Unidos y Organizados desplegó ayer a su militancia en el barrio platense de Villa Elvira.

“Por primera vez vino alguien a preguntarnos cómo estábamos y hacer algo por no-sotros”, afirma Gabriel, vecino del barrio platense de Villa Elvira todavía recomponiéndose de la inundación por las lluvias que en Semana Santa provocaron una catástrofe en la zona. Alrededor, las cuadrillas de militantes del agrupamiento kirchnerista Unidos y Organizados palean tierra, instalan una red de agua y limpian y preparan la tierra de la huerta en un terreno que dos semanas atrás era un pastizal. Los vecinos participan, otros se acercan para ver de qué se trata, después de romper el cerco de la desconfianza de tantos años que los punteros políticos se encargaron de sembrar. Siguiendo el trabajo que venían realizando, Unidos y Organizados desplegó su fuerza militante en todo el país para conmemorar el décimo aniversario de las elecciones que pusieron a Néstor Kirchner en la presidencia.

“Empezamos con timidez y un poco de desconfianza de parte de los vecinos pero eso se revirtió completamente. Hoy nos ofrecen las camas que no tienen ellos para dormir. Compartiendo el día a día se dieron cuenta de que juntos salimos”, afirma Agostina Balastegui, militante de la agrupación La Cámpora, que fue la primera en llegar al barrio y transmitir las necesidades al centro operativo que funcionó en la Facultad de Periodismo de La Plata en las primeras semanas. Agostina es entrerriana, estudiante de Derecho en la Universidad Nacional de La Plata y tiene 19 años. Mientras con la mano derecha corre su pelo largo y rubio hacia un costado, explica que “los vecinos se aflojaron de a poco, mientras iban procesando el dolor de perder todo”. En el camino los habitantes del barrio la llamaban cariñosamente para explicarle algo o algún militante le acercaba la necesidad de una herramienta para seguir con el trabajo solidario.

Al cumplirse diez años de la victoria presidencial de Néstor Kirchner con el 22 por ciento de los votos en primera vuelta y que después desembocó en el abandono del ex presidente Carlos Menem en la segunda, la militancia kirchnerista se volcó a los barrios para hacerle un homenaje. “La Patria es el otro. Por eso Néstor sigue vivo”, es el lema bajo el que miles de militantes en todo el país se volcaron a los barrios para mostrar las tareas que realizan normalmente.

“La militancia organizada en conjunto con los organismos del Estado está trabajando desde el primer día por mandato de Cristina”, señaló Martín Alaniz, concejal del Frente para la Victoria mientras detiene su conversación con un vecino que quería sumarse. En la huerta, integrantes del Frente de Profesionales de Lomas y Avellaneda rastrillan la tierra para sembrar verduras, como las lechugas que asoman tímidamente en otro sector. “La patria es el otro, ésa es la mejor enseñanza que puede haber como militantes”, dice al pasar con un machete uno de los jóvenes y con una caña limpia de ramas para hacer el cerco perimetral. El filósofo de Carta Abierta Ricardo Foster escucha con atención los testimonios junto al diputado y secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque. “Este es el mejor aprendizaje para los compañeros. Acá se pone en práctica la política que queremos desarrollar”, destaca Larroque.

“En algunas casas el agua llegó a 2,60 metros. Fue un desastre y los únicos que vinieron a dar una mano fueron los chicos”, dice Gabriel, vecino del barrio desde hace catorce años, casi desde que llegaron las primeras personas a habitar el lugar. “Los que más se inundaron fueron los que estaban más cerca del arroyo”, apunta Gabriel con las manos llenas de tierra de trabajar a la par de los militantes. Un brazo del Maldonado atraviesa el barrio que tiene algunas casas de material pero donde las que abundan son de chapa o de madera. “Fue difícil encarar el laburo de reconstrucción porque los vecinos sienten mucho dolor con lo que pasó. Pero cuando vieron que acá estamos para dar una mano en todo lo que se pueda y que seguimos en el barrio, nos abrieron las puertas de sus casas”, apunta Federico Susbielles, el otro coordinador de los trabajos solidarios que se desarrollan en Villa Elvira.

El que entra al barrio es recibido por la carpa de campaña que montó el Ejército. En un primer momento se utilizó como salita de salud pero ahora se sumó un camión sanitario del Ministerio de Salud. Botellas llenas de colores distintos y pinceles con la punta manchada de forma multicolor son la primera huella de los chicos que dejaron sus trazos en los papeles colgados unos metros más allá. Un payaso hace malabares con el público chiquilín que le festeja todas las ocurrencias y las equivocaciones, mientras un grupo de militantes y vecinos cambian el techo de la biblioteca infantil. Trabajadores de la Anses tocan los timbres casa por casa para acercar el Estado a aquellos que no pueden, y a la vez chequean que los vecinos tengan los requisitos para obtener los beneficios anunciados por la Presidenta.

“Me llamaron a las siete de la mañana para contarme que se estaba inundando todo. A las siete y media llegamos y encontramos muchos chicos que ya estaban atados para que no se los llevara la corriente”, recuerda Tati, vecina del barrio y una de las que se puso a la cabeza de la coordinación en barrio. Autora del guiso de fideos con pollo con el que agasajó a los militantes, Tati agrega que “cuando llegamos ya había varios nenes que tenían hipotermia”. El almuerzo continuaría después con unos choripanes y un poco de música, un pequeño descanso para tomar fuerzas y seguir con la reconstrucción de Villa Elvira. “Esto recién empieza, compañeros”, sostiene Larroque antes de emprender la partida a otro sitio platense con algunas miradas de reojo por el anuncio de lluvias en la zona.