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La Justicia estadounidense se enfrentó a la Casa Blanca y ordenó la liberación de cinco prisioneros de Guantánamo. Se trata de cinco argelinos que fueron detenidos en Bosnia meses después de la invasión norteamericana a Afganistán en 2001. El gobierno de George Bush sostiene que estaban planeando un ataque contra las fuerzas estadounidenses en ese país. Sin embargo, el juez federal Richard Leon determinó ayer que los informes de inteligencia que leyó Bush no tenían evidencias suficientes como para respaldar la acusación. Es la primera vez que un magistrado se anima a emitir un fallo de este tipo.

La lectura del fallo fue toda una ceremonia. Leon cambió su tradicional corte por la sala de ceremonias del Juzgado Federal de Washington. Abogados, estudiantes y políticos se reunieron para escuchar lo que sabían que marcaría un giro en la pasividad de las cortes durante los últimos ocho años. Hace apenas una semana todos los diarios estadounidenses anunciaban que el presidente electo Barack Obama estaría barajando entre sus primeras medidas de gobierno el cierre de la cárcel militar en Guantánamo. Ayer nadie lo mencionó, pero todos lo tenían presente.

El magistrado repasó todo el caso. Recordó cómo, en un comienzo, el gobierno los acusó de planear un atentado contra la embajada estadounidense en Sarajevo. El propio Bush había celebrado la detención de los argelinos y la desarticulación del supuesto ataque en Bosnia en su discurso del Estado de la Unión de 2002. Sin embargo, años después y de forma menos altisonante, la Casa Blanca decidió retirar los cargos por falta de pruebas. Los argelinos, no obstante, siguieron en Guantánamo. Ahora la acusación formal era por complotar contra las tropas estadounidenses en Afganistán.

Lakhdar Boumediene, Mohamed Nechla, Mustafa Ait Idir, Hadj Boudelia, Saber Lahmar y Belkacem Bensayah ya cumplieron su séptimo aniversario detrás de las rejas de la base militar en Cuba. El último es el único que seguirá allí.