SOCIEDAD

Viudas negras detenidas

Sus centros de operaciones eran distintos bares y confiterías de la Capital Federal. Las dos mujeres, una de 26 años y la otra de 52, se vestían con elegancia y olían a fragancias importadas. El truco que usaban era menos fino que el perfume y mucho más trillado, aunque de todos modos efectivo: seducían a hombres de cualquier edad, se hacían llevar a la casa de la víctima para una noche de ménage à trois sin compromisos, los hacían dormir con somníferos, los desvalijaban y escapaban antes del amanecer. Aunque la historia de las Viudas Negras es archiconocida, en la trampa de la parejita despareja cayeron más de cincuenta hombres, de uno en uno. La detención de las dos fue en la mítica Las Violetas, de Rivadavia y Medrano, cuando estaban a punto de sumar su víctima número 51. Las dos mujeres salían de cacería los viernes, sábados y domingos, de tarde y noche. Las víctimas preferidas eran solteros o divorciados. Los lugares de levante podrían ser también locales comerciales. Al principio actuaban por separado, hasta que simulaban “un encuentro casual”, después de que una de ellas retuviera a su nueva víctima. Las damas rechazaban la alternativa barata del albergue transitorio y preferían la seguridad de la casa del cándido galán. Después venían el baile, las copas saturadas de somníferos, el robo de dinero u otros valores y la huida silenciosa. Actuaron en al menos 13 barrios porteños, desde Recoleta a Liniers, desde Retiro a Colegiales.

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