Domingo, 6 de marzo de 2016 | Hoy
Por Raúl Kollmann
En la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) cuentan que durante todo 2015 se presentaron ex agentes a pedir indemnización por despido. Se trató de espías que no aparecían registrados en la AFI en ningún lugar, por lo cual se llegó a la conclusión que se trataba de agentes que trabajaban en forma paralela para el jefe de Operaciones, Horacio “Jaime” Stiuso. Es lo que explica también que hubiera 600 celulares a nombre del espía. En la AFI afirman que tanto poder se extendía a una gran cantidad de fondos sin control, que le servían para su estructura judicial.
Todos estos hechos marcan el poder de quien fuera hombre fuerte de la Inteligencia argentina durante décadas. Es lo que explicaría la forma impune con la que salió y entró del país pese a tener varias causas judiciales. Ningún juez exigió que lo llevaran a declarar. Stiuso, por ejemplo, tiene denuncias por contrabando, por escuchas ilegales, encubrimiento en el caso AMIA y enriquecimiento ilícito. La ONG La Alameda marcó una increíble trama de empresas de las que Jaime es dueño o socio.
Stiuso dijo que no tuvo nada que ver con la denuncia de Nisman. Que no la conocía. La sensación es la opuesta. La denuncia del fiscal contra CFK, el canciller y otros dirigentes está llena de escuchas telefónicas, armadas de forma arbitraria y, como señaló el juez Jorge Ballestero, pegando dichos de un día con dichos de otro, y cambiando el sentido de las conversaciones. Las escuchas fueron comandadas por Stiuso, con lo que se sospecha que lo convenció a Nisman de que lo iban a sacar de la fiscalía y que la forma de contrarrestar esa movida era la denuncia contra la Presidenta. Como la prueba era débil, prometió más escuchas.
La denuncia y la actuación de Jaime se enmarcan en su estrecha colaboración con los servicios de inteligencia extranjeros, sobre todo con los que dentro de esos servicios operan para la derecha republicana e israelí. En el año que estuvo escondido en Florida, Stiuso contó con la protección de sus amigos en la CIA a los que visitaba en Nueva York y Miami. Según coinciden quienes tuvieron trato con él en los últimos tiempos, Jaime está descontrolado. Una prueba fue su intento de convertirse esta semana en panelista de Intratables, a través de una llamada patotera contra Luis Moreno Ocampo que produjo una enorme confusión en el programa. Nadie sabía qué quería. Lo único claro es que estaba desestabilizado y amenazante.
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