EL PAíS › EL EFECTO EN LOS NIÑOS, SEGUN DOS ESPECIALISTAS

“Degrada la violencia lúdica”

Si bien la utilización de juguetes bélicos es siempre “cuestionable”, la invención de una minipicana con descarga eléctrica incluida constituye “un salto cualitativo” con respecto a los juguetes bélicos conocidos hasta el momento y “habría que prohibirlo”, opinó un psicólogo. Con él coincide otro especialista, quien consideró que el problema reside en que ese elemento de tortura es en nuestro país “un símbolo con mucho peso que remite a un trauma social” y remata: “Hay cosas con las que no se juega”.

La descripción del juego de policía, con batería incluida, sorprende al psicólogo Rubén Efron. “Siempre es cuestionable la utilización de la violencia en la estructura de los juegos, pero en este caso se trata de una exacerbación, de una degradación de la violencia lúdica. La legitimación de la violencia que contiene la tortura ya pasa a ser algo degradado”, indicó.

Según el psicólogo, los chicos “están sometidos a estímulos violentos cotidianamente”. “El problema surge cuando esa violencia es legitimada al volverse juguete. Y en este caso es un salto cualitativo, es más que nada un salto perverso”, explicó. “Aunque estoy en contra de las prácticas punitivas, creo que habría que prohibirlo”, sostuvo.

“Me parece que hay situaciones que remiten a traumas sociales –explicó el psicoanalista Juan Carlos Volnovich–. La picana, como el Falcon verde, está ligada a situaciones traumáticas de nuestra sociedad. Se vuelven símbolos con mucho peso. Es cierto que todo lo que corresponda a una captura lúdica de un hecho traumático es una de las posibilidades de que ese hecho no se repita y sea procesado. Otra posibilidad es que sea metabolizado por medio del arte. Pero, obviamente, estoy en contra de que los chicos jueguen con picanas: no es lo mismo que una pistola de juguete o una espada.”

Si bien Volnovich consideró que los juegos son opciones válidas para “metabolizar el trauma” y que “el juguete en sí mismo no es tan grave”, reconoció que “lo que sucede es que la picana tiene una potencia simbólica muy grande, por eso es una aberración naturalizarla o hacerla de uso común para los chicos. Hay algunas cosas con las que no se juega”.

Informe: Lucas Livchits.

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