Domingo, 21 de octubre de 2012 | Hoy
EL MUNDO › ESCENARIO
Por Santiago O’Donnell
Esta semana empezó la cuarta ronda de negociaciones entre el gobierno y la guerrilla colombiana desde que el conflicto empezó, en los años sesenta. El conflicto lleva decenas de miles de muertos y millones de desplazados. Las rondas anteriores fracasaron: los presidentes Betancourt en el ’84, Gaviria en el ’92, Pastrana en el ’98 no lograron que las FARC depongan las armas. En esas épocas la guerrilla mantenía cierta capacidad operativa dentro de las grandes ciudades y se sentía prácticamente inexpugnable en vastos territorios de la selva colombiana, cerca de las fronteras con Venezuela, Brasil y Ecuador. En cambio hoy, el apoyo de la opinión pública colombiana es prácticamente nulo y las FARC han sido declaradas organización terrorista en varios países por sus ataques a la población civil, incluyendo atentados con bombas, secuestros extorsivos y reclutamiento de niños soldados.
Ahora que las FARC andan bastante diezmadas, ahora que han perdido muchos líderes en los últimos años después de haber evitado semejante sangría durante décadas, ahora que las guerrillas marxistas parecen haber desaparecido del mapa, ahora que la cúpula de las FARC hizo su recambio generacional, ahora que hay una propuesta seria de un gobierno comprometido, ahora sí los expertos dicen que las negociaciones pueden funcionar. “Optimismo moderado” es la frase en boga. Después de la presentación del jueves en Oslo, las conversaciones se trasladan a La Habana. Según las reglas convenidas, no hay plazo para el acuerdo final y es a todo o nada, o sea, sin lugar para arreglos parciales. El gobierno quiere que la guerrilla renuncie a la violencia y al tráfico de drogas. La guerrilla quiere mejoras en el régimen de tenencia de tierras y el sistema de representatividad política. A ambos les interesa crear un marco que permita a los guerrilleros reincorporarse al sistema político-institucional. Esos son los cinco puntos de la negociación.
Una de las novedades de estos días es que a último momento las FARC incorporaron a la guerrillera holandesa Tanja Nimeijer a su equipo de negociadores. Tanja no estaba en la lista inicial anunciada hace dos semanas, pero el líder máximo de las FARC, Timochenko, confirmó el lunes que Tanja estará en Oslo y La Habana.
“‘Alexandra’, la guerrillera holandesa a la que se refieren, hace parte de nuestra delegación. Como cada uno de los miembros de nuestra delegación, tiene una tarea concreta para adelantar en la mesa. Para nosotros, todos nuestros delegados son igual de importantes y el gobierno nos ha dado la seguridad de que todos nos van a acompañar”, explicó el líder guerrillero.
Más allá de la tarea que le toque llevar adelante, la inclusión de Tanja en la negociación representa el intento de la guerrilla de mostrar su cara más simpática e internacionalista, instalando a una universitaria europea de treinta y dos años que habla varios idiomas en medio de una delegación de veteranos combatientes del interior profundo colombiano que han pasado casi toda su vida adulta internados en la selva, huyendo del ejército, lejos de la civilización. El contraste ayuda a entender lo que está en juego en esta instancia, pero Tanja también puede convertirse en un arma de doble filo para las FARC: fanatismo y arrepentimiento forman parte de la compleja personalidad de esta joven combatiente hoy convertida en embajadora.
Estudiante de filología hispánica de la Universidad de Groninga, a los 22 años Tanja viajó a Pereiria, Colombia, para un semestre de estudio que se costeó enseñando inglés a jóvenes de clase alta. De vuelta en Colombia, se fue a vivir a una casa tomada. En una entrevista que dio por esa época, rescatada por la revista Semana de Colombia, Tanja pareció anticipar su futuro lugar como imagen pública de la guerrilla. “Afirmó su convencimiento de que en Colombia, donde había estado un año y había visto la situación de los desfavorecidos, había muchas cosas que hacer. ¿Y por qué debía hacer esto un europeo? Porque aunque no se crea, decía Tanja, un pasaporte europeo y el poder de los medios y las organizaciones en Europa son excelentes instrumentos de presión.”
Al año siguiente (2001) Tanja regresó a Colombia con el auspicio de una ONG pacifista, junto con una delegación de jóvenes europeos, para participar de la llamada Caravana de la Vida, un viaje solidario en barco para llevar ropa y víveres al interior de Colombia. Después de la caravana, Tanja volvió a Holanda para completar sus estudios universitarios y para despedirse de su familia, ya con la idea de unirse a las FARC. No se supo mucho más de ella hasta cinco años más tarde, en junio del 2007, cuando encontraron su diario en un campamento bombardeado del que apenas había logrado escapar. El diario de Tanja no dejaba bien paradas a las FARC.
“Casi olvido la gran noticia”, decía una entrada del diario. “Aquí hay dos compañeros con sida, y quizás haya más. Aquí nadie usa preservativo. Hasta donde yo entiendo, la chica no sabe lo que esto significa; me contó la noticia toda sonriente, y su amigo, al parecer, no está muy preocupado. Una tercera chica, la cual había tenido relaciones con ese tipo, está bien deprimida.”
