Viernes, 21 de agosto de 2009 | Hoy
EL MUNDO › LOS COMICIOS PRESIDENCIALES ESTUVIERON MARCADOS POR LA VIOLENCIA DE LOS INSURGENTES
“El pueblo afgano pasó por encima de los disparos de misiles y de las bombas”, dijo el aspirante a la reelección, Hamid Karzai.
Por Kim Sengupta y
Jerome Starkey *
Desde Nad-e- Ali y Lashkar Gah, Afganistán
Millones de afganos desafiaron ayer las amenazas de los talibán y concurrieron a las urnas para votar en la segunda elección presidencial de la historia del país. Sin embargo, se estima que la participación fue mucho más baja que la que se registró en los pasados comicios, cuando el presidente Hamid Karzai fue electo por primera vez, y se temen serios disturbios para cuando se anuncien los resultados en un par de días.
Según los primeros cálculos, se cree que el 40 o 50 por ciento de los 15 millones de afganos registrados para votar concurrieron a las urnas. En el 2004 el nivel de participación fue del 70 por ciento. Sin embargo, el hombre aliado de Washington tras la ocupación prefirió dejar a un lado las cifras y se concentró en elogiar a su pueblo que, según él, tuvo el coraje de fortalecer la democracia a pesar de todas las amenazas de atentados. “El pueblo afgano pasó por encima de los disparos de misiles y de las bombas, superó las intimidaciones y salió a votar”, señaló el mandatario cuando comenzaron a cerrar los centros de votación. “Luego veremos cuál es el nivel de participación, pero lo fundamental es que se votó”, insistió Karzai. En los días previos a los comicios los talibán amenazaron con “cortarle los dedos” al que vean con manchas de tinta indeleble en sus manos, signo de que votó.
Temprano por la mañana, el jefe de Estado emitió su voto en un colegio secundario de Kabul. Vestido con su habitual túnica a rayas verdes y violetas, Karzai hundió su dedo índice en la tinta indeleble (utilizada para evitar que la gente vote dos veces) y le mostró su dedo a las cámaras de televisión. Hacia el comienzo de la jornada de ayer, los sondeos le daban un 44 por ciento de la intención de voto, casi 20 puntos más que su rival más cercano y ex ministro de Relaciones Exteriores Abdulá Abdulá, pero no más del 50 por ciento necesario para consagrarlo en primera vuelta y evitar un ballottage.
Barack Obama ha hecho de Afganistán su propia guerra y, en ese sentido, elevó el número de tropas a más de 60 mil en una apuesta por aniquilar definitivamente a la resistencia talibán. Ayer, los agentes gubernamentales norteamericanos sobre el terreno parecían aliviados por el desarrollo de la votación y aseguraban que podría haber sido mucho peor. Richard Holbrooke, el enviado especial de Obama, recorrió centros de votación en Kabul durante toda la jornada y declaró: “Hasta el momento las peores predicciones se demostraron equivocadas”.
Las autoridades electorales afganas indicaron que 6192 mesas se habían abierto desde las montañas del norte hasta los campos de amapolas del sur, casi el 94 por ciento de las que estaban previstas. Según el gobierno, nueve civiles y 14 miembros de las fuerzas de seguridad perdieron la vida como consecuencia de los 135 actos de violencia que se registraron a lo largo de todo el país. El horario de votación se extendió una hora para compensar los cierres temporarios debido a problemas de seguridad.
En Lashkar Gah, la capital de la volátil provincia sureña de Helmand, las urnas no llevaban abiertas ni veinte minutos cuando cayó el primer misil talibán. A escasos metros del borde de una cancha de fútbol, el cuerpo hecho pedazos de un chico quedó tendido en el piso. A esa altura, en esa mesa, todavía no había votado nadie.
La primera víctima de los militantes islamistas para disuadir a la gente de ir a votar ni siquiera tenía la edad suficiente para hacerlo. Dio la casualidad de que el muchacho se encontraba paseando en bicicleta junto a su hermano mayor cuando el misil lo destrozó. Milagrosamente, su hermano no sufrió ni un rasguño. Pero sus gritos y llantos eran inconsolables al ver que se llevaban en una ambulancia el cuerpo sin vida de su hermano menor.
Minutos después, con el ruido de la ambulancia todavía de fondo y policías por todas partes, el gobernador de Hemland, Gulab Mnagal, votó tranquilo.
La participación, según los expertos, habría sido particularmente baja en las regiones del sur, donde la etnia pashtún es mayoría y las amenazas de los islamistas fueron especialmente reiteradas. Sin embargo, se cree que la baja sería fuerte también en el este, donde Karzai obtuvo buenos números en los últimos comicios.
Una de las dudas que se develará con el correr de los días es el nivel de participación de las mujeres, que se teme haya sido muy bajo dada las enormes dificultades de conseguir fiscales femeninas en un país tan conservador. Quizá para alentar su participación es que, a mitad del día, la televisión comenzó a mostrar imágenes tanto de la esposa de Karzai votando junto a su marido como de la mujer del candidato Abdulá Abdulá haciendo lo propio.
Haciéndose eco de las declaraciones hechas desde Washington, el comandante central de las tropas norteamericanas en la región, el general David Petraeus, se mostró optimista. “Fue una buena jornada. La gran mayoría de la población afgana tuvo la oportunidad de elegir una boleta. Las cosas salieron razonablemente bien”, señaló.
Los seguidores del rival con más chances de ganar, Abdulá Abdulá, ya avisaron que, de anunciarse una victoria de Karzai en primera vuelta, lo que consideran imposible según las encuestas, habrá “protestas a la iraní” por todo el país.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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