Las Bolsas internacionales cerraron una semana para el olvido. Luego del desplome generalizado de anteayer, los principales índices accionarios continuaron a la baja. En Wall Street el Dow Jones retrocedió 1,6 por ciento, mientras que las plazas europeas registraron pérdidas de hasta un 2 por ciento. Los más afectados fueron los mercados asiáticos, que sufrieron el impacto del “jueves negro”, marcando pérdidas de hasta 2,5 por ciento. El mal desempeño tuvo un fuerte componente de arrastre, aunque también se conocieron datos que desalentaron a los inversores para recomponer cartera. El JP Morgan redujo sus previsiones sobre el crecimiento de Estados Unidos para el cuarto trimestre de este año y el primero del próximo, un día después de que el Morgan Stanley alertara sobre un elevado riesgo de recesión. Para el JP Morgan, en la última parte del año la actividad económica estadounidense crecerá apenas uno por ciento. El oro, valor refugio por excelencia en tiempos de crisis, sigue batiendo records al alza. Finalizó en 1867 dólares la onza troy.

Las Bolsas asiáticas enlazaron los desplomes que se registraron en Wall Street y Europa, preparando el terreno también a una nueva ola de descensos. En este caso el anuncio de Morgan Stanley de que Estados Unidos y las economías europeas están peligrosamente cerca de la recesión alcanzó para que se sucedieran las ventas. La Bolsa de Tokio finalizó con pérdidas de 2,5 por ciento en el Nikkei, en su nivel más bajo en cinco meses. La plaza nipona se vio además arrastrada por los temores de las empresas exportadoras de perder competitividad internacional ante la apreciación de su moneda. El yen registró ayer su máximo histórico frente al dólar, a 76,50 unidades por divisa estadounidense. Durante la semana, el Nikkei se desplomó 2,7 por ciento.

Más tarde fue el turno para las Bolsas europeas y las miradas estuvieron puestas en las noticias del Viejo Continente. El calendario de informes para Estados Unidos no deparaba anuncios para la jornada. Sin embargo, el paper del JP Morgan sobre un menor crecimiento para los Estados Unidos sumó incertidumbre entre los inversores a ambos lados del Atlántico. A esto se sumó que el Barclays revisó también a la baja sus pronósticos de crecimiento para la Zona Euro. La entidad previó un aumento de la actividad económica de 1,8 por ciento para este año y de 1,1 por ciento el próximo ejercicio.

La expectativa siguió en torno del resultado de los test que realizó la Reserva Federal sobre los bancos europeos que tienen sedes en los Estados Unidos. Las acciones bancarias en Europa volvieron a ser vapuleadas. En París, el banco Société Générale, que perdió casi un 40 por ciento de su capitalización bursátil en el último mes, cayó 4,5 por ciento, y BNP Paribas, 3,5 por ciento. En Londres, la acción del Barclays retrocedió 4,7 por ciento.

A pesar de las evidencias del fracaso de las medidas de ajuste para reactivar la economía, los gobiernos se apuran a anunciar nuevos recortes para traer calma a los mercados, algo que tampoco consiguen. El gobierno español aprobó un nuevo paquete de ajuste para reducir el déficit público de este año. El Consejo de Ministros acordó, entre otras medidas, racionalizar el gasto farmacéutico y una reforma del impuesto de sociedades que pagan las grandes empresas, buscando ahorrar 5000 millones de euros en el actual ejercicio. En tanto, el gobierno alemán reiteró su rechazo a una emisión de eurobonos, ante el anuncio del comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la Unión Europea, Olli Rehn, de que la Unión Europea podrá preparar un borrador sobre un estudio de factibilidad para un eventual lanzamiento de tales activos.

Todas las plazas europeas cerraron en rojo. La más afectada fue Milán, con una caída de 2,5 por ciento. Le siguieron Francfort (2,2), que acumula pérdidas de 23,5 por ciento en lo que va de agosto, Madrid (2,1), París (1,9) y Lisboa (0,3). Los retrocesos se trasladaron a Nueva York, donde se conoció además que el Bank of America recortará este trimestre 3500 empleos bajo un agresivo plan de reestructuración.