Las ciudades, todavía, están lejos de ser el hábitat perfecto para la vida del ciclista, cree Néstor Sebastián, de la ACU. Que en Buenos Aires, por caso, exista cierta infraestructura específica para circular con bicicletas no lo soluciona todo, porque “falta dónde dejar la bici”. Desde los años ’80, explica, “existe una normativa que obliga a los garages a recibirlas, pero hasta hace poco no estaba reglamentada la ley tarifaria. Ahora que está, falta el cumplimiento. Te dicen ‘no tengo lugar’, o no te dan el ticket, o no te dan pelota”. De todos modos, por ley, “no se puede cobrar más del 10 por ciento de lo que cuesta el estacionamiento de un auto”. La otra cuestión a remediar para los ciclistas urbanos porteños es “que exista una normativa sobre cantidad mínima de anclajes para bicicletas en las cocheras”, porque “de otro modo, por ejemplo, no sabés si cuando vas al centro estacionar te va a llevar un minuto o dos horas”. Pero “se trata de un cambio cultural. Y ya empieza a repercutir en las provincias. Bueno, en Córdoba capital el intendente vetó normativas similares”.

–¿Y el miedo al tránsito que tienen algunas personas?

–El vértigo y la agresión y la forma de conducir que tenemos en nuestro país se siente por la diferencia de masas y velocidades. No quiere decir que los ciclistas seamos santos, de todos modos. Igual, es verdad que muchos de esos miedos vienen del relato de personas que no andan en bicicleta. Hay un mito que dice que no se puede, que las ciudades no fueron hechas para las bicicletas. Y a veces lo azuzan partes interesadas. Pero es un mito: claro que las ciudades se entienden con las bicicletas.