EL PAíS › LA MISION DE ALBERTO FERNANDEZ Y MICELI A MADRID
Aceite en los goznes
El jefe de Gabinete y la ministra de Economía van mañana de minigira por Madrid. Miceli hará su presentación y conversarán con el gobierno español y la plana mayor de empresarios. Los posibles acuerdos y las quejas de los españoles. Una gestión por el Fondo.
Por Sergio Moreno
El gobierno argentino enviará a Madrid una delegación calificada que lleva el sello de Néstor Kirchner. Mañana partirá el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y quizá por la noche, quizás el martes a la mañana, se le unirá la ministra de Economía, Felisa Miceli, que así hará su primer viaje internacional encargada de una misión especial. Esta semana el embajador argentino en Madrid, Carlos Bettini, trajinó los pasillos de la Casa Rosada –regresó a España el viernes por la noche– con un mensaje del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: “Si quieren que sigamos hombro con hombro, ayúdennos a ayudarlos”. Rodríguez Zapatero enfrenta una dura puja interna con la derecha de su país y necesita concretar de manera amable los acuerdos, luego postergados, de las empresas privatizadas de capital español que se asientan en la Argentina. Fernández y Miceli esperan mejorar la situación, aceitar una relación que implica una puerta de entrada a Europa y lanzar, a través de Madrid, un mensaje que llegue a las costas del FMI, vía Zapatero y su asesor Miguel Sebastián.
“Los españoles son capaces de ir hasta el infierno con nosotros, pero debemos cumplir lo que acordamos, postergamos y volvimos a postergar”, comenta a Página/12 un experto conocedor de las negociaciones que la Argentina mantiene con empresas españolas de telefonía, gas, agua, electricidad y corredores viales que operan en este país. La fuente hacía así referencia a los aumentos de tarifas acordados y postergados. Los montos conversados son distintos según sean las empresas y, en algunos casos, existe una chance de que no se produzca incremento alguno.
La discusión con los españoles pivotea sobre los aumentos tarifarios, pero no se agota en tales granjerías. Hay cuestiones que atormentan a los habitantes de la Moncloa. El socialista presidente del gobierno mantiene una dura discusión política con la derecha de su país sobre educación, iglesia, gays, el estatuto de autonomía para Cataluña, las negociaciones con la banda terrorista ETA y la inmigración, entre otras cuestiones. “Rodríguez Zapatero nos quiere mucho, somos sus aliados, pero tiene varios flancos abiertos. La derecha le tira a matar cada vez que puede, esa derecha que ve a Kirchner como a un Chávez rubio y un poco más prolijo. Nosotros no podemos generarle más problemas”, cuenta a este diario uno de los principales consejeros del Presidente argentino.
¿Cuáles son tales problemas? Básicamente, los españoles se quejan de los diferentes interlocutores y mensajes que les llegan a través de tales contertulios. En el pasado, las propuestas del ex ministro de Economía Roberto Lavagna, del titular de Planificación Federal, Julio De Vido, y del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, no siempre guardaban sintonía. “Lo que pedía Lavagna era diferente a lo que pide De Vido, que es diferente a lo que dice Fernández. Lo del Alberto es un mix de los otros dos. Lavagna decía que lo del Ciadi (las demandas de las empresas ante ese tribunal del Banco Mundial) no era tan importante pero que había que rever las tarifas; De Vido, que antes de hablar nada, retiren los reclamos del Ciadi, y Alberto, que conversemos tarifas con la promesa de salir del Ciadi”, relató un funcionario con llegada a los gobiernos a ambas márgenes del Atlántico.
El viaje que emprenderán mañana Fernández y Miceli tiene como objetivo, además de presentar en sociedad a la ministra, unificar el discurso y llegar a algunas soluciones con algunas empresas, si no con todas. No encontrarán un lecho de rosas, tampoco de espinas. Sí una cierta tensión producida por mensajes contradictorios que no siempre provienen de los niveles ministeriales. Un funcionario destacado del gobierno español confió a este diario que gran parte de los problemas han surgido de secretarías, subsecretarias y organismos descentralizados que orbitan alrededor de Planificación. Así apuntan a Claudio Uberti, titular del organismo controlador de Obras Viales (Ocovi); Guillermo Moreno, secretario de Comunicaciones; Ricardo Jaime, de Transporte. “Aplican una mano durísima, multas y más multas, para ocultar una cierta predisposición a realizar acuerdos complejos”, revela, sinuosamente, la fuente consultada, que se niega a entrar en mayores detalles.
