Viernes, 24 de mayo de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › DENUNCIA PENAL DE LA IGLESIA TRAS UNA REVELACION DE PAGINA/12
La Iglesia presentó una denuncia en una fiscalía de Lomas de Zamora por los casos de pedofilia en un colegio católico de Turdera detallados en este diario el domingo último. El obispado hizo pública la decisión de llevar a la Justicia el caso.
Por Mariana Carbajal
La máxima autoridad de la congregación de padres palotinos en el país, rama alemana, se presentó en la Justicia y pidió que se investiguen los hechos de pedofilia revelados por Página/12 en su edición del domingo, presuntamente perpetrados por personal que se desempeñaba en un colegio de la orden, ubicado en la localidad de Turdera, en el sur del conurbano bonaerense. La denuncia fue presentada por el sacerdote Rubén José Fuhr, rector regional de los palotinos, con el aval del obispo de Lomas de Zamora, Jorge Lugones. Es la primera vez que la Iglesia Católica en el país reacciona con tanta celeridad cuando se hacen públicos posibles hechos de abuso y acoso sexual cometidos contra adolescentes que concurren a alguna de sus instituciones religiosas y en la que podrían estar involucrados sacerdotes y docentes. Dos de las víctimas ya adelantaron a este diario que están dispuestas a declarar en la Justicia.
El propio obispado de Lomas de Zamora dio a conocer la denuncia en un comunicado de prensa. “Ante la publicación de un artículo periodístico en el diario Página/12, en su edición del domingo 19 de mayo de 2013, que se hace eco del libro La cacería del ángel (cuyo autor es Sebastián Di Silvestro) y donde habría referencias a diversos sucesos de posible abuso o acoso que podrían haber sufrido alumnos del Instituto Vicente Pallotti (Turdera) perteneciente a la congregación Sociedad del Apostolado Católico (SAC), el Obispado de Lomas de Zamora informa que tomó conocimiento de la situación el viernes pasado a través del libro que fue acercado por el señor Carlos Zermoglio, ex rector de la institución.” En la misma nota del domingo, que daba cuenta de los episodios de pedofilia relatados en el libro escrito por un ex alumno, este diario adelantó que Zermoglio le había llevado un ejemplar de La cacería del ángel al obispo Lugones. En ese encuentro, Zermoglio, hoy de 70 años, le reveló quién es cada uno de los que allí son señalados como victimarios, a partir del relato en primera persona de ex estudiantes del secundario. La SAC es la orden de los palotinos, rama alemana. Zermoglio también dio su testimonio en ese libro. Uno de sus hijos, Pablo, relata en La cacería del ángel haber sido manoseado en sus genitales, en 1993, por quien fuera encargado de la pastoral en el Instituto Vicente Pallotti y uno de los organizadores durante décadas de la famosa Semana de la Juventud (SEJU), a la que concurren alumnos y alumnas de distintas escuelas de la zona y se realiza en septiembre. Más tarde llegó a ser el representante legal de la institución. Zermoglio padre recordó que en 1994 –cuando su hijo le contó lo sucedido– puso al tanto –a través de una carta– al entonces titular de la congregación, Nicolás Dreiling, a quien él conocía desde hacía muchos años, pero nunca obtuvo respuesta ni supo de cambios en el colegio.
La denuncia presentada ahora por el cura Fuhr fue derivada a la UFI N 10 de Lomas de Zamora, a cargo del fiscal Santiago Vadillo. La presentó el lunes en la mesa de entrada de los Tribunales de esa jurisdicción. El fiscal citó para el miércoles al religioso, quien ratificó su denuncia y además se mostró dispuesto a colaborar con la investigación, según confiaron a este diario fuentes de la fiscalía. Por un lado, el rector regional de los padres palotinos de la Argentina dio el nombre de otro ex alumno –que no fue entrevistado para el libro– que habría sufrido también abusos sexuales por parte del ex encargado de la pastoral en el colegio y que estaría dispuesto a declarar en la Justicia. Ese joven fue citado a prestar declaración como testigo el martes próximo. El religioso también aseguró ante el fiscal que ordenará que se envíe una circular a todas las familias del IVP para comunicarles que se abrió una investigación penal por si algunos alumnos o ex alumnos –muchos padres de los actuales estudiantes lo han sido– quieren presentarse a declarar al tener conocimiento de situaciones de abuso o acoso sexual en torno del ámbito escolar.
En el comunicado difundido por el Obispado de Lomas se señala que Lugones está “preocupado” por los hechos narrados en Página/12 y “por ello avala la denuncia penal” presentada por Fuhr. “Ante la gravedad de los sucesos que se relatan en esa nota periodística”, el religioso pidió al Ministerio Público Fiscal que “se promueva una exhaustiva investigación a fin de que se corrobore si estos hechos efectivamente han ocurrido y en su caso se proceda con el mayor rigor previsto en la ley contra sus autores”.
En el libro de Di Silvestro no se dan los nombres ni de los perpetradores ni de las víctimas. Todos aparecen con seudónimos. El autor, también egresado del Pallotti, se comprometió ante las víctimas a no revelarlos, por cuestiones legales, dado que nunca se habían denunciado en la Justicia los hechos. Sin embargo, ayer Página/12 ubicó a dos de los siete ex alumnos que dieron su testimonio, Pablo Zermoglio, actualmente de 39 años, y Marcelo Arruiz, de 55 años, y ambos confirmaron que están dispuestos a declarar en la Justicia.
