Las nuevas jubilaciones que paga el Estado empiezan a acercarse a la aspiración histórica del 82 por ciento móvil. Se encuentran a menos de diez puntos de esa meta. El dato corre para quienes trabajaban en relación de dependencia. Del total de jubilaciones otorgadas a ese sector en 2011, el haber promedio representó el 73,88 por ciento de lo que ganaban como activos. “¿El 73,88 por ciento?”, se sorprendió ayer el senador Gerardo Morales (UCR) cuando el titular de la Anses, Diego Bossio, dio la información en el Congreso. El funcionario presentó un informe ante la comisión bicameral de control de los Fondos de la Seguridad Social, como hace cada seis meses. Allí dio cuenta de esa cifra, que refleja la mejora que vienen registrando los haberes jubilatorios en los últimos años y que se expresa con mayor contundencia en los nuevos beneficios.

El salario medio de los empleados en relación de dependencia en 2011 fue de 4716 pesos, y la jubilación media para el sector ascendió a 3484 pesos, el 73,88 por ciento de aquel monto. Es lo que se conoce como tasa de sustitución: cuánto representa el haber inicial del jubilado respecto de la remuneración actualizada de los últimos diez años como trabajador aportante. Un elemento clave para elevar ese promedio es que el Gobierno definió un mecanismo de actualización de esos últimos 120 aportes más conveniente para los jubilados.

Bossio aclaró que las cifras bajan cuando se considera al total de beneficiarios del sistema previsional, lo que incluye a quienes aportan como autónomos y a quienes accedieron a una jubilación gracias a las moratorias. En esos casos, las tasas de sustitución a la fecha son del 62 y 52,9 por ciento, respectivamente. La primera de esas cifras revela que el régimen de autónomos necesita una revisión integral, que fuentes del mismo gobierno reconocen. De todos modos, la tasa de sustitución para esos dos segmentos también viene creciendo año a año. El piso se registró en 1997, cuando los jubilados argentinos cobraban en promedio apenas el 43,2 por ciento de lo que era su salario como activos. La segunda mitad de la década del ’90 osciló entre esa cifra y el 45 por ciento. En 2003 empezó la recuperación, rozando el 47 por ciento. En 2007, la tasa de sustitución ya era del 50,6 por ciento; en 2009, del 57,4; en 2010, del 59,3; en 2011, del 61 y ahora del 62. Estas cifras no toman en cuenta a quienes cobran por moratoria sino a trabajadores en relación de dependencia y autónomos.

Cuando a esos dos sectores se les suman los beneficiarios por moratorias –-el total de jubilados nacionales–, la curva también es ascendente, pero arranca de un piso más bajo: 45,2 por ciento de tasa de sustitución en 2006, 48,5 en 2009, 50,5 en 2010 y 52,9 en la actualidad. Los inscriptos en moratorias no hubieran tenido casi ninguna chance de jubilarse de no haber existido el plan de inclusión. El resultado de ese programa fue que más de 2,5 millones de personas empezaron a cobrar un haber. El total de jubilados llega en la actualidad a 5.742.000, según precisó Bossio. “Argentina tiene el sistema jubilatorio con mayor tasa de cobertura de América latina”, destacó.

La reunión en el Congreso con la comisión bicameral duró más de tres horas. Al inicio, Bossio presentó un informe sobre la evolución del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), que reúne el dinero ahorrado por el Estado y los recursos que habían dejado las AFJP después de 14 años de operación. Ese capital eran 98.082 millones de pesos al 5 de diciembre de 2008, cuando caducaron las administradoras privadas. Ahora, al 30 de septiembre último, el FGS acumula 227.202 millones de pesos, un 131,6 por ciento más. La estimación oficial es que a fin de año el fondo tendrá 234.737 millones. Es decir, un 17,7 por ciento por arriba de lo que había a fines de 2011. Ese sería el rendimiento del fondo, ya que la Anses este año no hará transferencias de excedentes presupuestarios –casi no los habría– como ocurrió en ejercicios anteriores.

El 17,7 por ciento de crecimiento del FGS fue considerado “muy positivo” por Bossio y legisladores oficialistas como Juan Carlos Díaz Roig y María de la Rosa, ya que está muy por arriba del rendimiento de un plazo fijo y del que tuvieron las acciones. El radical Eduardo Santín, en cambio, advirtió que el respaldo del FGS viene cayendo en los últimos años. En 2010, el fondo alcanzaba para cubrir 2,14 veces el gasto anual de la Anses para el pago de prestaciones. En 2011 bajó a 1,63 y en el primer semestre de 2012, a 1,37. Díaz Roig retrucó que eso se debe no a un rendimiento bajo del fondo –creció 131,6 por ciento en tres años y nueve meses– sino a los fuertes aumentos que registraron las jubilaciones –172,6 por ciento desde marzo de 2009– y al incremento de beneficiarios por las moratorias.

En cuanto a la composición de la cartera, el 61,8 por ciento del dinero está invertido en títulos públicos, el 14,4 en proyectos productivos o de infraestructura, el 7,6 en plazos fijos y el 5,8 en acciones. “Invertir en bonos fue lo que más rentabilidad arrojó”, enfatizó Bossio, en respuesta a quejas de la oposición por el financiamiento al Tesoro. La tenencia en bonos es muy similar a la que tenían las AFJP, del 59,5 por ciento cuando dejaron de existir. Este año, la compra neta de títulos públicos por parte del FGS será de 3700 millones de pesos, mientras que el resto fueron renovaciones de títulos.