No obstante, una calificadísima voz de la Casa Rosada fue categórica sobre el asunto. Dijo: “Si ellos van a cuestionar el rol de negociador de De Vido, no lo aceptaremos. Dudo que lo hagan, pero De Vido es el negociador que hay, es nuestro negociador”, disparó.
Acaso el funcionario argentino más refractario del momento para la Moncloa sea Ricardo Cirielli, subsecretario de Transporte aerocomercial del Ministerio de Planificación y titular de APTA, el gremio que nuclea a los técnicos aeroportuarios y uno de los dos sindicatos que mantuvieron una dura huelga de nueve días en Aerolíneas Argentinas y Austral. Luego de solucionado temporariamente el conflicto, desde el gobierno español se hizo saber el desconcierto que generaba la doble función de Cirielli. Para los socialistas, Cirielli es una especie de quintacolumnista enquistado en el gobierno argentino que apuesta a reestatizar Aerolíneas o, en su defecto, a venderla a otra compañía. Kirchner dio una señal a los españoles de que los días del funcionario-sindicalista en la administración nacional están contados. En Madrid, cuentan esos días.
Ripios
La agenda del viaje de Fernández y Miceli debió cerrarse en medio de los fragores despertados en el gobierno por la asunción y caída del ex canciller Rafael Bielsa de la embajada argentina en París, destino en el cual finalmente recalará el heterodoxo economista Eric Calcagno. Carlos Bettini trajo las noticias desde Madrid y se enfrentó a un gobierno que durante el miércoles y el jueves pasado estuvo tomado por los vaivenes del ex canciller. El resto del tiempo se lo llevó la lucha por contener la inflación.
El enojo que generó la defección de Bielsa a un cargo que, dicen en el Gobierno, había pedido él mismo para no ir a la Cámara de Diputados, ralentizó la confección de la agenda madrileña. Sin embargo, el jefe de Gabinete y la ministra mantendrán reuniones con Miguel Sebastián, asesor especial de Zapatero en temas económicos, y la plana mayor del empresariado ibérico con intereses en Argentina. Los contactos serán informales y el deseo del gobierno argentino es relanzar el canal de diálogo con tales actores, canal lleno de ripiosidades por lo anteriormente relatado.
Miceli y Fernández avanzarán con Sebastián sobre la situación que atraviesa la relación entre Argentina y el FMI. Sebastián tiene una fluida relación con Anne Krueger, la número dos del Fondo, así como Zapatero la atesora con el titular del organismo, Rodrigo Rato.
“Esperamos que Felisa (Miceli) y Alberto (Fernández) aquieten las aguas y se reestablezca la calma. Vamos a presentar a la ministra en sociedad, con el gobierno español, con los empresarios, y vamos a cerrar acuerdos importantes”, comenta un encumbrado integrante del gobierno argentino, dejando entrever que acaso haya algún anuncio de acuerdo con alguna importante empresa española.
Desde el primer piso de la Casa Rosada hacen un cuadro de situación sobre las expectativas de este viaje: dejan en claro que la relación con España excede largamente la situación con las privatizadas; con ellas sólo resta definir la situación de Aguas de Barcelona, socia de Suez en Aguas Argentinas, y con Telefónica; y que en las reuniones tanto con el gobierno cuando con las privatizadas “le aclararemos cuáles son nuestras certezas y cuál es el camino por dónde vamos”.
“Felisa y Alberto llevarán una voz unívoca. Espero que los españoles se sientan reconfortados. Ellos nos han bancado, nos quieren ayudar. Ahora piden que, aunque sea, les digamos te quiero”, se esperanza el hombre.
Esta semana se verá hasta dónde llega dicho amor.