EL PAíS › OPINION

Defensor de torturadores

Por Marcela Bordenave *y Alicia Gutiérrez *

Parece mentira que a 18 años del final del terrorismo de Estado, de la represión más siniestra y sangrienta de la historia, un senador de la Nación, elegido por el pueblo de Santa Fe, defienda fervorosamente a un miembro de los grupos de tareas de la ESMA, como el miércoles lo hiciera en la Comisión de Acuerdos del Senado.
El capitán de fragata Julio César Binotti, a quien la Armada y el PEN pretenden ascender, fue fotografiado en los sótanos de la ESMA vistiendo uniforme de la Policía Federal a fines de 1982 por Víctor Basterra, quien se encontraba detenido y reducido a mano de obra esclava de los marinos desde 1979. Esta prueba documental demuestra la participación de Binotti en los grupos de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada. Para el senador Usandizaga este documento no es suficiente, prefiriendo el informe de la Armada que sostiene que el marino en cuestión tomó una licencia por esos días.
En pleno centro porteño, a la vista de todos transeúntes es secuestrado Ricardo René Haidar, sobreviviente de la masacre de Trelew. Ford Falcon sin identificar, armas largas visibles, como siempre operó la “patota”, esta vez al mando de Peyón secundado por Binotti, Bengoechea y otros. Víctima de un simulacro de fusilamiento en el ‘72, secuestrado y desaparecido en el ‘82, siempre por la Armada Argentina.
El senador pretende invertir los roles, victimizar a la Armada y convertir a Basterra en el impedimento para que un “pobre” capitán de fragata pueda ser ascendido. Usandizaga parece desconocer lo sucedido durante la dictadura militar al igual que los represores. ¿No sabe que la ESMA fue el centro de tormentos más grande desde Auschwitz? ¿No sabe que alrededor de cinco mil personas fueron secuestradas, torturadas y arrojadas al mar, como consta en la confesión de Scilingo? Si no desconoce esto, lo transforma en el defensor oficial de los secuestradores y torturadores en la Comisión de Acuerdos de la Cámara alta. El señor senador tendría que volver a escuchar las palabras de autocrítica institucional del general Balza.
“Delinque quien viola la Constitución; delinque quien da una orden inmoral; delinque quien cumple con una orden inmoral.”
El Punto Final y la Obediencia Debida impidieron que la Justicia pudiera separar a los delincuentes de los militares de carrera. Hoy, después de 18 años de vida democrática sigue siendo imprescindible la anulación de las leyes de impunidad. Porque sólo con verdad, justicia y condena es posible la construcción de una democracia sólida y creíble.
** Diputadas nacionales ARI.

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