EL PAíS
Los encuestadores ven un padre que terminó político
El fenómeno Blumberg pasó de la masividad a la plaza vacía. Los principales encuestadores analizan el fenómeno y ven ciertas tendencias que explican la baja gradual de gente.
El primero de abril de 2004 fueron, según buena parte de los medios, 150.000 personas los que acompañaron a Juan Carlos Blumberg delante del Congreso. Pocos días antes se había producido el asesinato de su hijo Axel. Veinte días más tarde, frente al edificio de Tribunales, se habló de 80.000. Ya en agosto de 2004, también en la zona de Congreso, la convocatoria a la tercera marcha reunió a alrededor de 70.000 personas. El gran bajón del fenómeno Blumberg se produjo esta semana: el estimado más optimista fue de 6500. Al tratarse de un día tormentoso, no faltan quienes argumentan que el clima restó asistencia, pero todos coinciden que en el mejor de los casos hubieran concurrido 15.000, lo que igualmente marca una pérdida del 90 por ciento de los que fueron a la primera marcha y, comparado con la marcha anterior, tres de cada cuatro. Cinco de los consultores más conocidos del país analizan el fenómeno.
Algunos de los especialistas dicen que el problema de la seguridad sigue presente, pero ya no tiene el dramatismo de hace un año; otros argumentan que Blumberg dejó de ser percibido como un padre que lidera desde el dolor para convertirse en un especialista, un teórico; también están quienes creen que fue absorbido por el Poder, con lo cual pasó a ser parte del entretejido que –según una parte de la población– no soluciona ni el problema de la seguridad ni el de la justicia; por último, hay quien cree que hubo una expectativa de que se convirtiera en un referente del centroderecha y terminó frustrándose ese proyecto. Este es el diagnóstico de los encuestadores y consultores:
Eduardo Fidanza, de Catterberg y Asociados: Creo que hay dos razones por las cuales Blumberg perdió poder de convocatoria.
- La primera es que el público de Blumberg está compuesto por el estrato medio alto y alto de la población. La experiencia indica que, por lo general, estos sectores se movilizan sólo bajo circunstancias límite, y cuando sienten amenazada su vida o sus bienes ante situaciones objetivas, debidamente amplificadas por los medios de comunicación. Hace un año arreciaba la ola de secuestros, hoy ha disminuido. Lo mismo ocurre con la percepción de la inseguridad como problema principal del país. Según nuestra última encuesta, las personas que opinaban que la inseguridad era el problema más grave de la Argentina sumaban el 18 por ciento del total en abril de 2004. Ahora solo el siete por ciento dice que es el principal problema.
- En segundo lugar, Juan Carlos Blumberg era hace un año un hombre desesperado y decidido a dar testimonio, que había perdido a un hijo trágicamente. Ese hijo era joven y de buena posición económica y representó, simbólicamente, a muchos hijos de familias de condiciones similares. Hoy esas circunstancias cambiaron. En primer lugar, la tragedia de Axel empieza a ser olvidada por una sociedad que rehúye y reniega de sus tragedias –si no veamos el caso Cromañón– una vez que éstas atraviesan el punto álgido. Y, en segundo lugar, Blumberg tampoco es el mismo: un año puede ser mucho tiempo para un hombre valiente, pero inexperto, que no encontró el rumbo de su mensaje y tampoco supo manejar correctamente su relación con los medios de comunicación. Rescato a Blumberg como emergente civil de una sociedad desencantada con la clase política, pero objeto su discurso oscilante y su error de creer que con mayor dureza en las penas, o atacando al “garantismo”, los delitos disminuirán. El problema –según mi punto de vista– es mucho más complejo y debería buscárselo en la crisis institucional y en la extremadamente injusta distribución de la riqueza.
Hugo Haime, de Haime y Asociados:
“En primer lugar, los contextos son diferentes. En el momento de auge de Blumberg había un gran proceso de impunidad en el conurbano, gobiernos que no actuaban y un vacío de la oposición. Blumberg hoy sigue teniendo imagen positiva, algo significativo si se tiene en cuenta que no hay un solo dirigente de la oposición que tenga imagen positiva entre los ciudadanos. Pero insisto, el contexto es distinto y eso le quitó el poder de movilización. En segundo lugar, hay un descrédito, un cansancio con las movilizaciones, sobre todo en la Capital Federal. Los piqueteros, la CGT, los subterráneos, los estudiantes, los médicos. Eso ha jugado su papel. Por último, existe un debate entre garantismo y mano dura. Yo diría que la Capital Federal es bastante garantista: basta sumar los votos que hoy tienen el supuesto candidato oficialista, Rafael Bielsa, la candidata del ARI, Elisa Carrió, y los votos que tiene Luis Zamora. Todo eso suma casi el 70 por ciento de adhesión a los criterios garantistas. La mano dura es una postura más extendida en el Gran Buenos Aires. Toda esta situación lleva a polémicas que a Blumberg lo ubican en un ámbito más político. Hace tiempo que vemos al Presidente hablar de inseguridad y recientemente se quejó de las excarcelaciones. En cierta forma, Kirchner también le disputa las banderas que antes era casi exclusivas de Blumberg”.
