A principios de los ’90, investigando sobre arte precolombino, Gabriel Rugiero (foto) descubrió que existía el calendario maya: “Me deslumbró por completo”. Actor, yogui, realizador audiviosual, venía de conocer a Sai Baba cuando “lo brujo me abdujo”. “Me impactó porque todo se rige por los ciclos de la naturaleza y propone que cada uno de nosotros recupere esa sintonía y armonía con su entorno. Por ejemplo, a un chamán yo le dije ‘claro, pero yo, que vivo en una ciudad y mi trabajo es con tal y tal cosa, ¿cómo hago para vivir en armonía con la naturaleza?’. Me dijo: ‘Si tu trabajo es frente a una computadora, esa computadora es tu montaña’. Se trata de entender qué lugar ocupás en el mundo, de sentirlo y volver a conectarte con eso.”

El horóscopo maya, dice, no se trata de la predicción, sino de “descubrir caminos posibles” a partir de un calendario diferente, con “trece meses de 28 días cada uno, que es lo que tarda la luna en completar sus fases. Trece de esos ciclos hacen un año solar, 364 días exactos. Entonces, lo que dice el calendario maya no es qué va a cambiar el 1º de enero, sino cuál es tu fecha de florecimiento, cuál la de hibernación, que no es igual para todos”.

Las profecías de los pictogramas son otra cosa. La del terremoto y el tsunami que afectaron a Japón el año pasado, dice Rugiero, fue una. La crisis económica actual, otra. “Pero hay otra que debería pasar este año: la caída de algo del cielo. Muchos lo asocian con un meteorito, pero puede ser un misil, por ejemplo. Es algo del cielo que impacta en la Tierra.”