Domingo, 21 de octubre de 2012 | Hoy
EL PAíS › COMO SE PREPARA EL CACEROLAZO CONTRA EL GOBIERNO DEL 8 DE NOVIEMBRE
Los organizadores piden por las redes sociales que los manifestantes se vistan con pantalón y remera blanca y que nadie hable con la prensa. Hay diferencias entre distintos grupos por el protagonismo de algunas personas y por la relación con los partidos.
Por Nicolás Lantos
Faltan menos de veinte días para el 8-N y los organizadores de la protesta contra el Gobierno no quieren dejar nada librado al azar: ya abandonada la ficción de espontaneidad que intentaron instalar luego del 13 de septiembre, hoy se abocan a tratar de evitar que en el próximo cacerolazo se repitan los excesos (verbales y estéticos) que empañaron la última convocatoria a la vez que apuestan por aumentar el número de manifestantes mediante un aceitado sistema de difusión online respaldado por algunos medios de comunicación tradicionales. Sin embargo, la trama se vuelve más compleja: a partir de la repercusión del 13-S y la aparición de algunos de los referentes caceroleros en los medios de comunicación, las internas no tardaron en aparecer. A través de acusaciones cruzadas, desmentidas y solicitadas quedaron en evidencia los problemas que tienen a la hora de ponerse de acuerdo en algo que no sea la oposición al gobierno nacional.
“No le demos letra a 6, 7, 8”, dice el encabezado de uno de los varios correos que circulan de casilla de e-mail en casilla de e-mail, en los que se plantean algunas pautas a la hora de marchar el 8 de noviembre: se aconseja, entre otras cosas, llevar pantalón oscuro o jean (según la versión), remera blanca y escarapela, de forma tal de evitar quedar caracterizados por su vestimenta, como sucediera el 13 de septiembre. También se aclara que conviene llevar ropa y calzado cómodo, agitando sin mencionarlo el temor a una posible represión. “Gritá, bailá, cantá, protestá como quieras pero con respeto. No nos mueve el odio, no somos como ellos”, agrega uno de los instructivos. Otro va más allá y pide evitar los insultos “aunque sean justificados”.
El mensaje contiene una lista de alrededor de consignas que van desde “Basta de paco” hasta “Educación sexual para los más jóvenes”, “Basta de adoctrinar a nuestros hijos”, “Basta de sembrar odio”, “Más empleos dignos y menos planes”, “Basta de Trenes de la Muerte”, “Basta de punteros políticos”, “Basta de dividir la sociedad”, “82 por ciento Móvil a los Jubilados YA”, “Basta de estigmatizar gente por Cadena Nacional” y “Basta de impunidad”, entre otros reclamos. La situación del mercado cambiario y la limitación a la venta de dólares, que tanto movilizó a los manifestantes del 13-S, no aparece mencionada en ningún ítem del extenso punteo. Los organizadores prefieren que la protesta no quede reducida a esa consigna y por lo tanto decidieron obviarla.
El objetivo principal es superar en número la convocatoria de septiembre, que osciló alrededor de las cien mil personas en todo el país, según la cifra que manejan los organizadores. La clave estará en aumentar la convocatoria en el interior, ya que, según aseguró uno de ellos en estricto off the record a Página/12, “será difícil que se sumen muchos en Capital, donde la asistencia fue masiva”. Los instructivos, entonces, se encargan de especificar el punto de encuentro para cacerolear en más de sesenta localidades de todo el país, acompañados de una advertencia sumamente particular para este tipo de llamamientos: “No se suspende por lluvia”.
La cláusula más llamativa que plantearon los organizadores del cacerolazo fue: “Expresate con carteles. No hables con la prensa”. Se trata, dicen, de una medida “necesaria” para evitar “que los medios oficialistas desvirtúen los reclamos válidos a partir de los que manifiestan los ciudadanos que acudan a la Plaza”, según el coordinador de algunos sitios que participan de la convocatoria.
En la misma tónica, aunque por motivos bien distintos, los organizadores acordaron entre ellos interrumpir sus apariciones mediáticas, que florecieron tras el 13-S. “Hasta el 9-N nadie da notas” fue la escueta respuesta de uno de ellos ante la consulta de este diario. Lo mismo contestaron, invariablemente, todos los demás que fueron contactados, con una sola excepción, que con condición de reserva de su identidad aceptó hacer los pocos comentarios que se reproducen en esta nota.
El motivo por el cual tomaron esta decisión fue disimular las crecientes tensiones que comienzan a verse al seno del movimiento cacerolero, muchas de ellas fruto de la misma exposición que tomaron algunos de los referentes en las últimas semanas. Descontentos con que unos pocos de ellos acapararan para sí la atención mediática “por celos o por creer que es poco conveniente para la estrategia que llevamos a cabo, no hay que ser malpensado”, un grupo de administradores de páginas y perfiles de Facebook que estuvieron detrás de la convocatoria publicó en la web Tribuna de Periodistas una solicitada en la que cargan contra otros de ellos. La acusación es sumarísima: están sospechados de hacer política.
“Algunos administradores de páginas acudieron en persona a programas de TV y brindaron notas a medios escritos, exponiéndose como referentes de una organización que, precisamente, carece de referentes válidos. También llegaron, incluso, a arrogarse la potestad de la idea y organización de eventos cayendo ingenuamente en la celada que esos mismos medios les tendieron: ponerles rostros, nombres y apellidos a las marchas”, señala la solicitada. El mensaje tenía destinatarios claros, como queda explicitado en el primer comentario publicado en esa entrada, que menciona a Marcelo Morán y Mariana Torres, administradores del site El Anti K, y a Yamil Santoro, quien tuviera una efímera fama por acudir desnudo al cacerolazo, y que son calificados de “figuretis” que “buscan cargos políticos”.
Torres contestó con un post en su propia web, donde no sólo niega sus “pretensiones políticas”, sino que devuelve la pelota: “¡Varios administradores de esas páginas sí las tienen! ¡Lo ocultan! ¡Nuestra página se mantuvo apartidaria en las últimas elecciones y muchos de los firmantes de la solicitada no pueden decir lo mismo! Siempre di la cara y no me escondo atrás de perfiles falsos como otros” (sic). Y continúa: “Detrás de los teclados son todos valientes, pero cuando fue el tema de las amenazas supuestas a Guillermo Moreno, muchos de los firmantes de esa ridícula solicitada se apuraron en decir que no se hacían cargo de las publicaciones de los adherentes” (sic, de nuevo sic). “Estas personas, cual vedetongas necesitadas de escenario, terminan haciendo lo que supuestamente critican”, agrega.
Aunque los problemas de cartel parecen ser los principales puntos de discordia entre los organizadores de las otrora espontáneas protestas, no es el único. La relación con partidos políticos tradicionales (el PRO, en su mayor parte, pero también Unión por Todos, el peronismo residual de Eduardo Amadeo e incluso el radicalismo) los divide, al igual que la postura ante la ley de medios (“clarinistas contra neutrales”), e incluso, entre los comentarios en las redes sociales pueden leerse mensajes en los que algunos caceroleros acusan a otros de recibir dinero a cambio de su actividad política, algo que –nobleza obliga señalarlo– la fuente consultada por este diario desmintió de forma categórica.
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