Al ser el abuso sexual un delito de instancia privada, son las propias víctimas quienes deben promover la investigación. Un cura que fue rector del IVP y llegó a ser la máxima autoridad de la congregación, un ex encargado de la pastoral, quien fuera durante muchos años jefe de preceptores y docente de computación y un profesor de historia son señalados como perpetradores de distintos tipos de abusos. Desde manoseos inapropiados hasta intentos de violación. La mayoría de las víctimas era adolescente en aquel entonces, uno de ellos ya había egresado. Los hechos ocurrieron en distintas épocas, entre las décadas del ’70, el ’80 y el ’90. Pero nunca llegaron a denunciarse en la Justicia por vergüenza a hablar del tema, por temor a las represalias y a que no fueran creídas sus palabras, dicen los ex alumnos.
“Es una buena noticia que se abra la investigación. Siempre pensé que había que ir a fondo con este tema. Me parece saludable que se sepa la verdad, que nos dejemos de hipocresías. En mi caso, el abuso lo sufrí por parte de quien en ese momento, 1976, era el rector del colegio además de cura. Fue en un campamento en la Patagonia. Al día siguiente, el rector me apretó para que no hablara. Me dijo que pensara bien qué iba a hacer porque me faltaba un año para terminar el secundario. Prácticamente sentí que me decía que si hablaba iba a ser mi palabra contra la suya y que iba a terminar teniendo que irme del colegio. Y esto uno lo va guardando. Hasta que pasa el tiempo. Por eso estoy contento que ahora salga a la luz. Tendríamos que haber hablado antes. Se hubiera podido evitar mucho daño”, contó ayer a Página/12 Arruiz, quien aparece en el libro como Ronco (ver aparte). Le duele que el colegio quede manchado por el accionar de unos pocos que se abusaron de la vulnerabilidad de distintos alumnos en su momento. Sus hijas, ya profesionales, también son egresadas del IVP. Arruiz vive en Turdera y tiene un taller de marcos. Se enteró ayer por este diario de la denuncia penal realizada por la Iglesia Católica.
Para Pablo Zermoglio, otro de los ex alumnos que relata en el libro en primera persona un episodio de abuso sexual, la denuncia promovida por Fuhr es “un manotazo de ahogado” frente a la difusión de los hechos por este diario. “Es evidente que tuvieron que salir a dar respuesta a la comunidad educativa”, opinó, al ser consultado por este diario. Desde la UFI 10 lo contactaron para invitarlo a presentarse a declarar. “Yo estoy dispuesto a presentarme. Ya se lo adelanté al fiscal a través de un correo electrónico”, confirmó a Página/12. En su caso, quien fuera encargado de la pastoral y llegó a ser representante legal del Pallotti fue quien “se propasó” con él. En el libro se lo identifica como Rubio y a Pablo, como Chueco. “Tengo la grabación de un encuentro que tuvimos en 2004, en el que él admite los hechos. A esa reunión, que tuvo lugar en un bar de Turdera, fui acompañado por un amigo, que fue testigo de la charla”, agregó Pablo Zermoglio. Es músico, docente de música y hace dos años vive en Cipolletti, Río Negro. En aquel encuentro, aseguró, Rubio le dijo que se iba a alejar de los adolescentes e iba a iniciar un tratamiento psicológico. “Recientemente me he enterado otra propasada de Rubio con otro pibe en el 2005, un caso similar al mío. ¡Todas mentiras!, no se alejó de los adolescentes y volvió a reincidir!”, dijo el ex alumno.
La UFI 10 espera que quienes sufrieron abusos sexuales en torno al IVP se presenten a prestar su testimonio. La fiscalía está ubicada en el edificio de los tribunales de Lomas, en el primer piso. Aunque por el paso del tiempo los delitos puedan estar prescriptos, “es importante llevar adelante la investigación para poder realizar la imputación a los acusados y que se conozca la verdad”, dijo a este diario una fuente de la fiscalía. Desde la sanción de la llamada ley Piazza (por el diseñador de modas que la impulsó), en 2011, la prescripción del delito de abuso sexual empieza a correr a partir de los 18 años de la víctima. Los hechos que fueron cometidos antes de la ley, prescriben –depende de la gravedad de los hechos– entre 4 y 10 años después de sucedidos.
Di Silvestro, el autor del libro, está sorprendido por las derivaciones que está teniendo su obra. Tiene 41 años, vive en Bariloche y es dueño de una pequeña editorial, a través de la cual publicó La cacería del ángel. “Mi único compromiso ético es con las víctimas pasadas, presentes y futuras”, dijo ayer a este diario. Y contó que a partir de la publicación de la nota de Página/12, que da cuenta de los hechos narrados en su libro, le escribieron otros ex alumnos y también ex alumnas que le revelaron que vivieron episodios similares perpetrados por alguno de los victimarios señalados en La cacería del ángel. El libro se vende en un puesto de diarios en Turdera, en la avenida Antártida Argentina al 100, y en dos librerías de Adrogué. Desde la Asamblea de Turdera, lo están prestando a los vecinos que no pueden comprarlo y ejemplares del libro están yendo de casa en casa.
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