Miércoles, 5 de julio de 2006 | Hoy
ECONOMíA › OPERACION FINANCIERA INEDITA DE UN BONO BINACIONAL DE ARGENTINA Y VENEZUELA
Un novedoso mecanismo de financiación anunciaron en forma conjunta Hugo Chávez y Néstor Kirchner. El Bono del Sur es el “preinicio” del proyecto del Banco del Sur, dijo el presidente argentino. El lanzamiento será dentro de 60 días.
Por Raúl Dellatorre
Desde Caracas
El anfitrión eligió hacer eje en la Alianza Estratégica, a la que no se privó de presentar como una continuidad y un mandato heredado del abrazo de Bolívar y San Martín de dos siglos atrás. El visitante puso el énfasis en la creación del Bono del Sur, un novedoso y provocativo mecanismo de financiación que él mismo calificó, más desafiante aún, como el “preinicio” del proyecto del Banco del Sur. Hugo Chávez y Néstor Kirchner, los presidentes de Venezuela y la Argentina, respectivamente, cuando hablan juntos se potencian, pero esta vez no fue sólo el tono discursivo lo que se salió de los marcos retóricos habituales en estas cumbres presidenciales. Lo que se puso en juego es un instrumento financiero que, de consolidarse como tal, en el caso argentino es una opción política que rompe con las ataduras y condicionamientos de los grupos financieros internacionales, que aún siguen llevando al FMI como mascarón de proa.
El “hecho concreto” de esta convocatoria, tal cual describió Kirchner en su discurso por la mañana en el Palacio Miraflores (sede del gobierno venezolano), fue la incorporación de Venezuela al Mercosur. Pero el hecho político “es mucho más que eso”, destacó y corrigió enseguida Chávez. “Empezamos a trabajar en la idea del Bono del Sur para generar una fuente de recursos muy importante, que se constituya en un bono muy prestigioso, y que puede ser el preinicio de la construcción de un banco que dé respuestas a nuestras necesidades”, lanzó el presidente argentino en su discurso.
No fue mucho más allá, pero fue suficiente como para generar la expectativa de que en este encuentro bilateral, previo a la Cumbre que por la tarde iban a protagonizar los presidentes de los ahora cinco socios del Mercosur, ya habían arrojado una piedra en el agua.
El propio Chávez destacó luego que la idea del bono conjunto había nacido de la Argentina, pero el discurso de Kirchner lo había empalmado con una idea ya lanzada por el propio mandatario bolivariano: el Banco del Sur. La idea del bono se la habían acercado al gobierno venezolano funcionarios del Ministerio de Economía argentino, unos 30 o 40 días atrás, en visita a Caracas. Nelson Merentes, ministro de Finanzas venezolano, fue el receptor de la propuesta y, desde entonces, uno de sus impulsores. En estas pocas semanas fue tomando forma y ayer se fijó en 60 días el plazo en el que los respectivos ministros del área económica deberán darle un cuerpo definitivo. A partir de allí, su lanzamiento dependerá de las condiciones políticas y de mercado.
Por ahora, la idea es que el bono sea lanzado por Venezuela, como país emisor, lo que le permitiría ser colocado a una menor tasa de interés –un menor descuento en su precio de colocación– debido a que cuenta con un riesgo país sustancialmente inferior al de la Argentina. Una vez colocado y obtenido los recursos, éstos serían automáticamente represtados a la Argentina, que de todas formas quedaría vinculado al primer bono en cuanto a la responsabilidad de pago. La intención es que las garantías de uno y otro se sumen, no que se promedien. Esta forma que podría adoptar el bono es, por el momento, sólo una entre varias hipótesis, pero quizá la más viable. Por eso pierde fuerza la alternativa de lanzar dos bonos simultáneos, uno por país, con obligación de suscripción conjunta y en iguales condiciones por el tomador.
Desde el lado argentino, la operación Bono del Sur es vista como la posibilidad de un excelente negocio financiero. Le permitiría acceder al mercado financiero internacional a una tasa a la que difícilmente pueda acceder ahora. Y el Gobierno se puede permitir encarar el proyecto sin la urgencia de fondos inmediatos, ya que el financiamiento de compromisos para este año está prácticamente cerrado y ya está pensando en el 2007. “De aquí a fin de año sólo resta cubrir unos 900 a 1000 millones de dólares, que al ritmo que viene la recaudación (fiscal) es como para sentarse a esperar fumando”, graficó un cercano asistente de Felisa Miceli. “Todavía queda un margen de unos 500 millones de emisión del Bonar (títulos de deuda) para este año, con lo cual el programa financiero de 2006 es un asunto prácticamente cerrado”, redondeó. En cambio, 2007 es otro capítulo. “Felisa ya piensa en el año que viene, pero lo quiere resolver ahora, porque tiene un vencimiento fuerte de los bonos del canje, por unos 7000 millones de dólares, y además es un año electoral”, comentó. “Si puede cerrarlo antes de diciembre, lo va a hacer”, completó.
Desde el punto de vista político, significa para el país cambiar el eje tradicional de financiamiento. No sólo porque elige una vía contraria a la de operar bajo la tutela del FMI, sino porque lo hace a través de un país que, como Venezuela, viene desafiando todos los ámbitos institucionales en los que Estados Unidos hace pesar su hegemonía. Lo del Banco del Sur, por ahora, no es más que una idea pronunciada en voz alta, pero ahora son dos presidentes los que la explicitan y no uno. En el imaginario de Chávez, son “piedras fundamentales” en el camino de la liberación de los pueblos sudamericanos. Los más entusiastas hablaban aquí, en las galerías de estilo colonial que rodean el patio de la fuente del Miraflores, de que el bono “va a significar el quiebre del mercado de capitales”. El Morgan Stanley o el Credit Suisse, principales agentes del gobierno venezolano, en cambio, festejan.
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