Miércoles, 28 de marzo de 2007 | Hoy
CIENCIA › MISTERIOS Y CONJETURAS SOBRE EL HISTORIADOR ALDO MIELI
Por Carlos Borches *
¿Qué tienen de novedosas las acuarelas presentadas en Italia? Según manifestaron Bredekamp y Shea, Galileo acostumbraba a incorporar nuevas páginas con cada edición de sus obras, por esta razón, cuando un conocido anticuario de Nueva York encontró una copia de Sidereus Nuncius llamó a los especialistas para verificar su autenticidad. Bredekamp, después de analizar el papel, el color de origen vegetal, así como los trazos, que coinciden con otros diseños realizados por Galileo, afirmó que “no existían dudas sobre la autenticidad de estas acuarelas”.
Pero a la hora de conocerse cómo llegó a manos del anticuario esa edición de El Mensajero, se dijo que habría “procedido desde Argentina, donde emigraron numerosos italianos procedentes de la región del Véneto”.
Una cuestión interesante es que algunas de las imágenes presentadas el lunes pasado en Italia aparecieron ya en un libro editado en Argentina. A fines de los años ’50, cuando la Universidad de Buenos Aires creó Eudeba y puso en su dirección a Boris Spivacow, la editorial comenzó con una larga serie de excelentes producciones editoriales. Una de sus colecciones fue “Los Fundamentales”, donde Spivacow trabajó estrechamente con José Babini en la edición de Clásicos de la Ciencia, y de esta colección es El Mensajero de los Astros, ilustrado con algunas de las imágenes presentadas en Italia.
Para agregar datos a las coincidencias, en 1938, llegó al país Aldo Mieli, un químico italiano cuya trascendencia académica se dio en el campo de la historia de las ciencias. Cuando llegó a la Argentina acompañado de su exuberante biblioteca, Mieli fundó el Instituto de Filosofía de la Ciencia en la Universidad Nacional del Litoral, pero unos años después el instituto se disolvió y Mieli se trasladó a Buenos Aires. Fueron años económicamente muy penosos para Mieli, que comenzó a vender sus libros para poder vivir. ¿Estarían allí las acuarelas de Galileo, salvadas subrepticiamente por Mieli de la Italia fascista?
Enterado de la situación, un industrial de nombre José Iturrat acordó con Mieli una pensión vitalicia de 500 pesos a condición de que la biblioteca del historiador pasara a manos públicas luego de su muerte. Hoy, lo que quedó de la Biblioteca Mieli es una de las colecciones más preciadas de la Biblioteca Central de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Las coincidencias no significan una prueba, pero ahora que se anuncia para el mes de junio la presentación de una flamante edición de El Mensajero galileano, aquí en Buenos Aires, por dos pesos se puede conseguir en algunas librerías de Corrientes un ejemplar de la edición de Eudeba y comprobar una vez más la genialidad de Galileo y la descomunal torpeza argentina, que supo desperdiciar tanto talento.
* Programa de Historia de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (SEGB-FCEyN).
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