Domingo, 5 de agosto de 2007 | Hoy
DEPORTES › EN BRASIL REALIZARON UN DOCUMENTAL SOBRE DEPORTISTAS ARGENTINOS DESAPARECIDOS
Dos periodistas brasileños se interesaron y llevaron al cine las vidas del atleta Miguel Sánchez, el tenista Ricardo Schapira, la jugadora de hockey Adriana Acosta y los rugbiers de La Plata.
Por Gustavo Veiga
Están ahí, unidos por historias semejantes adentro de una película, como están unidos ahora junto a la mesa de un bar. El documental donde recuerdan a sus seres queridos se llama Atletas y dictadura, la generación perdida. Uno de sus autores, el brasileño Marco Villalobos, departe con ellos, integrado a la conversación como si los conociera desde hace mucho tiempo. Sus vidas, sin embargo, se cruzaron por primera vez a mediados de febrero último. Periodista e historiador inquieto, Marco viajó junto a su amigo y discípulo Marcelo Outeiral –un colega de TV Globo oriundo de Porto Alegre como él–, para entrevistar a Elvira Sánchez, Segundo Correa y Raúl Barandiaran, entre otros. Son la hermana y el amigo de Miguel Sánchez, el fondista desaparecido, y el compañero de equipo de varios jugadores de La Plata Rugby, un club diezmado por la última dictadura militar.
Quizá no cause sorpresa cómo dos periodistas de Brasil se interesaron en retratar nuestra tragedia, pero sí el enfoque que eligieron darle. Impresionados por las desapariciones de decenas de militantes que asimismo eran deportistas, vinieron a Buenos Aires para recoger los testimonios de familiares y amistades. Hoy, con el trabajo concluido (ver recuadro), esperan presentarlo antes de finalizar el año en Sport TV, un canal de respetable audiencia en su país. El documental profundiza en el perfil de los atletas y las historias contenidas en el libro Deporte, desaparecidos y dictadura, de ediciones Al Arco, publicado en marzo de 2006. Una problemática casi inexplorada que no tiene lugar en la industria del entretenimiento deportivo.
“A partir de que el caso de Miguel salió a la luz ya no tengo un dolor terrible, sino una pena acompañada. Cada día que pasa es como si recibiera más adrenalina. Por eso les agradezco a Marco y Marcelo este trabajo que hicieron en Brasil. Y que contribuyan a que se conozca a todos estos deportistas que la dictadura hizo desaparecer por sus ideales. Esto nos da más fuerza para seguir”, cuenta Elvira Sánchez, la hermana menor del corredor tucumano desaparecido el 8 de enero de 1978, un puñado de días después de haber participado en el tradicional maratón de San Silvestre, en Brasil.
Sentado a su lado, el Tucu Correa, ex maratonista y actual entrenador de atletas, evoca la figura de su amigo: “Nos juntábamos a escribir en Parque Chacabuco sobre nuestra provincia. A nosotros, más que la política, nos unía la tucumanidad. El conocía el ingenio Bella Vista y yo el Ñuñorco y el Santa Lucía. Hablábamos de ellos y sobre nuestras experiencias personales en Tucumán, a la que vivíamos añorando. A partir de Miguel comencé a perder el miedo, ese miedo que pensé no tenía, pero que evidentemente existía”.
El arquitecto Barandiaran, ex rugbier del club La Plata, le dice a Correa: “Mi historia es parecida a la tuya, porque vos eras amigo de Miguel y yo de Otilio, Mariano, Santiago, Hernán y Pablo (varios de los jugadores que asesinaron o hicieron desaparecer la Triple A y la dictadura)”. De repente, interrumpe el comentario y se sobresalta con una idea que comparte a modo de pregunta: “¿Sabían que el 24 de marzo del año que viene se cumplen 30 años de la fuga de Claudio (por Tamburrini) de Mansión Seré?”. Y sin darles tiempo a los demás, se responde solo: “Me dijo que quiere hacerles un homenaje a los deportistas desaparecidos. Una vez me explicó que por haber sido deportista se pudo escapar. Lo que no quiere decir que lo hayan secuestrado por ser deportista, pero sí que, por su conducta de atleta, no hay nada que pueda parecer imposible. Esa idea de que con el esfuerzo todo se consigue. Claudio jugaba al fútbol y era arquero”, recuerda sin necesidad de aclarar que se refiere al escape del ex jugador de Almagro en vísperas del Mundial ’78, llevado al cine por el director Adrián Caetano, en la película Crónica de una fuga.
Villalobos, 50 años, reportero y profesor de periodismo en dos universidades de Porto Alegre, tiene un par de libros publicados sobre las dictaduras brasileña y uruguaya. Mientras Sánchez, Correa y Barandiaran van desgranando sus anécdotas sobre Miguel o los jóvenes de La Plata, él toma fuerza para hablar en portuñol, como define con cierta modestia a su correcto castellano: “En Brasil tenemos la idea de que los deportistas son gente que no se preocupa por la situación actual, los temas políticos, la condición en que vive la gente, que son alienados. Por eso, es importante que se sepa esto. Que hubo maratonistas, jugadores de rugby o de hockey, tenistas y futbolistas que no pensaban solamente en sus deportes”.
Cuando el encuentro compartido por el brasileño y sus nuevos amigos argentinos ya dejó atrás la ronda del té y el café, Marco, como doctor en historia iberoamericana que se precia de tal, pone en contexto el documental que produjo con Outeiral: “Habla de una generación muy politizada. Y los deportistas no podían estar afuera de eso. Todos estaban en el mismo tren. Y los que para mí tenían la posición correcta, terminaron martirizados y desaparecidos”.
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