Sábado, 5 de agosto de 2006 | Hoy
Tras otro día de violencia, hasta los jefes militares de EE.UU. reconocieron que el país árabe está al borde de la guerra civil. Miles salieron a la calle para apoyar a la guerrilla libanesa.
Irak vivió un día agitado entre marchas a favor de Hezbolá, atentados y declaraciones de importantes oficiales norteamericanos, apuntando a que puede desatarse una guerra civil en el país. El jefe radical chiíta iraquí Moqtada Sadr movilizó ayer por la tarde a varios cientos de miles de sus seguidores en Bagdad, en apoyo al grupo radical chiíta Hezbolá, que se enfrenta desde hace más de tres semanas al ejército israelí en el Líbano. Los manifestantes desafiaron las amenazas y la inseguridad que vive el país, donde ayer murieron 23 personas en diversos atentados y viajaron en autobús desde varios puntos de Irak para congregarse en el barrio de Sadr City, bastión de Moqtada Sadr, en el noreste de la capital.
“Hoy un millón de personas se reúnen para apoyar la resistencia en el Líbano, país que Israel no ha podido invadir desde hace 22 días”, declaró en su sermón Hazem al Aariji, representante de Moqtada Sadr. Varios militantes, que enarbolaban banderas iraquíes y estandartes amarillos de Hezbolá, quemaron banderas israelíes, estadounidenses y británicas, mientras que milicianos vestidos de negro registraron a los manifestantes por temor a atentados. La policía y el ejército iraquíes se mantuvieron al margen y el ejército estadounidense reforzó las medidas de seguridad alrededor del barrio. “¡Muerte a Estados Unidos, muerte a Israel! Alá, da la victoria a Nasralá”, gritaban los participantes de la protesta, muchos de ellos vestidos con mortajas blancas para mostrar su determinación de llegar hasta el martirio. “Somos soldados. Si Nasralá nos llama, quemaremos Haifa (ciudad de Israel)”, clamaban unos jóvenes militantes, en referencia a Hassan Nasralá, líder de Hezbolá.
La ofensiva israelí contra el grupo libanés Hezbolá provocó nuevas tensiones en Irak, donde los chiítas, que representan el 60 por ciento de la población, tienen unas relaciones complicadas con Estados Unidos. Aunque la caída del ex dictador Saddam Hussein les permitió acceder al poder, la ocupación estadounidense es vista cada vez con mayor reticencia. La tensión es tan sensible que el jueves por la tarde militantes de Moqtada Sadr y soldados norteamericanos mantuvieron intensos enfrentamientos armados.
Además de las complicadas relaciones con Estados Unidos, los chiítas están enfrentados con los sunnitas y kurdos de Irak, donde se dice podría desatarse una guerra civil, si es que ya no existe. Al menos 23 personas murieron en nuevos atentados y enfrentamientos registrados en distintas áreas del país, diez de ellas en la explosión de un coche bomba conducido por un suicida en la provincia norteña de Nineva. En Mosul, cinco presuntos rebeldes y seis policías, incluido un coronel, perdieron la vida en ataques ocurridos en los barrios occidentales de esa ciudad, a unos 400 kilómetros al norte de Bagdad. Además, dos civiles murieron y quince más resultaron heridos en un ataque con proyectiles Katyusha contra un mercado en el sudeste de Bagdad.
Incluso militares estadounidenses afirman ahora que Irak está al borde de una guerra civil, a pesar de que el presidente estadounidense George W. Bush y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, niegan que la situación en Irak sea de ese tipo. El jefe del Mando Central de Estados Unidos, el general John Abizaid, afirmó ante el Comité de Servicios Armados del Senado estadounidense que podría desatarse una guerra civil en Irak de continuar la violencia sectaria por la que atraviesa Bagdad. “Creo que la violencia sectaria ha alcanzado probablemente el peor momento que yo haya visto. Irak podría encaminarse hacia una guerra civil”, reconoció Abizaid, la máxima autoridad militar estadounidense en la zona de Medio Oriente. El general dijo que la principal prioridad de Estados Unidos en Irak es garantizar la seguridad en la capital, que desde las últimas semanas vive una ola de violencia sectaria pese a los esfuerzos del nuevo gobierno iraquí para frenar las refriegas.
En términos similares se refirió el general Peter Pace, jefe del Estado Mayor Conjunto, quien señaló ante el panel del Senado que “existe la posibilidad de que evolucione (la situación en Irak) hacia una guerra civil”. Pace indicó que esa posibilidad no tiene necesariamente por qué materializarse e insistió en que el resultado dependerá en última instancia más de las fuerzas de seguridad iraquíes que del ejército estadounidense.
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