EL PAíS › JORGE “FINO” PALACIOS Y CIRO JAMES QUEDARON EN LIBERTAD A LA ESPERA DEL JUICIO ORAL

Dos espías sueltos en la ciudad

Ambos fueron liberados luego de que la Cámara Federal porteña señalara que no hay razones para suponer que pueden fugarse o entorpecer la investigación de las escuchas ilegales. La resolución no pone en duda su responsabilidad en el caso y los dos siguen procesados.

 Por Irina Hauser y
Raúl Kollmann

Después de estar algo más de un año presos por las escuchas, el ex jefe de la Policía Metropolitana y el espía Ciro James fueron dejados en libertad. La Sala I de la Cámara Federal evaluó, ante un planteo del ex comisario, que ya no hay razones para suponer que podría fugarse u obstaculizar la investigación judicial o que, al menos, el juez Norberto Oyarbide –a cargo de la causa– no las ha demostrado para justificar que la detención se prolongue. Con la resolución recién salida del horno, la abogada de James corrió al juzgado a pedir el mismo beneficio para su cliente. Oyarbide se lo concedió, porque tarde o temprano los camaristas se lo darían. Aunque este dúo que fue base del espionaje vuelva a su casa, la esencia del expediente no cambia porque siguen procesados por los delitos de asociación ilícita, violación de secretos, violación de privacidad y falsedad ideológica. Es decir, no está puesto en duda que pincharon los teléfonos del dirigente de familiares de AMIA Sergio Burstein, del cuñado de Mauricio Macri, Daniel Leonardo (enemistado con la familia), de empresarios, abogados y amantes, por lo que todo indica que irán a juicio oral. Si el jefe de Gobierno porteño irá al banquillo junto con ellos, es una de las principales dudas que aún prevalecen.

Los jueces Jorge Ballestero y Eduardo Freiler (Eduardo Farah está de licencia) siempre respaldaron la investigación de Oyarbide, y lo siguen haciendo, sólo que ayer fueron muy duros al analizar su manejo de las detenciones y le atribuyeron “ceguera” por desoír una indicación anterior en la que le decían que no debía prolongarlas “más de lo estrictamente necesario”. “El encarcelamiento preventivo es de utilización excepcional (...) no es un fin en sí mismo (...) sólo un medio para asegurar” la investigación, remarcaron ayer. “No es misión del juez instructor sancionar ni imponer una pena”, señalaron, sino “concentrar todos sus esfuerzos” en “el descubrimiento de la verdad”.

En octubre la Cámara de Casación había rechazado por tercera vez excarcelar a Palacios por considerar que era un riesgo para la pesquisa. La Sala I de la Cámara Federal hizo un análisis distinto y le dio la razón a la defensa del policía favorito de Mauricio Macri por el hecho de que toda la prueba en su contra fue reunida durante 2009 y no se incorporaron nuevos elementos durante este año. El razonamiento es que no tendría nada que entorpecer.

Para los camaristas, Oyarbide “ha fracasado en la demostración de la existencia de un riesgo, sobre la base de la ponderación de elementos objetivos y contrastables que justifiquen la prolongación de la medida excepcional de restricción de la libertad”, en el caso de Palacios. Burstein, querellante en la causa, le dijo a Página/12: “No me cambia nada que Palacios y James estén en libertad, más allá de que uno a uno le pueda impactar pensar que el Fino está por la calle; lo importante es que se siga investigando y lleguemos a un juicio oral” (ver aparte).

Palacios y James fueron trasladados a los tribunales federales de Retiro después del mediodía y recibieron la notificación formal del secretario Gustavo Russo. Ninguno dijo ni una palabra más que “gracias”. A James se lo vio con algunos kilos más que los que tenía en octubre del año pasado, cuando fue detenido luego de que el juzgado confirmara que unas semanas antes le había pinchado a Burstein el celular que usaba para hablar con sus compañeros y con el fiscal Alberto Nisman, de la causa sobre el encubrimiento del atentado a la AMIA, en la que Palacios estaba entonces muy cerca de ser procesado (algo que ocurrió), a pesar de lo cual Macri lo puso a armar y dirigir la Policía Metropolitana. Después de unas semanas, al analizar con quién se comunicaba James en momentos claves de la escucha a Burstein –por ejemplo, cuando retiraba las grabaciones–, resultó que hablaba con Palacios, quien confesó que cuando estalló el escándalo estaba por hacerlo entrar a la policía porteña.

