Domingo, 12 de marzo de 2006 | Hoy
EL MUNDO › EL FIN DE MILOSEVIC, “CARNICERO DE BELGRADO” EN LOS ’90
Slobodan Milosevic, instigador de tres guerras y autor del mayor genocidio europeo desde la época de Hitler, murió ayer pacíficamente en su cama, en la prisión de Scheveningen, donde había pasado largos años procesado por un tribunal de la ONU. Sus víctimas lamentaron que la justicia no le hubiera llegado primero.
El ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic fue hallado muerto ayer en su celda, tan sólo meses antes de que terminara su juicio por genocidio y crímenes de guerra en la guerra de los Balcanes durante la década de los ’90. Tenía 64 años. Anoche, el abogado de Milosevic dijo que temía que lo hubieran estado envenenando. Pero, en ausencia de evidencia convincente, la mayor parte del mundo concluirá que el hombre conocido como el “Carnicero de Belgrado” murió en su cama y recibirá un entierro apropiado, dos privilegios mundanos negados a las víctimas de la limpieza étnica que estuvo acusado de desatar.
Milosevic habría estado muerto por horas cuando un guardia halló su cuerpo. Aparentemente murió de causas naturales. Steven Kay, uno de sus abogados, declaró a la cadena de televisión británica BBC World que su cliente no preveía quitarse la vida. “Hace unas semanas, me dijo que no tenía la intención de quitarse la vida, trabajaba con ahínco en su defensa y estaba decidido (...) a luchar por su juicio”, afirmó. Se han ordenado una autopsia completa, un examen toxicológico y una profunda investigación, y la familia de Milosevic fue informada. Se sabía que el estado de salud de Milosevic estaba muy debilitado, ya que sufría de hipertensión. Su muerte llega menos de una semana después que el testigo más importante en su juicio, el ex líder serbocroata Milan Babic, fuera hallado muerto en la misma prisión. Su testimonio en 2002 describió una estructura de mando política y militar liderada por Milosevic en Belgrado que operaba por detrás de la escena. Babic, que estaba cumpliendo una condena de 13 años, se suicidó.
Mientras las noticias de la muerte recorrían los Balcanes, los partidarios de Milosevic culparon inmediatamente a los funcionarios del tribunal, acusándolos de ignorar las señales de su débil estado de salud. “Milosevic no murió en La Haya, fue asesinado en La Haya”, dijo Ivica Dacic, una funcionaria en el Partido Socialista de Milosevic. Pero en Croacia, la administración del presidente Stjepan Mesic dijo en un comunicado: “Es una lástima que Milosevic no viviera hasta la finalización del juicio para poder obtener su merecida sentencia”. En Serbia y Montenegro, el presidente Svetozar Marovic dijo que “con su muerte, la historia será privada de toda la verdad”. En Kosovo, Veton Surroi, un líder étnico albanés que había testificado en La Haya contra Milosevic, dijo: “Desearía que hubiera vivido 100 años y los hubiera pasado en prisión, con la memoria de todas las víctimas que causaron sus guerras”. Por su parte, Javier Solana, el alto representante de la Unión Europea (UE) para Política Exterior, afirmó que “espera que la muerte de Milosevic ayude a Serbia a mirar definitivamente hacia el futuro”.
El hombre cuyas políticas arruinaron las vidas de cientos de miles de personas en la ex Yugoslavia llegó a la unidad de detención del tribunal internacional de crímenes de guerra en junio de 2001. Su juicio, por 66 cargos de genocidio y crímenes de guerra contra no serbios, comenzó en febrero de 2002, pero la conducción del defendido de su propia defensa, y problemas de salud, provocaron que las audiencias fueran pospuestas docenas de veces y fueran limitadas a tres días por semana. Recientemente la Corte rechazó su demanda de ser transferido a Moscú para tratamiento del corazón. La esposa de Milosevic, Mira Markovic, vive allí y el pedido fue visto como un intento de reunión de la familia. Esto les valió a las autoridades de La Haya grandes críticas de Rusia. Moscú “había dado plenas garantías para su restitución al tribunal luego del tratamiento”, sostuvo la vicepresidente del Parlamento ruso, Liubov Sliska. El ex enviado a los Balcanes y secretario de Relaciones Exteriores británico lord David Owen habló por muchos anoche, cuando dijo: “Es triste que en alguna forma la justicia haya sido engañada”.
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