“Si realmente las llaves están en ese lugar hace quince días y si alguien las tiró ahí, más que abrir una posibilidad en la investigación, aumenta el grado de misterio que ya rodea al caso”, afirmó el perito Eduardo Frigerio, quien se mostró sorprendido por la celeridad con la que fueron periciadas las llaves: “En mi opinión, son estudios superficiales, me parece raro que no se tomaran 10 días para emitir una opinión al respecto”. Sus colegas Osvaldo Laborda y Enrique Prueger también coincidieron. “Hay que recrear las condiciones climáticas a las que estuvieron expuestas las llaves para dar una opinión puntual”, arguyeron.

Los peritajes, de ahora en adelante, tendrán como objetivo determinar la existencia de huellas dactilares y, por su oxidación, el tiempo que las llaves estuvieron tiradas en ese sitio. El llavero apareció muy cerca de la ventana por la que Jorge Julio López solía arrojar sus llaves antes de salir de su casa. “A simple vista y al tratarse de un llavero de cuero –aseguraron fuentes policiales– no parecería que estuvo más de dos meses a la intemperie.” Para Prueger, esta afirmación solamente puede ser válida si las llaves no tienen sedimento alguno: “Si es así, obviamente fueron puestas recientemente; de lo contrario, resulta sospechoso que en tan poco tiempo puedan respaldar científicamente sus conclusiones”.

Consultado sobre las implicaciones de la aparición, este especialista opinó: “Evidentemente es un mensaje, el valor mafioso que tiene esta aparición apunta a desvirtuar la hipótesis del secuestro. El que la haya tirado quiere instalar la idea de que López se fue por cuenta propia”. Prueger también acentuó el perfil político del caso: “Las dejaron cerca del lugar donde él siempre las dejaba... eso no es casualidad”. Por otro lado, el perito criticó a los investigadores por no rastrillar la casa en profundidad: “Ante una desaparición, lo primero que hay que establecer es el conteo de las cosas que faltan en la casa. Desde el primer día tendrían que haber descartado la idea de que se ausentó por propia voluntad: nadie se va de su casa con lo puesto”, ironizó.

“Es muy difícil precisar el paso del tiempo en los metales. Que no las hayan encontrado antes, no quiere decir que no hayan estado ahí”, cuestionó Laborda, al tiempo que descartó la hipótesis del secuestro: “Con esta prueba, ya sabemos que se fue de su casa. En el fondo, no aporta nada nuevo, sólo muestra la lógica del absurdo de esta investigación: todo el tiempo desaparece gente de su casa, éste podría ser un caso más”. Para este criminalista resulta “arriesgado y extraño” que alguien haya puesto las llaves en ese lugar, y concluyó: “No tiene sentido dejarlas ahí”. Pese a que los peritos que están trabajando en el caso anunciaron que buscarían huellas dactilares en el llavero, Laborda descartó que sea posible conseguirlas: “Con sólo pensar en las condiciones climáticas a las que estuvieron expuestas basta para que se hayan borrado”.

“Es un elemento que suma un interrogante más, si lo secuestraron me parece difícil que tomen ese riesgo. ¿Es un indicio o una prueba de vida? Puede ser, tal vez sea parte de una negociación de la que no estamos al tanto”, especuló Frigerio. Con esas llaves López habría abandonado su casa la mañana del 18 de septiembre, cuando tenía la intención de presenciar en la Municipalidad local la jornada de alegatos en el juicio contra Miguel Etchecolatz.

Informe: Emilio Ruchansky.