Dos brigadas especiales, integradas por una trabajadora social y una psicóloga, empezaron a funcionar en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires para brindar asistencia a mujeres víctimas de delitos sexuales y de violencia familiar. Forman parte del programa “Las víctimas contra las violencias”, que depende del Ministerio del Interior y encabeza la psicoanalista Eva Giberti.

La brigada Móvil de Asistencia a Víctima de Delitos Sexuales funciona las 24 horas, durante los 365 días del año. “Cuando una mujer, una niña o un niño violado llega a una comisaría, recién victimizada o victimizado para realizar la denuncia y solicitar ayuda, se llama a la brigada”, explicó Giberti a Página/12. El alerta lo da la misma Policía Federal. “La brigada, formada por una psicóloga y una trabajadora social, concurre a la comisaría dentro de los 20 minutos y se hace cargo de la atención a la víctima. Posteriormente la conduce al hospital para que se le realicen las curaciones necesarias, al mismo tiempo que se interviene con la medicación necesaria para prevenir el contagio del VIH y la denominada ‘pastilla del día después’, dado el peligro de un embarazo producto de violación”, detalló Giberti. Esta brigada está en las calles de la ciudad de Buenos Aires desde septiembre.

La otra brigada se dedica a intervenir ante situaciones de violencia familiar, cuyas víctimas, estadísticamente, en su mayoría son mujeres. Empezó a funcionar a fines de octubre y aún no cuenta con un número de teléfono propio. “Responde al llamado del Comando Radioeléctrico de la Policía Federal, es decir, al 911, al cual hay que recurrir ante cualquier situación de violencia familiar”, aclaró la directora del programa “Las víctimas contra las violencias”. El Comando Radioeléctrico es el que avisa del caso a esta brigada, también integrada por un trabajador social y una psicóloga entrenados en la atención de casos de violencia familiar y, juntamente con dos oficiales de la policía.

Esta brigada llega al lugar donde se está produciendo o se acaba de generar un hecho de violencia familiar en un móvil no identificable, después de que arribó a la escena un patrullero de la zona. El objetivo de esta brigada es acompañar a la víctima, “ya sea llevándola al hospital o recurriendo al SAME”. Posteriormente toma contacto con la oficina, centro o dirección de Asistencia a la Víctima cuya atención la persona solicite. “Este seguimiento forma parte del segundo momento de atención a la víctima e incluye la posibilidad de vincularla con quienes la acompañen si decidiera denunciar el hecho”, indicó la psicoanalista, con extensa experiencia en el tema.

Desde el programa que dirige, Giberti además está trabajando en la elaboración de dos proyectos de ley, uno para mejorar la legislación sobre violencia familiar, y otro sobre la trata de personas, un delito que todavía no está tipificado en el Código Penal argentino.

“Más allá de estas novedades, la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes mantiene su eficacia en todos los ámbitos de la convivencia”, opinó Giberti. Y agregó: “Aún no alcanza con lo que se está haciendo: mientras un segmento de profesionales del Derecho, abogados, jueces, ministerio público, se mantenga prescindente cuando es preciso intervenir denunciando y sancionando a los responsables por actos violentos contra las mujeres, y mientras la prevención en los sectores educativos y en los medios de comunicación no alcancen a cumplir con sus responsabilidades, se mantendrá la deuda con las víctimas reales y con las posibles. Por eso, cada golpe, cada homicidio, cada herida y cada humillación de cada una de las mujeres víctimas nos obligan a la reflexión, a la acción y al grito”.