Guillermo Cañas produjo uno de los impactos tenísticos del año al derrotar por segunda vez en 17 días al suizo Roger Federer, número uno del mundo, 7-6 (7-2), 2-6, 7-6 (7-5) para avanzar a los cuartos de final del torneo de Miami. “¿Cuál es la clave para vencer dos veces seguidas al número uno? La verdad, no lo sé”, dijo con sinceridad un feliz Cañas. “Creo que jugué un muy buen tenis, luché mucho y jugué bien los puntos importantes. ¿Si influyó mi victoria anterior? Claro. Roger no fue el jugador de siempre, porque salió a la cancha ya pensando diferente.”

El partido, uno de los mejores de la temporada, se jugó a pura emoción en un colmado estadio central. Cañas se enfrentará al español Tommy Robredo por un lugar en semifinales. “El es un gran competidor, lucha mucho y no yerra. Pero éste es uno de esos partidos que nunca debería haber perdido”, dijo un Federer con rostro sombrío tras la derrota.

“Es duro volver a casa tras una derrota, sobre todo para alguien que pierde tan poco como yo”, confesó el suizo. “Estuve cuatro semanas aquí, en Estados Unidos, y sólo jugué cuatro partidos. No es mucho, necesito ganar partidos, pero sé que soy lo suficientemente fuerte como para eliminar eso de mi cabeza.”

Federer, que mostró una dosis de errores poco habitual, pero que jugó mejor que aquella tarde en California, luchó el partido con dientes apretados hasta el final, y en decenas de ocasiones mostró la jerarquía que atesora su tenis, pero Cañas se impuso jugando uno de los mejores encuentros de su vida.

Los 52 minutos que duró el primer set fueron trepidantes. La tensión se palpaba en la electrizada audiencia. Cañas quebró el servicio de su adversario para 2-1, y ya en ese momento se vio que el partido sería largo, y que el argentino no había quedado satisfecho con derrotar a Federer en el torneo anterior. Cañas quería repetir la hazaña.

Lo hizo con puntos increíbles, con un despliegue físico para el asombro y con una decisión de ganar a prueba de balas. Una derecha errada por Federer –no sería la última– le dio a Cañas el tie break del primer set por 7-2. Los espectadores miraban con una mezcla de asombro y admiración a Cañas, el hombre que llevaba tres sets ganados en forma consecutiva ante el “imbatible” suizo.

El segundo set fue menos lucido, una especie de transición hacia el definitivo, el que sellaría el nombre del ganador. Federer abrió ese tercero poniendo presión sobre su adversario y visitando la red con mucha más frecuencia que en el primer parcial. Quebró el saque de Cañas en el inicio y tuvo cuatro break-points para otro quiebre más que no concretó, pero minutos después estaba 3-1.

Sin embargo, Cañas logró desordenar la habitualmente tranquila vida del suizo en el rectángulo de juego. Con una derecha plana feroz e inclaudicable, un servicio notablemente eficiente y un revés muy sólido, el argentino recuperó el quiebre, igualó en tres y, un rato más tarde, llegaba al tie-break, con un Federer molesto porque el público –en su mayoría latinoamericano– silbó una bandera suiza cuando apareció en la pantalla gigante.

En ese tie-break se jugó un punto clave que fue, además, una buena síntesis del partido. Federer sacó bien, Cañas devolvió con esfuerzo una pelota alta y el suizo, convencido de que todo lo puede, se dispuso a impactar una derecha voleada. La pelota dio en medio de la red, Federer agachó la cabeza molesto y el argentino se situó 6-4. El suizo salvó el primer match-point con un saque ganador, pero no pudo impedir el ace de Cañas y un nuevo tropiezo.

“Esta derrota es especialmente desilusionante, porque me sentía físicamente muy bien, y en esas situaciones suelo ganar”, se lamentó Federer, que elogió a Cañas como un “competidor leal”. “Mejoró mucho su revés y su saque, no era tan bueno hace un par de años”, dijo el suizo.

Juan Ignacio Chela se enfrentará en cuartos de final con el croata Ivan Ljubicic. Sólo necesitó dos sets, 6-3 y 6-2, para imponerse al estadounidense Amer Delic en su partido de octavos de final que apenas duró 80 minutos. Al cierre, Juan Martín del Potro caía ante Rafael Nadal.