Domingo, 4 de septiembre de 2016 | Hoy
ECONOMíA › MURIO CARLOS BULGHERONI. ESTABA INTERNADO EN ESTADOS UNIDOS
Falleció a los 71 años el principal directivo de Bridas y PAE. Muy influyente durante décadas, profesaba un estilo muy diferente al de la dirigencia empresaria hoy en el gobierno.
Por Raúl Dellatorre
La noticia pura, fría, cruda, es que murió en la madrugada de ayer Carlos Alberto Bulgheroni, de 71 años, en Estados Unidos, donde se encontraba internado desde hace meses en la Clínica Mayo. En junio pasado, había sido intervenido quirúrgicamente, como parte del prolongado tratamiento al que venía sometiéndose contra el cáncer. Los comentarios periodísticos destacan, en primer lugar, que era el hombre “más rico” de la Argentina, siguiendo los ranking de la revista Forbes. Un ranking elaborado en base a las participaciones declaradas en el capital de empresas que presentan balances y resultados regularmente, y tienen carácter público. Los otros activos, los ocultos, no “rankean” en Forbes. Carlos Bulgheroni era millonario, sin dudas, pero quién sabe si otros argentinos millonarios que ocultan su fortuna tras pantallas “off shore” son o no más ricos que él. Según la Red de Justicia Fiscal, hay más de 400 mil millones de dólares de argentinos en el exterior, cifra que deja espacio para “varios millonarios” que superen los 3500 millones que la revista Forbes le asigna a Carlos y su hermano Alejandro en su ranking.
El hombre fuerte de Bridas, Axion y Pan American Energy, encadenamiento empresario que Bulgheroni supo construir a lo largo de las últimas décadas pisando firme donde otros resbalaron, fue sin duda un empresario ambicioso, audaz, en algún sentido inescrupuloso, con fino olfato para los negocios pero también para tender puentes hacia la política. A lo largo de las últimas décadas construyó su imperio vinculándose con cada uno de los gobiernos que pasó por la Casa Rosada, sin excepción. También explotó, se podría decir que como nadie, las relaciones y los negocios internacionales de su empresa familiar, Bridas. Es memorable la foto en la que se lo vio sentado en el piso, sobre una alfombra, negociando con los Taliban en medio del desierto. Es del año 1995, cuando se aventuró a negociar con cada tribu la “autorización” para atravesar el desierto con un gasoducto que le permitiera llevar el gas desde el bloque de Yashlar, en Turkmenistán, donde tenía concesiones de explotación, hasta una salida al mar atravesando Pakistán y Afganistán, en pleno conflicto armado. No lo logró, pero sobrevivió a la experiencia.
Bulgheroni perteneció a una clase empresaria muy poderosa, que fue caracterizada por enriquecerse con los negocios con el Estado, a la que se la acusó de construir un modelo de país altamente concentrado y con un sector público muy dependiente de ese sector dominante. A su vez, algunos detalles como el relatado del Asia Central hablan de una ambición y audacia que lo diferencia de otra clase dominante que se enriqueció con las trampas financieras, la especulación, las importaciones o el uso de las relaciones con el Estado para negocios fáciles y nada productivos.
Carlos Bulgheroni fue el primero en asociarse con los chinos para convertir a Bridas en una empresa con interconexión con el gigante asiático, sin perder el manejo de sus negocios petroleros en el país. No es poco en un país cuya cúpula empresaria rinde tributo casi a diario al capital norteamericano, al punto de exigirle al Gobierno que rechace el ingreso de China a la OMC (UIA, esta semana). También se diferenció de esa otra dirigencia empresaria que llegó al gobierno gracias a campañas engañosas y falsas promesas. PAE, la empresa en que los Bulgheroni están asociados con los chinos, enfrenta hoy dificultades con la política de desregulación petrolera que pretende el gobierno de Mauricio Macri, tras haber sido la petrolera privada que más invirtió en el sector en los años anteriores, con el gobierno kirchnerista. Casi una metáfora de la diferencia entre estos CEOs actuales y esa otra generación de capitalistas a la que perteneció Carlos Alberto Bulgheroni. Con un proyecto de país que no es el de las mayorías, pero diferente al que hoy promueve una apertura salvaje disfrazada de “integración eficiente al mundo”.
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