la investigación montada sobre la “averiguación de paradero”, con lo que los mismos policías acusados fueron los encargados de tratar de encontrarlo. “Quedate tranquila, mami, que se fue con alguna noviecita”, le decían a la madre en la comisaría que lo había secuestrado. Por el momento, la causa da vueltas como “averiguación de paradero”, tal como la sostienen Cejas y el juez Gustavo Banco, con lo que imputar a los ocho policías señalados resulta imposible: sólo aparecen en la causa en calidad de testigos. Si el juez no cree en la palabra de los detenidos ni en el peritaje de los perros, el caso no tendrá salida.
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