Los mellizos Kaczynski se juegan hoy su futuro político. En medio de un clima de incertidumbre y desánimo, 30 millones de polacos deberán elegir un nuevo Parlamento y, en consecuencia, un nuevo primer ministro. El actual premier, Jasroslaw Kaczynski, está levemente por debajo de su rival en las encuestas, alimentando las esperanzas de Europa. Bruselas está muy pendiente de los comicios, que podrían poner al frente del país a un líder europeísta y promotor de las inversiones extranjeras. Estados Unidos, en cambio, espera que las cosas no cambien tanto y que Varsovia mantenga sus tropas en Irak.

El hombre que puede terminar con el reinado de los mellizos es el líder liberal Donald Tusk. Su discurso es todo lo contrario al de los Kaczynski. El ex dirigente del sindicato Solidaridad promueve la libre empresa, una drástica rebaja de los impuestos y un acercamiento a la Unión Europea para captar más subsidios, como lo hacen otros nuevos miembros de Europa del Este. Además, Tusk prometió que si gana la mayoría del Parlamento retirará el contingente de 900 soldados que el país mantiene en Irak. El mes pasado, el embajador polaco resultó herido en un atentado dirigido contra él. Los mellizos en vez de rever su situación en la guerra, como se lo pedía casi el 80 por ciento de la población, prometieron más tropas para el año que viene.

Mientras el empresariado y gran parte de las grandes ciudades se ven atraídas por estas promesas, el campo sigue siendo un feudo para los conservadores. La defensa del patriotismo, de los valores católicos y anticomunistas, y los ataques contra los nuevos ricos de los Kaczynski encajan mejor allí que en la ciudad, donde las clases medias valoran el mensaje de la Unión Europea, basado en la reducción de impuestos, las privatizaciones y la entrada en el euro.

Poco importó que Bruselas haya entregado préstamos rurales por más de 2800 millones de dólares desde el año pasado. Para muchos pequeños campesinos los Kaczynski son los únicos que hablan de sus problemas. En la campaña electoral hicieron énfasis en la necesidad de aumentar la ayuda directa a la producción agrícola y a las familias campesinas. No es casualidad. Uno de cada tres polacos vive en zonas rurales y, según los analistas, la mayoría del 20 por ciento de los indecisos pertenecería a este sector.

Los dos principales candidatos, Kaczynski y Tusk, parecen haber convencido a los suyos. Sin embargo, ninguno de los dos ha conseguido terminar con la sensación de cansancio y frustración que inunda a muchos polacos, especialmente los más jóvenes. Los sondeos de los últimos días aseguran que hoy se podría repetir el record de abstención de 2005, cuando sólo el 40,5 por ciento votó. “Con todos los escándalos de los pasados dos años se ha hecho obvio que nadie tiene las manos limpias en la clase política”, señaló Grazyna, una música de 35 años.

Otros destacan el entancamiento económico. Descreídos incluso del discurso liberal de Tusk, millones de jóvenes profesionales ya planean, gane quien gane, dejar el país e ir a probar suerte al Reino Unido o a Irlanda. El gobierno de los mellizos ha dejado una economía estancada, un gasto público sobrexpandido y un avance de la pobreza, especialmente entre los jubilados y los jóvenes desocupados.

Los analistas polacos creen, sin embargo, que la polarización política que provocó la última crisis gubernamental y el adelantamiento de las elecciones podría impulsar un afluente de votantes de último momento. Después de todo, la contraposición de las propuestas durante la campaña y el seguimiento que ha tenido en las principales capitales del mundo dejaron en claro que hoy Polonia elige mucho más que un nuevo gobierno, elige su lugar en el mundo.