Sábado, 6 de septiembre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › PRIMERA VISITA DE ALTO NIVEL DE EE.UU. A LIBIA DESDE 1953
La presencia de la secretaria de Estado en Trípoli escenificó el fin del aislamiento del régimen de Khadafi desde el derribamiento de un avión en Escocia en 1988. Desde entonces el líder libio viene haciendo los deberes para complacer a Occidente.
Por Miguel Mora *
Desde Roma
Libia, el país gobernado por el líder beduino Muammar Khadafi desde 1969, dejó ayer de ser un Estado paria para Estados Unidos y el mundo. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, llegó a Trípoli para cumplir la primera visita de un alto cargo estadounidense al país árabe desde 1953. Rice cenó con Khadafi, el hombre al que Ronald Reagan definió como “el perro loco de Medio Oriente”, y ambos declararon abierta una nueva era en las relaciones entre ambos países. Rice completará su gira por el Magreb visitando Túnez, Argelia y Marruecos.
Khadafi hizo los deberes con esmero en los últimos tiempos y el reconocimiento empieza a llover poco a poco desde los grandes despachos del planeta desde que, en 2003, renunció sin rechistar a su incipiente programa de desarrollo de armas químicas, biológicas y nucleares, y se desmarcó de la organización terrorista islámica Al Qaida.
Hace unos meses, Libia cerró la última herida al aceptar pagar una indemnización de 1880 millones de euros a las 270 víctimas del vuelo de Pan Am, que fue bombardeado y derribado en Lockerbie (Escocia) por agentes libios en 1988. El problema es que Khadafi todavía no ha transferido el dinero. Rice dijo ayer a la prensa en Lisboa que estaba “deseando visitar Trípoli”, aunque el viaje sólo iba a durar cinco horas. “Es un momento histórico, y llega después de muchas dificultades y del sufrimiento de mucha gente que nunca será olvidada, ni aliviada, muchos norteamericanos en particular”, señaló Rice. “Pero Libia está cambiando, y quiero comprobar cómo se produce ese cambio.”
Los dos países vendieron con gran despliegue en los medios la cita. El gobierno de Bush, muy cerca ya de su final y con un balance entre bochornoso y trágico en política exterior, presenta la visita como un difícil éxito internacional (aunque las relaciones diplomáticas se reanudaron ya en 2006). Khadafi espera que la presencia de Rice servirá para limpiar de una vez por todas su célebre historial de matón.
El líder libio se ha esforzado en varios frentes por mejorar sus relaciones públicas. Primero permitió la resolución feliz del caso de las enfermeras búlgaras (condenadas a la pena capital). Luego, apareció ante el mundo como improbable mediador en el conflicto del Chad. Lo cierto es que los servicios secretos de Estados Unidos han cambiado de opinión y ahora consideran a Libia, no ya un enemigo, sino un aliado.
Según revelaba ayer The Wa-shington Post, el gobierno norteamericano considera que es en este momento “un país muy útil para evitar el flujo de terroristas no-rafricanos hacia Irak”. El romance creció el año pasado, cuando Khadafi le hizo un guiño a Rice, al llamarla Leezza en una entrevista concedida a la televisión árabe Al Jazeera y explicar que si ya no acude a las cumbres árabes es porque la secretaria de Estado, entre bambalinas, controla perfectamente ese terreno.
Viendo sus palabras de entonces, parece probable que la cena de anoche se alargara un poco: “Apoyo a mi querida señora negra norteamericana”, declaró histriónico el 27 de marzo de 2007. “La admiro y estoy orgulloso de cómo se recuesta en la silla y da órdenes a los líderes árabes. Señala a los ministros de Relaciones Exteriores árabes y ellos se acercan a ella, en grupos o de uno en uno. Leezza, Leezza, Leezza. La quiero mucho. La admiro, y estoy orgulloso de ella, porque es una mujer negra de origen africano.”
El último obstáculo para la reconciliación fue superado hace unas semanas, cuando ambos países acordaron atender los reclamos por el atentado libio de 1986 contra la discoteca La Belle, de Berlín Oeste, en el que murieron dos soldados estadounidenses y una mujer turca. El acuerdo prevé, además, que Estados Unidos asuma responsabilidad por las muertes libias, entre ellas la de un hijo de Khadafi, provocadas por el bombardeo aéreo lanzado contra Trípoli en represalia por el ataque de Berlín.
Más allá de estas viejas e incómodas querellas, el viaje de Rice tiene un obvio componente económico. Khadafi ha abierto la mano a la inversión extranjera después de años de aislamiento y sanciones, y su país tiene las reservas de petróleo más grandes de Africa, y en torno del 3 por ciento de las mundiales.
Libia ingresó el año pasado más de 40 mil millones de dólares por su sector energético, y planea, según The Washington Post, doblar su producción hasta los tres millones de barriles diarios en 2012. Libia ha mostrado su deseo de invertir en Estados Unidos, comprando un fondo de 50 millones de dólares (sovereign wealth fund). Aunque los derechos humanos planean sobre la cita, cabe suponer que ambos líderes tocarán el asunto con prudencia. Al menos once ciudadanos libios han estado detenidos en Guantánamo y Khadafi mantiene aislado al principal disidente del régimen, Fathi al Jahmi.
Irónicamente, funcionarios estadounidenses se mostraron preocupados por la situación de varios presos libios que salieron de Guantánamo rumbo a Trípoli el año pasado. Están en la cárcel y no tienen derecho a un abogado, cuestionan.
* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.
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