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Querer saber qué hay más adelante “está en el ADN del ser humano, desde que hubo un hombre y una mujer sobre la Tierra. Siempre se consultaron las estrellas y se preguntó qué rumbo tomaría el futuro”, dice Ludovica Squirru (foto) al otro lado del teléfono, desde su chacra de Córdoba.

–¿Por qué ocurre a fin de año con tanta insistencia?

–Porque la gente busca otra gente que los guíe, una renovación, esperanza, reformulación del destino. Siempre a fin de año es cuando la gente más necesita eso: es histórico. Mucha gente se reformula en cada fin de año a dónde va su vida. Hay gente que lo hará más inconscientemente, claro. Quizá la cultura occidental está más acostumbrada a negar la energía de un nuevo tiempo; por eso muchos en Año Nuevo se emborrachan o se drogan, o tiran cañitas y terminan en el Instituto del Quemado. En Oriente es distinto.

–¿Cómo de distinto?

–Estuve en China hace 24 años, antes del comienzo de un año del Dragón. Vi cómo el pueblo se preparaba conscientemente para dejar atrás el tiempo viejo, pagar las cosas pendientes, si están peleados amigarse. Ellos creen en no arrastrar como bola de nieve al año que empieza los problemas del año anterior. No creen en magia, en que el Año Nuevo te cambia de golpe tu destino, sino que tenés que hacer cosas para que cambie. Pero claro, ahora hay como un desconcierto grande, con la gente bombardeada desde lo inmediato y mediáticamente con las profecías. Qué manera de bombardear a la humanidad.