Domingo, 24 de septiembre de 2006 | Hoy
DEPORTES › UN GRAN ESTADIO QUE GENERA MUCHAS POLEMICAS
La inversión de 16,5 millones de pesos en la zona más postergada de la ciudad motiva voces en contra de los vecinos.
Por Gustavo Veiga
El estadio de tenis ubicado en el Parque Roca es como un moderno crucero de placer fondeado en el medio del Riachuelo. La Corporación del Sur que lo construyó tuvo una idea audaz que choca con ciertas barreras culturales y sociales. Para quienes desde el Estado invirtieron 16,5 millones de pesos –unos 5,3 millones de dólares– en una de las zonas más postergadas de la ciudad, el escenario donde la Argentina se clasificó ayer para la final de la Copa Davis representa una polea de transmisión hacia el progreso. Sin embargo, los habitantes de las barriadas vecinas, como la Villa 20, no parecen estar muy convencidos de eso: que semejante infraestructura deportiva simbolice un motor de cambio para sus vidas.
El viernes, cuando se inauguró la serie contra Australia, vecinos de la villa y organizaciones sociales habían anunciado una marcha hacia el predio donde se disputó la semifinal. Que no prosperó porque la Policía Federal valló el cruce de las avenidas Cruz y Escalada, desplegó a la Guardia de Infantería y, de ese modo, les cortó el paso. Algunos medios habían sermoneado la noche anterior con que la Copa Davis corría peligro. Y les restó decir que hasta se le haría un piquete a David Nalbandian y sus compañeros de equipo. Pero, como se comprobó, sólo la lluvia interrumpió la primera jornada de singles.
Los pobres que exigen un plan de urbanización en un terreno lindante a su asentamiento (que le pertenecería a la policía), ya habían sido reprimidos el jueves cuando intentaron ocuparlo, con doce detenidos como saldo. Al día siguiente, tres viviendas de la villa 20 resultaron afectadas por un incendio. Con una curiosidad adicional: el fuego se inició en la de Diosnel Pérez, un dirigente barrial que había, valga la metáfora inflamable, fogoneado la movilización.
Muy cerca de allí, por los senderos arbolados que rodean a la mole de cemento con capacidad para 14.050 espectadores levantada por la empresa cordobesa Astori, el paisaje era bien diferente. Durante los últimos dos días, mujeres elegantes habían lucido sus diseños exclusivos y sombreros de ala ancha, y los hombres sus pañuelos de seda al cuello y botas tejanas. Una porción del mismo público que solía acompañar al equipo en el Buenos Aires Lawn Tenis, aunque esta vez se había mudado al sur de la ciudad, rodeado ahora de buenas intenciones corporativas.
El licenciado Antolín Magallanes es uno de los directores titulares del ente que tiene como compromiso mejorar las condiciones de vida en el sur de la Capital Federal. Y va más allá de lo que sugiere la construcción del estadio: “La estrategia de desarrollo contempla iniciativas conjuntas como la enseñanza del tenis en los colegios de la zona y en el caso de esta Copa Davis, significó la entrega de más de 2000 entradas a las escuelas por intermedio del Ministerio de Educación”. Las localidades para las tres jornadas costaban desde 90 a 900 pesos, valores carísimos para la mayoría de la gente y en particular para un barrio que espera un crecimiento en armonía con su flamante infraestructura deportiva.
En la Corporación aseguran que el escenario donde se juega la semifinal de tenis también será empleado en el futuro por disciplinas como el básquetbol y el vóleibol. En el primer caso, ya se firmó un convenio con la Confederación Argentina para que el actual campeón olímpico dispute partidos ahí. Aunque claro, la superficie que hoy ocupa el polvo de ladrillo dejará su lugar al parquet y un techo deberá cubrirlo todo. “La inversión concretada se recuperará con los años y unos cuantos eventos”, agrega Magallanes.
La Asociación Argentina de Tenis (AAT) y L’Egalité (la empresa de Fernando Marín, el ex gerenciador de Racing) fueron socias en la organización del evento deportivo más importante del año realizado en el país. Cuánto dinero ganaron se sabrá cuando hoy se actualicen los números de varios rubros, desde la venta de localidades a los derechos de televisión.
La Copa Davis, un gran negocio que resplandeció más en el sur empobrecido de la ciudad, dio para todo. Como marquesina para enunciar ideales de ascenso social que sólo se comprobarán en décadas y como escenario para una protesta social que finalmente no tuvo lugar. La policía la impidió y la Argentina se clasificó sin sobresaltos para jugar la final. Lo único que resta saber en Villa Lugano es si el tenis plantó su semilla para darle una mano al progreso o si las condiciones de vida de los vecinos continuarán como hasta ahora.
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