EL MUNDO › CON EL ELECTORADO POLARIZADO, SANTOS Y MOCKUS SE PERFILAN COMO FAVORITOS PARA ALCANZAR EL BALLOTTAGE

Voto con pronóstico de segunda vuelta

Treinta millones de colombianos están habilitados para elegir al reemplazo de Uribe entre nueve candidatos, bajo la atenta mirada de 350 mil efectivos militares y policiales encargados de velar por la seguridad de los sufragantes.

 Por Katalina Vásquez Guzmán

Desde Bogotá

Gustavo Petro está encerrado en un hotel. Lo visitan delegados internacionales para confirmar que sigue vivo y fuertemente amenazado. Juan Manuel Santos niega y vuelve a negar que tiene responsabilidad en ejecuciones extrajudiciales, parapolítica y escuchas ilegales. Antanas Mockus está en su sede de campaña, atiborrada de colaboradores, respondiendo preguntas a sus seguidores vía internet. Su mujer llega para atender a los medios, repartir órdenes y escuchar una frase que esperaba: “Se acabó la plata”. Silencio. Es sábado y, en menos veinticuatro horas, se elegirá al nuevo presidente de Colombia. Bogotá está empapelada con publicidad política, colorida, prometedora. Policías y soldados se ven en cada calle. El presidente Alvaro Uribe dirige un consejo comunal y promete que todo saldrá bien. La guerrilla ataca un pueblo. La gente, casi toda, habla de las elecciones. Son horas de tensión que pasan lenta y velozmente a la vez.

Treinta millones de colombianos están habilitados para elegir al reemplazo de Uribe. Nueve candidatos ruegan para que en el tarjetón sea su rostro el que marque la equis, aunque el país sólo conoce la mitad. Dos, Santos y Mockus, se pelean el primer puesto. Los soldados y policías que cuidarán los comicios suman 350 mil. Los números dan vueltas en las cabezas de todos. Un voto en blanco, un voto de más, un voto anulado, cuentan para definir una de las elecciones presidenciales más reñidas en la historia de Colombia. El bipartidismo entre liberales y conservadores ha sido el común en el último siglo. Lo de hoy es sorprendente para todos, fascinante para unos, engrandecedor para la democracia.

El oficialista Juan Manuel Santos obtendrá el 37,5% de los votos, según la última encuesta publicada el 19 de mayo. El profesor Antanas Mockus, candidato del Partido Verde, tiene el 35,4%. Técnicamente están empatados. Este domingo 30 de mayo uno de los dos se corona presidente, si logra más del 50 por ciento de los votos, lo que en Colombia sólo ha conseguido Uribe y con derecho a repetir (2002 y 2006). Por los sondeos de opinión y la conocida división política que vive el país en estas presidenciales, se prevé que se realizará una segunda jornada de votación. Si las encuestas se corresponden con la realidad, los ganadores de estas votaciones serán Mockus y Santos. Sin embargo, los nervios se les alteran a todos los candidatos, y se contagian a los jefes programáticos, asistentes de prensa, asesores de debate, quienes en cada escenario donde pisan faltando un día para los comicios no logran disimular la ansiedad. Para terminar su campaña, el candidato del Partido de la U ofrece un desayuno a los periodistas internacionales. Santistas dicen y contradicen, se ríen a carcajadas y fruncen el ceño, van y vienen entre mesas servidas con comida, supuestamente, típica colombiana: huevos americanos, papaya y melón, queso rayado, arepa de maíz redonda, café hirviente, pan con grasa y coca-cola. Entre los videos propagandistas y la entrega de souvenirs santistas, los periodistas pudieron interrogar a uno de los políticos más poderosos de Colombia. Santos acumula décadas en los más altos cargos públicos y privados y nunca ha sido elegido popularmente.

Este diario le preguntó por la denuncia que publicó el domingo pasado, donde un ex policía señala a Santiago Uribe Vélez, hermano del presidente, de conformar grupos paramilitares. “Usted dijo que cree en la inocencia de Santiago Uribe. Si llega a la presidencia y se abre un nuevo proceso judicial en su contra, ¿seguirá defendiendo y protegiendo a la familia de Uribe?” Cambiando el gesto de brazos abiertos y sonrisa de triunfador, el candidato reformuló la pregunta y se respondió: “¿Cómo voy a actuar como presidente? Como he actuado frente a los falsos positivos, con determinación, contundencia, transparencia y eficacia. Como actuamos cuando descubrimos las chuzadas en la Policía con tal contundencia y eficacia”. Este último tema, el de las escuchas ilegales cometidas por el organismo de Inteligencia en seguimientos a opositores, periodistas, magistrados y defensores de derechos humanos, casi siempre le descompone el rostro. La mirada felina se le aguza y, de nuevo, responde con una pregunta: “¿Qué tiene que ver el Ministerio de Defensa con las chuzadas del Das?”. El también aspirante a jefe de Estado, el liberal Rafael Pardo, entre otros contradictores suyos, le reclama reconocer su responsabilidad en estos crímenes.

“Yo no tenía una inteligencia militar. Tenía cuatro: la del ejército, la fuerza aérea, la armada y la policía”, explicó. “Yo personalmente me puse en la tarea de investigar de dónde habían salido (...). Fui donde el presidente de la república y le dije: esto es totalmente inaceptable”, le dijo Santos a este diario. La semana que termina, el candidato ha sido señalado por sus rivales presidenciables por los escandalosos casos de prácticas ilegales cometidos durante sus días de ministro. “Todo esto pasó a espaldas suyas, explica usted. ¿Cómo va a hacer, en una eventual presidencia, para que no le pase lo mismo, que sus equipos se rodeen de criminales?”, fue la pregunta que le hizo Página/12 y que no respondió.

Del desayuno los periodistas salieron como una nube a la sede de Mockus. “¿Y el profe? ¿Y el profe?” El profesor Antanas no salió. Reservó el día para las redes sociales y la noche para su familia.

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Un grupo de policías recibe instrucciones en un centro de votación en Medellín.
Imagen: EFE
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