–¿Cómo analiza la aparición de Cecilia Pando?

–Ella plantea un discurso absolutamente autoritario. Muy a contramano de lo que piensa esta sociedad y el mundo sobre la política de respeto a los derechos humanos y sigue reivindicando la Doctrina de la Seguridad Nacional y el plan criminal, llamando guerra a lo que está muy claro que fue el terrorismo de Estado como mecanismo para aislar a determinados sectores con capacidad de movilización y de lucha, para implementar también –no nos engañemos, porque éste es el verdadero nudo de la cuestión– un modelo económico que tendía a la concentración en lo económico y a la exclusión en lo social, para lo cual todo lo que fuera militancia activa debía ser sacado de circulación para que no alterara ese objetivo fundamental que se reitera tanto en la Revolución Argentina como en la última dictadura, con ministros de Economía que fueron minuciosamente funcionales a ese modelo.

–¿La ve como un emergente o como una pieza aislada?

–La veo como una pieza aislada, suelta. Se ha aferrado a un discurso feminista, cuando en realidad, nadie discute sus derechos como mujer a decir lo que piensa. Sólo que lo que ella piensa va a contramano de lo que esta sociedad piensa y ha expresado libremente en las urnas, repudiando lo que pueda ser golpismo y lo que puedan ser violaciones a los derechos.

–Coincidiendo en lo que significa el discurso de Pando, se ha criticado la sanción a su esposo, el mayor Mercado, por los dichos de ella. ¿Eso se va a rever en los reglamentos militares?

–El no fue sancionado por lo que dijo ella, sino por sus omisiones en no dejar absolutamente claro que él –que sí está obligado a la subordinación al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas que es el presidente de la República y al jefe del Ejército– no comparte las reiteradas agresiones de ella a sus jefes. El sí está sometido al deber de obediencia y a la doctrina imperante de que las Fuerzas Armadas no pueden elogiar actitudes golpistas y de violaciones a los derechos humanos. Hubo una actitud omisiva y equívoca que después de lo que ha pasado en la Argentina no puede ser tolerada.