SOCIEDAD › EN EL CASO DE GOROSITO DENUNCIAN AMENAZAS MIENTRAS LOS TESTIMONIOS APUNTAN A POLICIAS

Testigos apretados bajo la sombra

Una mujer vio cómo dos uniformados atrapaban a Fabián Gorosito y se lo llevaban. El Tribunal 5 de Morón cerró el juicio a la prensa para protegerla, pero la mujer ya había recibido amenazas. Reclaman que el juicio sea abierto a la sociedad.

 Por Horacio Cecchi

El juicio por el asesinato de Fabián Gorosito, ocurrido el 14 de agosto de 2010, avanza entre las sombras del Tribunal Oral 5 de Morón. Los jueces decidieron que para proteger a una testigo de identidad reservada se prohíba el acceso a la prensa. El martes declaró la testigo, pero el cono de sombra se inició el primer día y todavía continúa. Semejante protección, necesaria, resultó tardía. Frente a los jueces, la mujer sostuvo que antes de iniciar el juicio ya todos sabían que testimoniaría: la amenazaron dos veces, una con una carta y la otra desde un auto, y la despidieron de un trabajo en una escuela.

Los testimonios, que recorrieron el caso ante los jueces Angélica Parera, Susana De Carlo y Carlos Thompson, fueron describiendo el modo en que Gorosito desapareció el 14 de agosto de 2010 para aparecer al día siguiente en un descampado cercano a la estación de Merlo, muerto en el barro de una zanja. En la comisaría 6ª de Merlo, donde acudieron a preguntar por él sus padres (y les respondieron que ahí no estaba), luego dijeron que había muerto por una intoxicación y más tarde que apareció ahogado. Los padres sostuvieron, desde el primer momento, que lo buscaron porque había rondado a la novia de un policía. Días antes, incluso, tres amigos de Gorosito fueron detenidos en la 6ª y golpeados para que dijeran dónde encontrarlo.

Ayer, la madre de la nena que encontró el cuerpo y le dio aviso dijo que ella misma fue a ver de qué se trataba y describió cómo lo encontró, que había muchas pisadas alrededor y marcas en el pasto, como si el cuerpo hubiera sido arrastrado hasta la zanja.

Un día antes, el martes, declaró la testigo de identidad reservada, cuya identidad este diario mantendrá en secreto para acompañar el esfuerzo del tribunal por protegerla. De todos modos, la reserva fue sólo para el público y la prensa, ya que la mujer declaró frente a los imputados.

La testigo declaró que antes de iniciar el juicio, y siendo testigo de identidad reservada, recibió una amenaza por carta anónima (la reserva de identidad no habría reservado el domicilio), otra desde un auto que se le cruzó y la última que no resultó una amenaza sino que la despidieron del empleo.

¿Por qué tanto afán de amenazar a una testigo supuestamente desconocida? Basta saber que durante la instrucción, y ahora durante el juicio, declaró haber visto cómo dos bonaerenses en moto llegaron hasta el descampado donde Gorosito intentaba ocultarse. Dijo que lo vio cómo corría, cómo lo atraparon y lo estamparon contra el alambrado y luego lo hicieron pasar a través de él para llevárselo. Identificó la ropa embarrada de la víctima que le mostró el fiscal, el color de pelo y la contextura física de los policías. Dio precisiones del lugar, la hora y hasta de cómo se veía la Luna.

La mujer de identidad protegida recibió todos los embates de los abogados de los 11 policías imputados en el juicio a puertas cerradas. Y respondió con certezas todos las veces que estuvo a su alcance. No fue la única que recibió amenazas. Los padres de Gorosito habían declarado el primer día del juicio que las amenazas desde entonces se habían transformado en una costumbre. La Comisión Provincial por la Memoria, veedora en el juicio, envió una carta al ministro de Seguridad, Ricardo Casal, para que pase a disponibilidad a uno de los imputados, Marcos Dipierro, que cumple funciones armado en la comisaría 1ª de Merlo.

Alejandro Mosquera, secretario ejecutivo de la CPM, reclamó que el juicio sea abierto “porque es el modo que tiene la sociedad para mantener el control sobre las decisiones judiciales”.

Finalmente, las defensas se mantuvieron en mutis por el foro en relación con el acceso de la prensa. Cuando llueve, paraguas ajeno también protege.

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Once uniformados de la 6ª de Merlo están acusados en el juicio, cinco de ellos detenidos.
Imagen: Pablo Piovano
 
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