EL MUNDO › ATACARON UNA CIUDAD ISRAELI SIN COBERTURA DEL MURO DE SEGURIDAD
Doble golpe al flanco que quedaba
Beersheva, capital del sur israelí, residencia de una importante colonia de argentinos y última ciudad sin estar cubierta por el muro de seguridad, fue blanco ayer de un doble atentado que causó 16 muertos y 91 heridos. No hubo argentinos entre las víctimas.
Por Patricia Salas*
Desde Jerusalén
Un doble atentado suicida en Beersheva, la capital del sur israelí, se saldó ayer con un balance de 16 muertos, uno de ellos un niño de 3 años, y 91 heridos, cinco en estado crítico y 10 graves, en el primer atentado en autobuses de línea que se produce en esta localidad y que fue reivindicado por Hamas. Faltaban diez minutos para las tres de la tarde hora local cuando dos autobuses, de las líneas 14 y 24, explotaban casi en cadena y a poca distancia el uno del otro, el primero cerca del ayuntamiento y el segundo próximo al hospital Soroka, el más importante de la región y adonde finalmente fueron trasladados todos los heridos.
Las investigaciones develaron que ambos vehículos salieron de la estación central de autobuses con un suicida a bordo, que activaron las cargas explosivas adosadas a su cuerpo de forma coordinada y que llegaron a la ciudad del desierto del Neguev a través de Hebrón, la única región donde todavía no existe el muro de seguridad. Aspecto que fue rápidamente aprovechado por el ministro de Seguridad Interior, Tsaji Hanegbi, y el ministro de Exteriores, Silvam Shalom, para hablar de la necesidad de la barrera de separación. Hanegbi señaló que allá “donde existe el muro, no se producen ataques y donde no existe la barrera de separación sí los hay”, a lo que Shalom añadió que es necesario seguir construyendo el muro “para reducir los atentados a cero”.
El segundo de los autobuses iba conducido por Jacob Cohen, quien vio cómo se envolvía en llamas el vehículo que lo precedía con todos sus pasajeros dentro. Entonces, tuvo una suerte de “premonición” y sólo pensó en acabar con aquello. “Conduje unos 10 metros y abrí las puertas. Creo que al menos 10 o 15 personas lograron salir de mi autobús. De repente oí una gran explosión”, dijo Cohen mientras se recuperaba de sus heridas en el hospital de Soroka. Otro de los heridos, Eli Oren, de 50 años, explicaba a la televisión israelí que “fui empujado hacia el aire por la deflagración y todo lo que atiné a ver era rojo”. Los testimonios de este atentado reivindicado por los batallones de Izadín Al Kasam, brazo armado de Hamas, intentaban explicar el antes y el durante de un nuevo atentado que quiebra la calma de estos últimos cinco meses, donde no hubo ningún ataque en suelo israelí.
El último de ellos se produjo el 14 de marzo en el estratégico puerto hebreo de Ashdod y se saldó con 11 muertos. En el comunicado el grupo islámico, concretamente la facción de Hebrón, señaló que el ataque es en “justa venganza” por el asesinato del jeque Ahmed Yassin –el 22 de marzo– y de su sucesor Abdel Aziz Rantisi –el 18 de abril– y añadió que se trataba de un “regalo” a los prisioneros palestinos en huelga de hambre desde el pasado 15 de agosto. Otras organizaciones de resistencia como la Jihad Islámica y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa aplaudieron la acción, que fue catalogada por varios portavoces en la Franja de Gaza como “una reacción natural a las prácticas del ejército israelí contra los palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza”.
Poco después del atentado, el ejército israelí rodeó la casa de Ahmed al Kawasma, uno de los suicidas, y cerró la zona al tráfico mientras efectuaba búsquedas. La Autoridad Palestina se apresuró a condenar el atentado en boca del ministro de negociaciones palestino, Saeb Erekat, y del primer ministro, Ahmed Qureia, que se encontraba en Alejandría de viaje. “Condenamos cualquier ataque perpetrado contra civiles, sean palestinos o israelíes”, decía el comunicado de la oficina de Qureia. Y exigió el fin de estos ataques “porque conceden a Israel una excusa para continuar con los asesinatos, eliminaciones, incursiones, ataques contra civiles, la construcción del muro y de asentamientos”. Para Yaacov Turner, alcalde de la ciudad de Beersheva, fue una sorpresa ver convertido en objetivo a esta ciudad del sur israelí, habitada por 200.000 personas, el 45 por ciento de origen ruso. Turner señaló que no tenían el “menor indicio” que les hiciera pensar en un atentado. Aunque no es el primer ataque en la ciudad, ya que hace dos años una agresión palestina contra un comando militar causó la muerte de tres mujeres soldado.
Ariel Sharon señaló que proseguirá con su lucha contra el terrorismo con toda determinación, porque “ésa es la política de mi gobierno y la mía propia”. Pero continuará con su plan de retirada de Gaza, pese a la oposición firme de gran parte de su partido y de los miembros de la coalición, que vieron en el ataque de ayer el mejor de los pretextos para acosar a Sharon con sus críticas y acusarlo del baño de sangre de Beersheva. Horas antes ya había mantenido un más que tenso encuentro con sus correligionarios, a los que les impuso, a su modo habitual, el plan de evacuación de Gaza: “El plan se llevará a cabo y punto”, advirtió un Sharon, decidido a salvar de la quema su más ansiado proyecto personal de este año. Fuentes cercanas a Sharon señalaron a Reuters que el “halcón” está decidido a aprobar la evacuación como sea y que su intención es comenzar con la retirada de los colonos a finales de enero de 2005.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.