Otra entrada: “Estoy cansada, cansada de las FARC, cansada de la gente, cansada de la vida comunal. Cansada de nunca tener nada para mí sola. Y esto valdría la pena si se sabe por qué se lucha. Pero en verdad ya yo no creo en eso. Qué tipo de organización es ésta, donde algunos tienen plata, cigarrillos, dulces, y donde los demás tienen que mendigar, para ser rechazados o gruñidos por los del primer grupo. Esto ha sido así desde cuando vine casi cuatro años atrás y nada ha cambiado. Una organización donde una chica con pechos grandes y cara bonita puede desestabilizar un mando que había estado trabajando juntos por mucho tiempo. Donde tenemos que trabajar todo el día, pero los comandantes hablan mierda. Ya no quiero más bla bla bla sobre ser comunista, honesto, no desperdiciar, obediente. Luego ver cuán hipócritas son los comandantes, bochincheros y traicioneros. Y sin misericordia si alguien se atreve a criticarlos”.
Otra entrada: “Yo no sé, Jans, dónde va este proyecto. ¿Cómo será cuando lleguemos al poder? Las mujeres de los comandantes en Ferrari Testarossas, con implantes de senos, ¿comiendo caviar? así parece. La mujer de un comandante. De suerte, tendrá ropa interior con encaje de seda, y si no los termina echando en la basura, quizá nos toquen. Tiene linda ropa, champú. Esto enferma”.
Los diarios de Tanja no cayeron nada bien en las filas de los guerrilleros. Se sabe que fue sancionada y que algunos dentro de las FARC pidieron que le apliquen la pena de muerte. Por traidora. Las FARC ya venían con algún problema de imagen desde que se habían asociado a los narcotraficantes para financiar su subsistencia. Mantenían prisioneros secuestrados durante años y los llevaban engrillados en largas caminatas a través de la selva, lo cual era denunciado como trato inhumano por organizaciones de derechos humanos.
En parte para revertir esa mala imagen, en los años siguientes a la aparición del diario de Tanja las FARC fueron soltando a casi todos su prisioneros en liberaciones humanitarias a través de Cruz Roja.
Hay diferentes versiones sobre cómo salvó la vida Tanja después de la publicación de su diario. Algunos dicen que la salvó Raúl Reyes, un encumbrado miembro del directorio de las FARC que murió en el 2008 durante el bombardeo de su campamento del otro lado de la frontera ecuatoriana. Reyes había vivido en Europa y pertenecía al ala más diplomática de la guerrilla.
Otros dicen que a Tanja la salvó Mono Jojoy, otro líder guerrillero que fue abatido en el 2010. Mono Jojoy pertenecía al ala más dura y militarista de la organización, y Tanja había sido puesta bajo su mando, castigada, después de la publicación de su diario íntimo.
Tres semanas antes del ataque al campamento de Mono Jojoy, del que Tanja volvió a escapar por poco, la guerrillera había filmado un documental. El documental estaba pensado como pieza de propaganda para contrarrestar la mala imagen que había dejado el diario íntimo de la guerrillera. En el documental se la ve a Tanja belicosa y convencida de la causa, muy lejos de la dudas y recriminaciones al liderazgo que había manifestado tres años atrás. “Si el ejército y el gobierno de Colombia todavía piensan y tratan de divulgar que estoy aquí secuestrada, les digo que vengan aquí, que vengan a rescatarme. Y nosotros les recibimos con AK47, bazocas, minas, morteros, con todo (...) Soy una guerrillera de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y seguiré siendo guerrillera hasta vencer o hasta morir. En eso no hay vuelta atrás. Estoy orgullosa de ser guerrillera”, anunciaba Tanja al mundo a través de la cámara, con un rifle automático en su regazo.
Al tiempo se supo por desertores que Tanja había sido promovida y que ocupaba un puesto importante en el bloque oriental, liderando las mismas tropas y controlando los mismos territorios que habían estado bajo el mando de Mono Jojoy.
Tiene un pedido de captura de Estados Unidos porque aparece en videos de las FARC interrogando en inglés a tres contratistas militares estadounidenses que estuvieron secuestrados por la guerrilla entre el 2003 y el 2008, cuando fueron liberados por el ejército. También tiene pedidos de captura de Colombia porque admitió en una entrevista haber participado en atentados con bombas. Ahora la llevó Timochenko a Oslo para negociar la paz, para ser la cara amable de las FARC.
El ex presidente Alvaro Uribe, que encabeza la oposición a las negociaciones, el viernes preguntó: “El mundo libre no negoció con los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos no negoció con Al Qaida. Entonces, ¿por qué se negocia la impunidad con el terrorismo en Colombia?”.
“Extraño a mi familia, a mi país. Espero ser enviada al exterior, quizás a Europa”, había escrito Tanja cinco años atrás. En las fotos que llegan desde Oslo parece seria, reconcentrada, quizás un poco incómoda en un vestido negro y tupido, cara lavada, pelo enlazado, aros colgantes plateados y anillo haciendo juego. Ya no habrá asalto al poder ni guerrilleros manejando Ferraris, Tanja. Colombia quiere estar en paz.
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