Se veía venir. A miles de pies de altura o ya con el avión aterrizado en Caracas, el tema tenía que salir. Y salió. Al filo de la medianoche del lunes y con un plato de pescado de testigo, Felipe Solá habló distendidamente con Néstor Kirchner sobre la posibilidad de su reelección en la provincia de Buenos Aires. El Presidente no hizo un gesto formal de apoyo o rechazo, pero le recomendó al gobernador apurar una presentación para que la Justicia resuelva sobre la viabilidad del proyecto.

En el viaje a Venezuela el tema no estuvo ausente: Kirchner subió al Tango 01 a una comitiva hegemónicamente provincial. Además de Solá, viajaron su ministro de Gobierno, Florencio Randazzo; el presidente provisional del Senado, José Pampuro; el titular de Diputados, Alberto Balestrini; el jefe de bloque del Peronismo Federal en la Cámara baja, José María Díaz Bancalari, y los intendentes Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Daniel Katz (Mar del Plata).

En el restaurante del primer piso del hotel Hilton, donde se alojó apenas arribó de Buenos Aires, la mayoría de ellos fue testigo y protagonista de charlas y chistes en torno de la reelección de Solá. Había cansancio por el viaje pero regocijo por trasladar al exterior un tema propio del pejotismo bonaerense. Mucho más si se tiene en cuenta que entre los presentes no sólo Felipe aspira a quedarse con el bastón de mando en la provincia: lo mismo buscan Randazzo, Pampuro, Balestrini y Díaz Bancalari.

Kirchner bromeó reiteradamente. Muchos testigos dijeron que, riéndose, decía “modifiquémoslo”, en alusión al artículo constitucional que impediría a Solá la continuidad en el cargo después del 2007. Hubo otros que se sumaron al clima festivo. “Sí, deroguémoslo y listo”, agregó otro bonaerense que alternaba entre el pescado y la ensalada.

El artículo en cuestión es el 123, que determina que “el gobernador y el vicegobernador pueden ser reelectos o sucederse recíprocamente por un nuevo período. Si han sido reelectos o se han sucedido recíprocamente, no pueden ser elegidos para ninguno de los cargos, sino con intervalos de un período”.

En 1999 Solá acompañó en la fórmula a Carlos Ruckauf. Y en el 2003 encabezó otra fórmula secundado por Graciela Giannettasio. ¿Cómo pretende sortear el obstáculo legal? Felipe quiere que la Junta Electoral provincial, integrada por tres camaristas federales y un miembro de la Corte, no considere el período que reemplazó a Ruckauf en la gobernación cuando éste saltó a la Cancillería.

El tono de la cena a la hora de las brujas fue demasiado coloquial. No obstante, algunos testigos notaron detrás de los chistes del Presidente una preocupación real sobre el futuro de Solá. Por eso –aseguran– le recomendó no dilatar la situación y recurrir a la Justicia para saber sobre sus verdaderas chances de pelear por la reelección. No quiere que una indefinición del candidato oficial favorezca el armado de la oposición en el distrito.

Especulaciones al margen, la explicación de la nutrida presencia bonaerense fue económica: el 50 por ciento de lo que se exporta a los pagos de Hugo Chávez se origina en la provincia. Pero tanto Solá como Randazzo fueron especialmente a resolver un entuerto relacionado con los Astilleros Río Santiago, donde se construyen dos buques para Venezuela.

Los trabajos venían demorados. Por un lado por la decisión de Brasil –país al que se le encargaron los planos– de cambiar la normativa de construcción de este tipo de embarcación. Por otro, por la entrega postergada de chapa imprescindible para el proyecto.

Pampuro y Balestrini, por su parte, justificarán el viaje con la reunión que hoy mantendrán en el Congreso Nacional a fin de avanzar en el armado del Parlamento del Mercosur. Lo de Descalzo aparece como un premio por su encolumnamiento. Y lo del radical Katz sirve para fortalecer el mensaje oficial de “pluralidad”. Mientras tanto, Kirchner arma y desarma en pos de su propio proyecto reeleccionista.