Martes, 29 de mayo de 2007 | Hoy
El fantasma de la altura no murió el domingo, como decretó la FIFA, sino que lo hizo, definitivamente, el 26 de marzo de 2005, cuando José Pekerman puso un equipo casi suplente, de pibes, livianito, para enfrentar a Bolivia con la camiseta de la Selección Argentina, y ese equipo ganó 2-1 con goles de Lucianos Figueroa y Galletti. No era la primera vez que un representativo argentino vencía en los 3600 metros de La Paz: aquel cabezazo del sanjuanino Oscar Fornari, en 1973, coronaba 40 terribles días de lo que se llamó la “Selección fantasma”, un grupo de futbolistas que no era el que Enrique Omar Sívori consideraba titulares y que vivió concentrado en La Quiaca para adaptarse a la situación. Una medida que Daniel Alberto Passarella, un entrenador obsesionado por la altimetría del campo de juego (por eso, su frase más célebre, “la pelota no dobla” es hija de su obsesión), reprodujo para la Copa América de 1997 y en las Eliminatorias del Mundial 1998, situación esta última que terminó en la patética cara cortada de Julio Cruz. Además, en la altura de Quito consiguió la selección de Marcelo Bielsa la clasificación al Mundial 2002, el 15 de agosto de 2001, venciendo 2-0 a Ecuador con goles de Juan Verón y Hernán Crespo.
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