Los más recientes señalamientos de Bogotá contra el gobierno de Rafael Correa trajeron de vuelta la tensión diplomática, que se creía superada después de la intervención de la OEA, y sobre todo del Grupo de Rio, en la crisis desatada por el bombardeo colombiano contra las FARC en suelo ecuatoriano el 1 de marzo.

Colombia acusó a Correa de tolerar a la guerrilla en su territorio y de impedir que sus militares actúen contra las FARC, lo que fue rechazado por el mandatario ecuatoriano, quien anunció una respectiva queja ante el órgano internacional por la "falaz y temeraria" acusación.

"Denunciaremos nuevamente a América latina y al mundo, que una vez más ha quedado demostrado que el gobierno de Alvaro Uribe es mentiroso y que está haciendo ya el ridículo", agregó el jefe de Estado.

Mientras Bogotá respondió insistiendo en que Correa es permisivo con el terrorismo y "que quiere confundir al pueblo ecuatoriano inculcando nacionalismo contra Colombia", su contraparte dejó en entredicho el reinicio de las relaciones.

"Mientras exista esa guerra mediática en la que está empeñado el gobierno de Uribe veo difícil reestablecer relaciones", sostuvo el ministro de Defensa, Javier Ponce. Asimismo, indicó que el Ejecutivo no "se rasgará las vestiduras" ante los señalamientos y seguirá con su política de "tolerancia cero" con "cualquier invasión externa", en referencia al grupo rebelde.

El duro intercambio de declaraciones llegará así nuevamente hasta la OEA, criticada en su momento por ambos gobiernos y cuyas gestiones todavía no han podido reactivar el diálogo entre Bogotá y Quito, pese a que una misión del organismo creyó constatar la disposición de ambos a restablecer relaciones.

"La OEA tiene el desafío de generar iniciativas que involucren la mediación de países confiables para Colombia y Ecuador, porque su sola gestión de buenos oficios no ha sido suficiente", dijo Marco Romero, director de la Maestría de Relaciones Internacionales de la Universidad Simón Bolívar.

Su rol en medio de la crisis ha sido cuestionada por Correa, que desde entonces alienta la conformación de un organismo de Estados latinoamericanos, es decir, "una OEA sin Estados Unidos" como señaló en su momento el propio presidente.

El 18 de marzo la OEA rechazó, sin condenar a Colombia, la violación a la soberanía ecuatoriana y dio un nuevo impulso a las gestiones para recobrar la confianza entre los dos gobiernos, cada vez más fracturada.

El sábado, un día antes de que Bogotá lanzara nuevas sospechas en su contra, Correa criticó la presencia de Washington en la Organización de Estados Americanos (OEA), aduciendo que ese gobierno "trató hasta último momento de justificar" la violación colombiana a la soberanía de su país.

"¿Hasta cuándo vamos a aguantar esas cosas?, eso contradice totalmente la tradición, los principios que han regido el convivir de las naciones de América Latina", sostuvo.