Analía Del Franco, de Analogías:
“Blumberg surge en un momento en el que la percepción general era que no había conducción del gobierno nacional en la cuestión de seguridad. En una palabra, no había política de seguridad y ni siquiera era un tema de agenda para el Presidente. El ciudadano común sostenía que estábamos sin rumbo. Surge entonces sobre la base de la desgracia que sufrió su hijo, en un marco de alto nivel de delito y como un referente de un sector que estaba en fuerte estado de protesta. En ese momento, hubo una reacción tanto del Presidente como del gobierno nacional y el gobierno bonaerense. El Presidente se metió en el tema, tomó el toro por las astas y también se produjeron fuertes cambios en la cuestión de la seguridad en el territorio bonaerense. Más allá de los indicadores sobre delitos, es un hecho que nosotros constatamos que la cantidad de gente que cree que el problema de seguridad es prioritario bajó un 30 por ciento. Al haber menos dramatismo en la situación, baja la ansiedad sobre el tema y, aunque Blumberg no ha perdido su buena imagen, lo sufre desde el punto de vista de la movilización. El año pasado, Blumberg era imprescindible. Ahora el gobierno nacional y el provincial han tomado las riendas, ya no están ausentes. El otro encuadre es que había expectativas de que Blumberg fuera un referente del centroderecha. No lo fue, tal vez porque nunca lo hubiera podido ser. El no perdió credibilidad, fue el emergente de un reclamo de la sociedad, y si los gobiernos empezaron a dar alguna respuesta, obviamente eso lo lleva a un segundo plano. ¿Puede resurgir? Podría ser. Algún caso dramático puede poner las cosas sobre el tapete, pero sería en la eventualidad de que los gobiernos nacional o bonaerense fallen en dar respuesta al reclamo que plantee en ese momento la sociedad”.
Rosendo Fraga, Centro de Estudios para la Nueva Mayoría:
“Blumberg irrumpió en un determinado momento y generó un fenómeno social muy relevante. Y no fue solo un fenómeno social, sino también político: llevó al Congreso a sesionar durante Semana Santa, algo que no había ocurrido nunca. Lo que pasó es que el poder de convocatoria está muy gastado para todos. Primero aclaremos que hay una caída del poder de convocatoria de Blumberg, pero su imagen sigue siendo buena. Su poder de convocatoria se derrumbó porque la sociedad argentina es bastante inconstante en materia de reclamos. Lo mismo ocurrió con el ‘que se vayan todos’. Hubo gran movilización, fuerte rechazo a la política y, sin embargo, poco después, en 20 de las 24 provincias ganaron las elecciones los que estaban gobernando. La desmovilización del cacerolazo y la asamblea barrial es la expresión del fenómeno por izquierda, mientras que la caída en las marchas de Blumberg es la expresión del mismo fenómeno por derecha. La movilización no se sostiene en el tiempo, es la conclusión. Creo que también les está pasando a los piqueteros: siguen siendo organizaciones políticas con cierta convocatoria, pero como organizaciones sociales, que reflejan a franjas importantes de la sociedad, han perdido todo peso. Hay fenómenos internacionales, como la crisis de representación, las críticas a políticos y partidos, pero parece un fenómeno un poco más específico de la Argentina este grado de entusiasmo para la movilización y luego, poco tiempo más tarde, el desencanto”.
Enrique Zuleta Puceiro, de OPSM:
“Blumberg ha dejado de ser una expresión de protesta y dolor silencioso, que abarcaba a todas las clases sociales y a un arco de pensamiento notable. ¿Qué ocurrió? La primera razón es que sus posiciones adquirieron una sofisticación y un detalle tales que sus propuestas pasaron a ser bastante especializadas. El primer paso del vaciamiento del contenido emocional fue el plan que puso en marcha Gustavo Beliz, la mayor parte de las propuestas de Blumberg tomaban carácter parlamentario, el Ejecutivo lo elogiaba, el Legislativo lo tenía en un balcón como observador y el Poder Judicial seguía como sumergido en sus debates. Ese proceso llevó a Blumberg a ser parte del elenco que tiene responsabilidad en las cuestiones de seguridad. Dejó entonces de ser un hombre desesperado, que llora, para ser un hombre compenetrado con los tres poderes. Para colmo, el caso Cromañón es percibido como un hecho en el que el ciudadano común ve que hubo complicidad de los tres poderes. Por todo eso, creo que hoy en día a Blumberg ya se lo ve parte de ese aparato estatal y gubernamental, lo convierte en parte del paisaje del doble discurso de los funcionarios, de alguna manera lo convierte en cómplice de lo que pasa. Insisto, no es más un padre que llora, sino el titular de una Organización No Gubernamental que formula propuestas sofisticadas y que, además, no produce resultados evidentes. El cuadro es que una gran franja siente que en materia de inseguridad y justicia no hay esperanza ni liderazgo, y Blumberg pasó a estar dentro de la gran galaxia de la ineficacia y el desencanto”.