“El Gobierno está buscando medidas que le permitan al país continuar con la senda de crecimiento. Estamos atentos para que no nos fabriquen problemas desde afuera”, aseguró el ministro de Economía, Amado Boudou. El Gobierno, en sintonía con los países de la Unasur, sigue de cerca los espasmos de la crisis global para responder a los posibles coletazos comerciales y financieros. El paquete de herramientas con el que enfrentó la crisis en 2009 se complementa con los instrumentos que se están diseñando a nivel regional. En ese sentido, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, advirtió ayer que “es evidente que la crisis ha impactado en nuestro país” y se comprometió a “contener los efectos perversos de la crisis, no somos inmunes, no somos una isla”. El país vecino posee una mayor exposición a la turbulencia internacional que Argentina.

“Es imprescindible profundizar el proceso de industrialización, porque de esa manera podremos crear más trabajo para los argentinos”, sostuvo el titular del Palacio de Hacienda en la localidad bonaerense de General Pinto durante el acto de entrega de 600 netbooks del programa Conectar Igualdad. En ese evento, Boudou destacó las herramientas de política comercial desplegadas durante la desaceleración registrada en 2009 para frenar el ingreso masivo de productos importados, como las licencias no automáticas, la actualización de valores criterio y la agilización de los procesos antidumping. Cuando ven que nos enojamos con el tema de las importaciones, y nos ponemos firmes, es porque eso les quita trabajo a sus padres. No es que tengamos ganas de pelearnos, sino de defender el trabajo del papá y la mamá de todos ustedes”, precisó Boudou ante los niños y jóvenes que fueron a recibir sus computadoras portátiles.

“Aunque los dirigentes patronales rurales estuvieron enojados con nosotros, no nos importó y este año en el G-20 pusimos la cara por ellos y por todos frente al mundo al pelear para que no nos tocaran los precios porque estamos peleando por las cosas de los argentinos”, explicó Boudou en referencia al debate en el foro global, ante un auditorio lleno de estudiantes. Los miembros europeos del G-20 plantean regular los precios de los commodities y, en consecuencia, limitar los ingresos de los países en desarrollo. En cambio, el gobierno argentino postula otro eje: la regulación de la especulación financiera con instrumentos y contratos de alimentos y otras materias primas. El ministro recordó que a lo largo de los últimos ocho años “al sector rural le fue mejor que nunca” y enfatizó que “vamos a seguir cuidando el tipo de cambio para que quienes desarrollan actividades agropecuarias puedan continuar vendiendo sus productos”.

Por su parte, la presidenta de Brasil consideró que la crisis ya llegó a su país. Por eso expresó su compromiso para “garantizar que seamos capaces de contener los efectos perversos de una crisis que no creamos y que podría golpear a Brasil. Es obvio que la crisis ha tenido un efecto”. A su vez, la mandataria recordó el desempeño económico de su país durante la recesión de 2009. “Lo que estamos tratando de hacer este año es ni siquiera entrar en la crisis, pararla en la puerta. ¿Es difícil? Sí. No somos inmunes, no somos una isla”, admitió Rousseff.

En el país vecino la decisión de mantener elevadas tasas de interés para controlar la inflación redunda en un fuerte ingreso de capitales especulativos que presiona a la baja al tipo de cambio. Ese proceso erosiona la competitividad y la balanza comercial. En Argentina, el Gobierno tiene como objetivo preservar un tipo de cambio competitivo y el superávit comercial. A pesar de los distintos objetivos de política económica, los países de la Unasur comenzaron a diseñar distintas herramientas para enfrentar la crisis en forma conjunta. Los instrumentos van desde la creación de un Fondo Latinoamericano de Reservas hasta la promoción del comercio intrarregional en monedas locales.