Desde una de las paredes del bar, un cartel pegado por los vecinos anticipa que “si cierran el Británico, San Telmo llora”. Nada dice acerca de lágrimas en caso de que el bar permanezca abierto pero ya no sea atendido por el trío de gallegos que carga las bandejas desde hace 47 años. Esa es la posibilidad más potable, según se vislumbra después de que se pospuso el desalojo anunciado para ayer. El Ministerio de Cultura porteño indicó que existe el compromiso del nuevo inquilino del local de continuar con el bar. Lo que todavía se negocia es el traspaso del fondo de comercio de los viejos a los nuevos inquilinos.

“Nos dieron unos días más, pero igual hay que irse”, dijo Pepe Miñones, uno de los mozos, después de que lo llamaran del Juzgado Civil 107 para avisarle que el desalojo quedaba suspendido hasta fin de mes. Durante toda la noche anterior, parroquianos del Británico se habían quedado en el local para recibir por la mañana al oficial de justicia que nunca llegó.

Tal vez ya no sea igual, pero el Ministerio de Cultura señaló que luego de varias reuniones “se logró el compromiso de los propietarios del local de mantener el uso del inmueble como bar”, y destacó que desde 1998 es uno de los Bares Notables de la ciudad. Ahora resta que el nuevo inquilino acuerde con Miñones, Pepe Trillo y Manolo Pose cómo será el traspaso del fondo de comercio. Nadie descarta que, aun con el bar abierto, caiga alguna lágrima.