Como reveló Página/12 días antes de que James quedara preso, el circuito para concretar el espionaje incluía la participación de varias personas, aunque el espía y Palacios eran un hilo conductor. Era James el que gestionaba, a veces a instancias de Palacios, las pinchaduras, y lo hacía con ayuda de policías y dos jueces de Misiones, Horacio Gallardo y José Luis Rey. Ambos magistrados trucaban expedientes al incluir los nombres de las personas a las que se quería espiar como supuestos implicados en robos y homicidios. Entonces le ordenaban a la SIDE que interviniera sus comunicaciones, y James retiraba las grabaciones en oficinas de la central de inteligencia en Capital Federal. Así ocurrió con una decena de personas. Después del hallazgo de la pinchadura a Burstein, aparecieron otras, como del cuñado de Macri, al del empresario televisivo Carlos Avila, su yerno y gerente de TyC Federico Infante, dos ejecutivos de Supermercados Coto, el abogado Francisco Catex y la esposa de un conocido anticuario, entre otros. La investigación demostró la participación de James en todos los casos; la de Palacios quedó acreditada en cinco.

La primera conexión con Macri fue el nombre del propio Palacios, ideólogo y jefe de la Metroplitana, a quien antes le había confiado la seguridad de Boca cuando era presidente de ese club y decía que estaba dispuesto a confiarle a su familia. Pero hubo más: en un allanamiento en el departamento de James apareció el famoso contrato del espía en el Ministerio de Educación porteño, donde se suponía que prestaba servicios como asesor legal pero ningún trabajo suyo quedó documentado. Además, justo su nombramiento coincide (en mayo de 2008) con la intervención telefónica a Leonardo, el cuñado del jefe de Gobierno, casado con su hermana Sandra Macri, envuelto en una histórica disputa en torno de la fortuna familiar. Luego se sumaron otros datos, como ciertas apariciones de James (detectadas por la ubicación de su celular) que coinciden con la casa de Macri en días que retiraba escuchas del cuñado, y recientemente, setenta llamados telefónicos desde y hacia dos celulares del ex ministro de Educación Mariano Narodowski. Tanto para Oyarbide como para los mismos camaristas que decidieron liberarlo, James tenía un contrato en la administración porteña como pantalla de su actividad de espionaje ilegal. Por otro lado, una pista aún inclusa es la que indaga en los seguimientos que hacían Palacios y Chamorro sobre las finanzas y el patrimonio de legisladores de la oposición al macrismo desde la consultora del Fino mientras ambos dirigían la policía porteña en su etapa de estreno.

James y Palacios, con sus procesamientos confirmados por asociación ilícita, violación de secretos, violación de privacidad y falsedad ideológica, podrían a volver a ir presos si los condenaran en un juicio oral. Macri todavía cultiva expectativas de que la Cámara de Casación le abra un recurso de queja (una medida excepcional, reservada para casos igualables a una sentencia definitiva) y que revise su procesamiento como partícipe de la asociación ilícita, ya confirmado por la propia Sala I que acaba de liberar al dúo de espías. Todavía está también en veremos la recusación contra Oyarbide. En el macrismo ayer se cuidaron de festejar el nuevo escenario, entre otras cosas porque cuando una causa queda sin detenidos los tiempos hasta llegar a juicio se vuelven más lentos, por ende, el panorama del jefe de gobierno difícilmente se resuelva mucho antes de las elecciones presidenciales y seguirá enredado en la trama de las escuchas.

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El espía Ciro James en la puerta de los tribunales federales de Retiro, donde fue liberado.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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