SOCIEDAD › CONSTRUIRAN EL CENTRO CIENTIFICO MAS AVANZADO DE LATINOAMERICA

Una nueva morgue judicial

Será al lado de la Casación, en Comodoro Py, y tendrá los laboratorios más complejos posibles. La inversión es parte de la reforma del Cuerpo Médico Forense, intervenido por la Corte Suprema después de muchas irregularidades.

 Por Pedro Lipcovich

La obra notoria: se aprobó el anteproyecto para la construcción de un nuevo edificio judicial que albergue la morgue y el centro de investigación forense más avanzado de América latina. La obra discreta: ya se ha puesto en práctica, en la actual Morgue Judicial, un nuevo y sencillo procedimiento por el cual los deudos, en la horrible situación de identificar el cadáver de un ser amado, ya no necesitan ver los cuerpos destrozados de distintas personas: a partir de fotografías de caras en un monitor de computación, disciernen la que corresponde a su familiar. Ambas obras, la notoria y la discreta, corresponden al proyecto de un sistema de investigación más respetuoso de los derechos humanos o simplemente de las personas, y se enmarcan en la reorganización del Cuerpo Médico Forense –que asiste a los jueces y fiscales de la Justicia penal–, dispuesta por la Corte Suprema de la Nación y conducida por la ministra Carmen Argibay. En otro plano, este reordenamiento procura poner fin a situaciones anómalas, por ejemplo, que un perito oficial fuese, al mismo tiempo, ¡perito de parte!

“Desde hace más de cien años, la morgue se halla en un lugar que no estaba previsto para esa función –observó Argibay–. La historia del edificio de Viamonte y Junín es muy curiosa: alguien lo había donado con la rara condición de que se destinara a una academia de medicina con morgue. Funcionó allí la Facultad de Medicina de la UBA hasta que, en la década de 1940, se trasladó la Facultad de Ciencias Económicas, que desde entonces lo comparte con la Morgue Judicial. A este disparate se agrega el hecho de que la ubicación, tan céntrica, no es adecuada para un lugar que requiere una circulación fluida de vehículos, ambulancias, morgueras.”

A esas razones se agregó la conveniencia de incorporar métodos de investigación criminal científicamente actualizados, y sobre estas bases se llamó a concurso de anteproyectos para el Instituto Técnico Judicial Cecilia Grierson –nombre que recuerda a la primera médica argentina, recibida en 1889–. Se anotaron 52 presentaciones, ante un jurado presidido por Argibay y en el que participó la Sociedad Central de Arquitectos. Según la ministra de la Corte, “el anteproyecto aprobado tiene adelantos que superan los de cualquier establecimiento similar en América latina, incluso la morgue de Colombia, que es muy moderna”.

El Instituto incluirá tanatología forense (a cargo de las autopsias); patología forense, odontología forense (para el reconocimiento por la ficha odontológica), toxicología, diagnóstico por imágenes, antropología y genética forense, entomología forense (que por ejemplo permite, a partir de la fauna cadavérica, fechar el fallecimiento), e incluso oftalmología forense (“Un testigo puede padecer una limitación en su campo visual y así su testimonio quedar invalidado por la pericia”, ejemplifica Argibay). En cuanto a la identificación de cadáveres –que se cuestionó en marzo pasado con motivo de la muerte del hijo del actor Antonio Grimau–, “es un tema que le corresponde a la policía”, aclaró la ministra de la Corte.

“Una de las características del nuevo edificio será la flexibilidad, que permitirá, si fuera necesario, ampliar la morgue en caso de catástrofe, y actualizar las instalaciones en función de futuros avances tecnológicos”, destacó Argibay. Se prevé completar este año la licitación, que tiene presupuesto asignado y se concretaría en 18 o 24 meses a partir de 2011.

–La investigación científica en criminología se vincula con el respeto por los derechos humanos, ya que busca las pruebas con métodos distintos de la confesión: ¿qué deficit hay todavía en la Argentina en este orden?

–Esta Corte Suprema dispuso la intervención del Cuerpo Médico Forense, que se prolongó hasta hace poco, a partir de diversas denuncias. Encontramos irregularidades que dieron lugar a varios sumarios administrativos. Llegamos a detectar un perito oficial que también se desempeñaba como perito de parte, lo cual es absolutamente inadmisible. También habría profesionales que, sin autorización, se ocupaban en la docencia o en la medicina asistencial, en horarios superpuestos a los de su trabajo en la Justicia. Hemos puesto fin a todo esto. Algunos profesionales aprovecharon para jubilarse y los demás deben adecuar su conducta a lo que indica el reglamento que esta Corte ha establecido.

El Cuerpo Médico Forense está al servicio de la Justicia penal; desde el comienzo de cada investigación, los jueces y fiscales pueden requerir sus pericias: “Es el que, si alguien sufre una lesión como consecuencia de un delito, explica qué características tiene el daño para que el juez determine si son lesiones leves, graves, gravísimas –ejemplificó Argibay–. Es el que determina cómo fue la trayectoria de una bala en el interior del cuerpo, para que el fiscal pueda establecer en qué lugar se hallaba el tirador”. Durante muchos años, los jueces de distintos fueros requerían a estos profesionales para otras funciones, hasta que “esta Corte hizo cumplir la norma de que sólo sirvan a la Justicia penal, lo cual les devuelve la disponibilidad de tiempo imprescindible para su trabajo”.

Entre tanto, todavía en la actual Morgue Judicial, “dispuse un cambio en el procedimiento que se sigue cuando una persona debe ir a reconocer el cadáver de un familiar. Hasta hace poco debía soportar que le presentaran sucesivos cuerpos destrozados, con costurones de la autopsia, hasta encontrar el que debía reconocer. Ahora, en cambio, se le presentan fotos de las caras de los cadáveres, tomadas cuando ya terminaron las tareas y están limpios y acondicionados: sólo cuando reconocen la cara de su familiar van a ver el cuerpo. También pedimos que haya un lugar donde la persona pueda reposar un poco después de esa experiencia”, explicó.

“Más difíciles todavía son situaciones de reconocimiento de personas desaparecidas. A una persona que desde hace décadas busca a su familiar, hay que presentarle un fragmento, tal vez un pequeño hueso que el antropólogo forense reconoció como perteneciente al desaparecido. Decirle a alguien que eso es lo que queda de su familiar es como darle una puñalada. No sé si hay algo que pueda atenuar esa experiencia”, finalizó Argibay.

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