Viernes, 6 de mayo de 2016 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Julián Axat *
En las primeras horas del miércoles, los representantes del Ministerio Público Fiscal de la Nación tuvimos un encuentro personal con el papa Francisco, durante la audiencia general a la que fuimos especialmente invitados. Enrique Senestrari, Josefina Minatta, Nadia Espina, Roberto Carles y yo, presenciamos la tradicional celebración religiosa de los miércoles en la Plaza San Pedro. En la audiencia, el Papa leyó la parábola del Buen Pastor, del Evangelio según San Lucas, y bendijo a los peregrinos y a sus familiares.
Tras los saludos entre el Papa y los fiscales, pudimos conversar con él. Senestrari, fiscal federal de Córdoba, celebró la misericordia del Papa hacia los presos y transmitió el saludo de un cura villero de su provincia, Mariano Oberlín. Minatta, cotitular de la Ufises, le contó de su función en la persecución del delito que impide a los pobres acceder a eficientes coberturas en materia de seguridad social. A mi turno, cuando expuse brevemente mi tarea al frente de las agencias Atajo ubicadas en las villas de Buenos Aires, y en las barriadas pobres de las afueras de Mendoza, Rosario y Mar del Plata, el Papa dijo conocer perfectamente nuestra labor. El pontífice recibió con una sonrisa la remera de nuestra oficina, la misma que usan los jóvenes de las villas en cada una de las actividades de formación y promoción de derechos que realizamos en sus escuelas y centros comunitarios.
El conocimiento del Papa sobre Atajo me sorprendió. Sin embargo, y pensándolo bien, ¿cómo no va a conocer nuestro trabajo, si la primera agencia del Ministerio Público Fiscal en los territorios más deprimidos de la ciudad se abrió en una parroquia, la del padre Gustavo Carrara, en la villa 1-11-14 del Bajo Flores? ¿Cómo no va a saber Francisco de nuestro esfuerzo por cambiar los criterios de selectividad penal y volver a los pobres sujetos de derechos y ya no más objetos de las redes de exclusión y estigmatización del sistema punitivo, si eso mismo hacía él cuando se tomaba el 50 para ir de la Catedral de Buenos Aires al Bajo Flores y predicaba la palabra de Jesús entre los jóvenes que no se habían acostado de la noche anterior todavía?
La defensa de la legalidad entre la población más olvidada de la pirámide social hizo posible el encuentro con los curas villeros. Ellos, al igual que los operadores de Atajo lo hacen con la ley, defienden denodadamente la espiritualidad en territorios donde vivir con dignidad demanda un esfuerzo superlativo. Y ambas defensas atraviesan en estos momentos del mundo y de la vida institucional de nuestro país no pocas adversidades.
De ahí la preocupación de Francisco por conocer el proyecto de nueva ley orgánica para el Ministerio Público Fiscal, que en caso de ser aprobado haría desaparecer la Dirección de Acceso a la Justicia en barrios vulnerables, entre otras áreas muy sensibles, además de Unidades Fiscales especializadas, hundiendo en la zozobra a sus trabajadores pero además a los sectores más frágiles de la estructura social.
Nuestra labor funcional tiene con el Papa puntos de contacto con su mirada inclusiva hacia los excluidos, piadosa hacia los pecadores, y rupturista en relación a las burocracias que se alejan y no comprenden las complejidades de la vida social. Seguramente, estaremos con Francisco del mismo lado en la construcción de un sistema de administración de Justicia que les permita a los pobres ingresar a él por la puerta grande y ancha de los derechos.
* Director general de Acceso a la Justicia, Ministerio Público Fiscal de la Nación.
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