Miércoles, 7 de junio de 2006 | Hoy
El jefe de gobierno español suspendió las conversaciones con Batasuna, el brazo político de la organización separatista vasca. Fue en reacción a la ruptura con el oficialismo del opositor Partido Popular.
José Luis Rodríguez Zapatero sorprendió ayer al dejar en suspenso las negociaciones con el grupo armado vasco ETA, luego de que el Partido Popular (PP) rompiera “toda relación” con su gobierno por considerar que está “claudicando” ante la presión de la organización separatista. En medio de una sesión de Diputados, el jefe de gobierno español tomó inesperadamente la palabra para pedir a los legisladores del PP que reconsideren su decisión. De nada sirvió. La respuesta de Rajoy fue la convocatoria para una marcha el próximo sábado, junto a la Asociación de Víctimas del Terrorismo (ATV), bajo el lema: “Negociación en mi nombre no”.
“Aunque existen condiciones para autorizar el inicio de los contactos con la banda ETA, entiendo que es mi obligación que el apoyo que esa propuesta tiene en la cámara, que es amplio, pueda ser mucho más amplio. Merece el máximo esfuerzo la paz”, concluyó Zapatero, dejando en suspenso el inicio de las conversaciones oficiales con ETA, aunque fuentes gubernamentales ya adelantaron que el proceso no se retrasará más allá de fin de mes. Esto se debe a que el gobierno ya preveía la posibilidad de que el PP, el principal partido de la oposición, retirara su apoyo a todo el proceso. Sin embargo, Zapatero está apostando a mostrarse lo más abierto posible a un consenso de todo el arco político, lo que parece improbable dado el rechazo del PP a cualquier tipo de negociación con etarras o con miembros de la ilegalizada Batasuna, el brazo político del grupo separatista.
La tensión de los últimos días explotó después de que el secretario general del Partido Socialista de Euskadi (PSE), Patxi López, anunciara que una vez que Zapatero recibiera el apoyo del Parlamento se reuniría con Batasuna para comenzar las negociaciones. Este partido vasco fue ilegalizado por el Tribunal Supremo en marzo de 2003 por considerar que tenía una “identidad sustancial” con ETA y que sus actividades eran un producto de “una estrategia de desdoblamiento de ETA” de la que recibía órdenes. Desde entonces, Batasuna quedó sumida en la semiclandestinidad, sin poder participar en elecciones, aunque sí manteniendo una cierta presencia política. No obstante, desde el anuncio del cese de fuego el 22 de marzo pasado, la agrupación ha adquirido una nueva relevancia estratégica para el gobierno, como demostró la reciente liberación de su líder Arnaldo Otegi.
Otegi encendió aún más la oposición del PP al declarar que está dispuesto a discutir la legalización de su partido, una propuesta presentada por los líderes del PSE y que ya había provocado el rechazo rotundo de Rajoy. El jefe de los populares cuestionó esta estrategia porque opinó que implicará “compartir con ETA el diseño del futuro de España y del País Vasco”, además de que “arrincona la Ley de Partidos, rompe el Pacto Antiterrorista y se mofa de la sentencia del Tribunal Supremo que ilegalizó a Batasuna”. El PP no se limitará sólo a no apoyar el proceso, sino que además está preparando una ofensiva que sobrepasará el ámbito meramente político. Para el próximo sábado, Rajoy ya convocó a una marcha masiva en Madrid, junto a la ATV, esperando dar un golpe mediático a su ruptura. Esta será la segunda movilización masiva de este tipo desde que Zapatero anunció que el gobierno impulsará un proceso de paz.
Ante estos argumentos, Zapatero acusó de hipócritas a sus opositores y les preguntó: “¿Por qué siempre tienen tanto miedo a la historia?”. El jefe de gobierno recordó que cuando se llamó a una tregua, en 1998, el entonces presidente José María Aznar optó por reunirse con los máximos dirigentes de Batasuna y la izquierda abertzale. El resto del arco político le dio la razón al jefe de gobierno al rechazar una moción de censura presentada por el PP. A pesar de dejar en suspenso el inicio de las conversaciones con los separatistas vascos, Zapatero buscó ayer ser muy claro sobre su determinación para continuar, aunque lo tenga que hacer sin el apoyo de los populares. “Hay bases sólidas para abordar un proceso de paz. Un proceso de paz que nunca tendrá precio político”, declaró ante el pleno de la Cámara de Diputados.
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