Domingo, 24 de agosto de 2008 | Hoy
Por Werner Pertot
“El poema lo guardó mi abuela materna. Tenía una caja con miles de poemas de mi vieja. Los conocía desde que era adolescente y los iba leyendo, pero hace poco que me los traje conmigo”, cuenta Raquel Camps, hija de Alberto y Rosa María. Sus papás se conocieron en la militancia cotidiana dentro de la cárcel de Rawson. Las presas estaban un piso más arriba que los presos y existían huecos en el techo, por lo que los compañeros de Alberto formaban una pirámide humana para que pudieran tomarse de la mano. Entre los documentos que Raquel Camps prestó para la muestra hay varias cartas de Alberto a sus padres. En una les explica qué tiene que decir para que Rosa María y él pudieran verse en visitas dentro del penal: inventó una larga historia de cómo se habían conocido en Gualeguaychú, algo que nunca ocurrió pero que sirvió para engañar a los penitenciarios. En una carta del 5 de julio de 1972, previa a la fuga que protagonizó como dirigente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Alberto narró una huelga de hambre por la inauguración del Buque Granaderos como cárcel para presos políticos. “A nuestra protesta se sumaron los presos de Resistencia, Villa Devoto, y del Granaderos mismo, y por supuesto todos los sectores populares que levantan la voz en contra de aquellos que no cesan de atentar contra los derechos humanos”, contó. Otra carta la escribe desde Devoto el 7 de enero de 1973, cuando se estaba recuperando de las heridas del fusilamiento. “Queridos viejos: hoy se levantó la huelga de hambre que manteníamos con motivo de las condiciones en las que nos tienen (...) Mi primera comida del año fue bife (¡de vaca!), los primeros bocados apenas si les sentí el gusto, pero después casi me como el plato y todo”, relataba.
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