Domingo, 27 de septiembre de 2015 | Hoy
EL PAíS › UN ESTUDIO SOBRE LAS RAZONES QUE MUEVEN A LOS ELECTORES
El FpV es visto como el mejor partido para gobernar el país y Daniel Scioli, como el mejor candidato para continuar su tarea, aun con cambios. El dilema de la oposición que busca forzar una “ola” de diferencias.
Por Raúl Kollmann
La intención de voto a Daniel Scioli se basa esencialmente en que hay una mayoría de ciudadanos que creen que el balance de los doce años de kirchnerismo es bueno o muy bueno, y Scioli representa más la continuidad que el cambio, o una continuidad con cambios. Del otro lado, hay un amplio espectro de ciudadanos que consideran que el balance del kirchnerismo es malo o muy malo y con su voto apoyan a alternativas de cambio: la cuestión es que esos ciudadanos se dividen entre los que respaldan, principalmente, a Mauricio Macri y los que votan por Sergio Massa. Eso le permite a Scioli sacar una diferencia de importancia, aunque también aparece como el candidato con más condiciones para gobernar.
Las conclusiones surgen de una encuesta realizada por Ibarómetro, la consultora fundada por Doris Capurro y hoy conducida por el sociólogo Ignacio Ramírez. En total se entrevistaron 1400 personas, con el objetivo de determinar las razones de voto. Es decir se buscó menos lo cuantitativo y más lo cualitativo. En el sondeo, que se hizo a nivel nacional, se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social.
Prácticamente todas las encuestas muestran a Scioli con una intención de voto que ronda el 41 por ciento, mientras que Macri está en el 29 por ciento y Massa en el 20. Sólo hubo pequeñas variaciones y todavía pueden seguir produciéndose cambios. Mirando un poco esa tendencia, Ramírez explicó que “en los últimos meses, hemos observado un voto oficialista estable e intermitencias en las preferencias del electorado opositor, lo cual ha configurado una suerte de polarización asimétrica. Este fenómeno se apoya sobre un aspecto más cualitativo que las encuestas de intención de voto no alumbran; el oficialismo ha logrado establecer un lazo con su votantes de mayor densidad, donde intervienen componentes afectivos, componentes racionales y también una dimensión ideológica. En contra de aquella figura de un votante volátil, cuyas elecciones son inducidas por emociones manufacturadas por la publicidad, lo cierto que el comportamiento electoral es un proceso poco sensible a las campañas y más centrado sobre los valores de los ciudadanos y sobre las esperanzas que cada opción política es capaz de despertarles a través del tiempo”.
A primera vista, el motivo de voto prioritario tiene que ver con la continuidad de la actual gestión, con mayores o menores cambios. Esto se ve claramente en que para el 40 por ciento Scioli es el candidato más apto “para mantener lo bueno y avanzar sobre lo que falta”. Pero todavía más importante, para el 48 por ciento el Frente para la Victoria es la fuerza más adecuada para que haya “un Estado presente y activo”. El titular de Ibarómetro lo explica así: “Una de las teorías más clásicas del comportamiento electoral señala que el voto funciona como una instancia de control: si la sociedad considera que el desempeño del oficialismo es positivo, tiende a manifestar una pulsión continuista. Si la mayoría de la sociedad califica como negativa la tarea de gobierno, castiga al oficialismo, inclinándose por una alternativa opositora. La encuesta alumbra una ventaja inercial a favor del FpV. Este elemento introduce un desafío comunicacional complejo para la oposición ya que, por ejemplo, uno de cada cuatro votantes de Massa formula un balance positivo del ciclo kirchnerista al igual que un 20 por ciento de los votantes de Macri, que tuvo que transitar un giro discursivo que contenga valoraciones sobre activos de esta etapa que la sociedad no quiere resignar. Un dato muy elocuente reside en que únicamente un 20 por ciento no reconoce ningún avance significativo en el ciclo político inaugurado en el 2003. No estamos antes una sociedad atravesada por una masiva sed de cambio”.
“A contramano de la tesis que concibe al voto como el resultado de consideraciones sobre la imagen de los candidatos –señala Ramírez–, el comportamiento electoral es un fenómeno complejo en el que interactúan distintos factores: percepciones sobre la marcha de la economía y la gestión, orientaciones ideológicas y atributos personales de los candidatos. Una de las ventajas de la fórmula Scioli-Zannini consiste en ser asociada con un conjunto de atributos ideológicos que gozan de una adhesión mayoritaria: Estado activo, generación de empleo y defensa de intereses nacionales. Si bien el PRO ha logrado producir un desplazamiento hacia el centro del espectro ideológico, aún subsiste un sector importante de la sociedad que lo percibe como un espacio poco compatible con los valores dominantes de la actual atmósfera ideológica”.
Mirando lo que la encuesta dice sobre los candidatos, Ramírez analiza que “en la competencia de los atributos de presidentiability (competencias esperadas para el rol de presidente) que se le atribuyen a los candidatos, Scioli se ubica en el primer lugar. Resulta interesante que los votantes opositores no exhiben miradas homogéneas. Por ejemplo en torno a un atributo central, Macri no muestra gran capacidad para armomizar los cambios que sus votantes desean con las continuidades que no quieren interrumpir. Donde sí Macri le saca ventaja a Massa es en la preparación y trayectoria para ocupar el cargo”.
Como señala el titular de Ibarómetro, no hay grandes movimientos en los últimos meses. Las intenciones de voto parecen estables y sustentadas en las razones de los votantes. Habrá que ver si en las cuatro semanas que faltan se verifica alguna polarización, lo que suele ser habitual, o se consolida la estabilidad que hasta hoy registran las encuestas.
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